El Volkswagen Tiguan nació allá por 2007 como la apuesta de Volkswagen en el segmento de los SUV medios. Nació como un modelo de cinco plazas, pero la llegada de otros SUV’s a la marca como el T-Cross o el T-ROC, hicieron que el Tiguan fuese creciendo un poco de tamaño, tanto que la segunda generación, aparecida en 2017, contaba con una versión alargada de siete plazas denominada Allspace.
Pues bien, en esta tercera generación del Tiguan, ya no hay Tiguan Allspace… por una sencilla razón: En Volkswagen han apostado por dejar el nombre de Tiguan sólo para la versión de cinco plazas, mientras que esa versión alargada se llama ahora Volkswagen Tayron.

Nos parece un acierto, y no sólo porque la carrocería sea 25 cm más larga (llega a los 4,79 metros de largo) o pueda contar con siete plazas. Es que, además, hay una distancia entre ejes que ha aumentado en 11 cm, y eso hace que el planteamiento del Tayron sea diferente. Además de ser más grande, es mucho más espacioso en la segunda fila y tiene un maletero enorme (aunque con una pequeña trampa), como veremos ahora.
Así es por dentro el Volkswagen Tayron
Por dentro, el puesto de conducción del nuevo Volkswagen Tayron no difiere en exceso del que tiene el Tiguan. Más allá de diferentes tonos para el interior o unas salidas de aire un poco modificadas, nos seguimos encontrando con un modelo cómodo, con amplios reglajes para dar fácilmente con nuestra postura ideal de conducción y donde hay muy poco botones, pues casi todo se concentra en la enorme pantalla central.

Esta pantalla central tiene unos gráficos modernos, mucho colorido y, sobre todo, permite navegar con ella sin tener que volvernos locos. Preferiríamos botones físicos para cosas como el climatizador, y eso que hay unos táctiles justo a los pies de la pantalla que ayudan a regular por ejemplo la temperatura.
La instrumentación también es digital y, afortunadamente, en dos de sus tres modos parece una instrumentación de toda la vida, con relojes y mucha información. De esas pantallas que los coches usaban cuando eran coches. Y no veas cómo se agradece.


En los últimos años, hemos visto como Volkswagen poco a poco fue empleando plásticos más duros. Ahora, viendo el aluvión de críticas, vuelve a utilizar algunos de mejor tacto, más en línea con un coche de su precio y posicionamiento. Lo que sigue sin admitir grandes quejas es la calidad de los ajustes, pues no se parecían grillos y todo transmite una notable sensación de solidez.
Pero si hay un aspecto en el que destaca el Tayron es en espacio y practicidad. Y es que ese aumento de la distancia entre ejes se traduce en un mayor espacio para las piernas de los ocupantes de las plazas traseras, que también gozan de una buena cota de altura. Así, dos adultos de más de 1,90 metros pueden viajar con bastante comodidad. Eso sí, la anchura ya no es tan destacable, motivo por el que un tercer ocupante ya no irá tan cómodo.


Además de espaciosas, esas plazas traseras cuentan con una banqueta corredera que se desplaza 15 cm y que lo puede hacer sólo con las plaza derecha o con las otras dos, algo que nos permite contar con más maletero o, si tenemos la versión de siete plazas (como la de esta prueba), disfrutar de un espacio razonable en esa tercera fila de asientos.
Y es que sí, la tercera fila es bastante utilizable por personas de mediana estatura, siempre y cuando tengan un mínimo de agilidad para acceder a esas plazas y estén dispuestas a viajar con las piernas un tanto levantadas.
En cuanto al maletero, Volkswagen anuncia unos espectaculares 885 litros de capacidad en la versión de cinco plazas y 850 en la de siete, que se quedan en 705 litros en las versiones híbridas enchufables. Y, aunque el maletero es fabuloso y muy amplio, Volkswagen ha hecho un truco para dar esa cifra, pues está tomada con los asientos de la segunda fila en su posición más adelantada.


Pese a ello, es un maletero muy capaz, y cuenta con un práctico doble fondo que, además, permite guardar la bandeja del maletero cuando usamos las siete plazas, un detalle que incompresiblemente aún no tienen muchos modelos de siete plazas.
Así va el Volkswagen Tayron
En esta ocasión, hemos probado la versión 2.0 TDI de 150 CV, que sólo se comercializa con cambio automático de siete marchas y tracción delantera. Tiene etiqueta C de la DGT. Existe un 1.5 eTSI de 150 CV microhibridado y con etiqueta Eco de la DGT. Si queremos un Tayron con tracción total, tendremos que optar por el 2.0 TSI de 204 CV o el 2.0 TDI de 193 CV, mientras que si queremos un Tayron con etiqueta Cero deberemos optar por las versiones híbridas enchufables de 204 ó 272 CV.
En el caso que nos ocupa, la versión 2.0 TDI de 150 CV, nos parece la mecánica ideal para quien quiera un Tayron para largos viajes por carretera, principalmente, y con más de 20.000 km al año. Es un motor suficientemente refinado, gasta poco (lo normal es moverse entre 6 y 6,5 L/100 km) y tiene muy buena respuesta a bajo y medio régimen, además de una caja de cambios que ayuda a aprovechar aún mejor ese buen rendimiento.

Nos ha gustado tanto que, de hecho, sólo recomendaríamos la versión TDI de 193 CV en caso de que necesitemos un Tayron con tracción total. De lo contrario, este TDI 150 CV es la compra ideal. Si por el contrario nuestros recorridos van a ser cortos y por ciudad, la compra ideal es el 1.5 eTSI de 150 CV o, si tenemos un punto de carga en casa, una de las versiones híbridas enchufables.
En cuanto al comportamiento, el Tayron es un Volkswagen en el más amplio sentido de la palabra: preciso, cómodo, muy estable y tan fácil de conducir que parece que lo llevas conduciendo toda la vida. El hecho de ser un SUV y pesar 1.825 kilos, que no es poco, hace que no sea la mejor opción por agilidad, un aspecto en el que un Tiguan o un T-ROC se desenvuelven mejor, lógicamente. Pero, independientemente de eso, el Tayron es un coche que va francamente bien.
Nos queda hablar del precio. El Tayorn es en torno a unos 3.000 euros más caro que un Tiguan equivalente. El Tayron más asequible es el 1.5 eTSI de 150 CV y sale por 44.785 euros tanto con cinco como con siete plazas, mientras que el 2.0 TDI 150 de esta prueba arranca en los 46.865 euros. Es caro, más que muchas de sus principales alternativas, pero está en línea con lo que se espera de un Volkswagen y con la tendencia al alza del mercado.