Cuando uno ve el nuevo Jaguar XE 3.0 S, con sus 4,67 m de longitud, a priori le parece bastante discreto respecto al resto de sus hermanos de gama. Otra cuestión es que ya repare en los diferentes aditamentos estéticos que le caracterizan: desde unas llantas de serie de 18″ –en opción, puedes montar, por 2.088 euros, unas de 20″– hasta unos paragolpes específicos, con tomas de aire delanteras de mayor tamaño, unas taloneras laterales específicas, un pequeño alerón sobre el portón o, por supuesto, los escapes gemelos. En su interior, el XE más deportivo también deja traslucir su carácter, con asientos realizados en cuero y piel vuelta y con el logotipo S, volante de cuero con el mismo logotipo, remates en aluminio, pedalier cromado y una consola central de color negro piano. Pero, sin duda, el verdadero plato fuerte del S se esconde bajo el capó: se trata de un viejo conocido de la familia Jaguar y ya presente en el XJ, XF y Type, el seis cilindros de 3.0 l dotado de un compresor volumétrico Eaton Roots que entrega 340 CV a 6.500 rpm y 450 Nm a 4.500 vueltas. Con él, las cifras del XE S son contundentes: 250 km/h de velocidad máxima –autolimitada-, una aceleración de 0 a 100 km/h en 5,2 seg y un consumo medio homologado de 8,1/100 km. Arrancarlo es todo un placer, ya que despierta con un bramido algo ronco. Y unido a un cambio automático de ocho velocidades firmado por ZF -de serie- y con levas tras el volante, su respuesta ante el acelerador es casi instantánea, respondiendo de forma lineal y muy contundente desde apenas 1.700 rpm. De hecho, según aceleras, y a medida que sube de revoluciones, el ruido del motor se va convirtiendo en un aullido con toques metálicos que resulta de lo más embriagador y que, incluso, anima a reducir alguna marcha más de lo necesario con tal de escucharlo.
Dinamismo en el ADN
Y si el motor cumple con nota, también lo hace el bastidor. El nuevo chasis común a todos los XE, uno de tipo monocasco realizado en más de un 75% en aluminio, resulta muy ligero –sólo pesa 250 kg-, lo que ha permitido a los ingenieros de Jaguar repartir el peso de esta berlina –el modelo más ligero se queda en 1.530 kg, frente a los 1.665 kg del S- con el objetivo de lograr un reparto de pesos casi perfecto –próximo al 50% sobre el eje delantero y al 50% sobre el trasero-. Al volante, esto se traduce en un chasis muy dinámico, que no muestra prácticamente inercias y que responde de forma muy noble y con rapidez ante los cambios de apoyo propios de las curvas enlazadas. Algo a lo que ayuda el sistema Torque Vectoring by Braking –que, a la hora de tomar una curva, aplica una frenada controlada a la rueda trasera interior para lograr una trazada más precisa-; mientras que suspensión adaptativa que incluye de serie esta versión es la encargada de garantizar una perfecta motricidad casi en todo momento –sólo hemos notado pérdidas de la misma en asfaltos muy rotos–. Asimismo, hay que mencionar la nueva dirección eléctrica de los XE, que varía su funcionamiento en función de que se elija uno de los cuatro programas regulables de conducción -el que la otorga más aplomo y sensación de control es el denominado Dynamic- pero que, en nuestra opinión, todavía no genera la misma confianza al volante que las direcciones hidráulicas de antaño, como la que equipa de serie, por ejemplo, el Audi S4 de 333 CV. Especial mención merecen el equipo de frenos, que equipan unos destacables discos de 350 mm de diámetro en el tren delantero y 325 mm en el trasero, ventilados en ambos casos. Su funcionamiento no tiene tacha, con potencia de frenada en todo momento, una mordida inicial suficiente y una correcta dosificación del sistema. Otra cosa es el consumo, que aunque en conducción real no es muy elevado –en autopista, a 120 km/h, es fácil mantener al XE S en menos de 6,0 l/100 km, se eleva a unos relativamente razonables 15 l/100 km realizando conducción deportiva por carreteras secundarias.
Deportivo sí, pero no muy amplio
Las cualidades dinámicas de este Jaguar se acentúan con su agresivo diseño exterior, con una francamente buena aerodinámica –de sólo 0,26 Cx- y con una postura de conducción baja y que coloca al conductor con las piernas estiradas –que únicamente queda penalizada por un volante ligeramente grande y por la no posiblidad de regular la altura de los cinturones-. Ahora bien, como berlina deportiva, el Jaguar adolece de algunas cualidades especialmente valoradas€ en una berlina. Es el caso de la amplitud de las plazas traseras. Y es que este XE no destaca ni por el espacio disponible para las piernas de los ocupantes, ni por la altura presente hasta el techo –adultos de más de 1,80 tocarán con la cabeza en el techo. Tampoco agrada el hecho de que la plaza central trasera sea casi inutilizable, debido a un asiento estrecho, pero sobre todo, a un túnel central de la transmisión muy voluminoso y que no deja espacio para los pies de ese ocupante. Otro ´pero´ lo encontramos en su maletero, que no cubica demasiado espacio para el segmento -450 l, frente a los, por ej., 480 de sus rivales más directos: Audi A4, Mercedes Clase C y BMW Serie 3 y que, además, presenta un fondo a dos niveles, lo que dificulta la colocación de objetos voluminosos.
Sin embargo, el equipamiento de esta versión es muy amplio. De serie, toda la gama XE ya incorpora ESP, seis airbags, Stop/Start, freno de mano eléctrico, cuatro elevalunas, control de crucero, arranque sin llave, climatizador bizona, pantalla multimedia táctil y en color de 8″ , Bluetooh, equipo de audio con puerto USB, conexión aux. y conexión para iPod€ a lo que este vehículo añade control de presión de neumáticos, faros bixenon, suspensión deportiva adaptativa o asientos deportivos en piel. ¿Su precio? 60.919 euros, lo que supone, por ej., 2.151 euros menos que el coste de un Audi S4 de 333 CV, pero también 2.984 euros más que un Mercedes Clase C 400 de idéntica potencia –este, no tan deportivo–.