Nos encontramos en el exclusivo boulevard de la Croisette, frente al lujoso Hotel Carlton, lugar en el que las estrellas de cine descansan en los días previos al festival de Cannes. Y como si de una estrella se tratara, subido en la acera se encuentra, con su color rojo fuego, nuestro protagonista: el Audi TT Sportback, abrumado por la cantidad de fotos que está recibiendo por parte de cada viandante.
Poco antes de subirnos a él, nos advierten que toquemos lo mínimo posible puesto que todavía se trata de un showcar –coche de exposición-. Y es que esta es su primera incursión en tráfico abierto tras haber sido presentado en octubre en el Salón de París. Esperamos a que el responsable de Audi pase la mano por la cerradura para que esta salga. Nos colocamos con cuidado en el asiento del conductor y echamos un vistazo al interior.

Pulsamos el botón de arranque del motor –este sí nos lo dejan pulsar- y, de repente se desprende del capó un sonido bronco y calmando, proveniente del 2.0 TFSI sobrepotenciado que, según las cifras que da la marca, alcanza los 400 CV, es decir, casi el doble del actual tope de la gama TT, el 2.0 TFSI de 230 CV y 40 CV más que el anterior TT RS, pero con motor 2.5 TFSI.
Antes de acelerar nos advierten de nuevo, ¡no podemos pasar de 20 km/h! Nuestro gozo en un pozo, aunque lo cierto es que no nos hace falta? bueno sí. Aún así, pisamos el acelerador ligeramente y de nuevo entra en acción el motor, se le oye en exceso, claro, pero es que el coche todavía no está en su fase final pero es el único de los ruidos que se filtra, el resto, parece perfectamente ensamblado y sólo al atravesar algún que otro agujero de la calzada, se oye demasiado la amortiguación –en su eje delantero monta construcción de tipo McPherson con componentes de aluminio para reducir el peso de las masas no suspendidas; mientras que eEl eje trasero de cuatro brazos puede procesar por separado las fuerzas longitudinales y transversales-.
Aunque no hemos podido sacar mucho en claro de todo su potencial, nos creemos lo que nos cuenta Audi, es decir, que este motor 2.0 TFSI rinde 400 CV a 6.400 rpm, 450 Nm entre las 2.400 y las 6.000 rpm y, gracias al unión con una transmisión automática S tronic de siete velocidades, que transmite la fuerza a las cuatro ruedas –Quattro-, es capaz de acelerar de 0 a 100 km/h en 3,9 segundos.

El motor de inyección directa con sobrealimentación por turbocompresor incorpora un amplio paquete de tecnologías de última generación. La regulación de los árboles de levas en el lado de admisión y escape, así como el Audi valvelift system, que varía la alzada de las válvulas de escape en dos niveles, permiten un buen llenado de las cámaras de combustión. El colector de escape integrado en la culata constituye un componente importante de la gestión térmica.
Con el fin de generar el elevado nivel de potencia, se ha sometido el 2.0 TFSI a profundas modificaciones, entre las que destacan pistones especiales de aluminio con canal de refrigeración integrados, un cigüeñal de acero forjado de máxima resistencia, mientras que la culata se ha diseñado para adaptarla al mayor caudal de gas. El turbocompresor, también de nuevo desarrollo, genera hasta 1,8 bares de presión relativa.
