Extraordinario laboratorio sobre vulcanismo y colonización vegetal y animal de un terreno inhóspito, el parque lanzaroteño preserva toda su riqueza natural y singularidad gracias a un estricto régimen de protección.
Entre 1730 y 1736 se sucedieron en la isla de Lanzarote las erupciones volcánicas más importantes de la historia contemporánea, cuyos materiales llegaron a cubrir una cuarta parte del territorio.
La lava primero corría al galope como agua desbordada y luego avanzó lentamente, como miel, antes de detenerse por completo dando lugar a uno de los paisajes más singulares de la Tierra. En el corazón de esa zona anegada de magma se halla el Parque Nacional de Timanfaya, una de las muestras más sobresalientes no solo de vulcanismo reciente, sino también de una serie prodigiosa de procesos naturales de colonización y sucesión vegetal en un entorno de desolación extrema.
Luis Pascual González ha dirigido este espacio natural en dos etapas, entre 1982 y 1987 y desde 2013 hasta la actualidad, habiendo dedicado los 26 años intermedios a la gestión de áreas protegidas y de la flora y la fauna silvestres en el Gobierno de Canarias y el Cabildo de Lanzarote. Natural de Segovia y licenciado en Biológicas, Pascual destaca tanto los valores geológicos de Timanfaya como la capacidad del hombre isleño de sobreponerse a la devastación y aprovechar además los materiales expulsados de las entrañas de la tierra para desarrollar peculiares sistemas de cultivo, como los enarenados abiertos en las zonas de depósitos de piroclastos conocidos como picón.
La actividad volcánica latente en la isla se manifiesta a través de notables anomalías geotérmicas. Una cámara de magma residual, aún por enfriarse, provoca temperaturas de 200º en superficie y de hasta 610º a 13 metros de profundidad en lugares como el Islote de Hilario, la Casa de los Camelleros o Montaña Rajada, lo cual representa uno de los reclamos más conocidos de Lanzarote junto con los recorridos a lomos de dromedarios.
Como biólogo que es, el director de Timanfaya siente fascinación por las especies vegetales y animales «que han sabido adaptarse a las extremas condiciones climáticas de la isla» (entre ellas, la escasez de precipitaciones) hasta generar un número considerable de endemismos en el parque. Como siempre, es la vegetación la que primero se abre camino a través de agentes primarios como los líquenes, visibles aquí como manchas claras que colonizan la superficie de las rocas orientadas al viento dominante que les aporta la humedad necesaria para su desarrollo. El paso de los siglos ha traído otras rarezas como el tabaibal, una formación vegetal propia de Canarias, el salado blanco, exclusivo de Lanzarote, y el junco, a pesar de ser una especie más habitual en zonas húmedas.
Al amparo de esta flora resiliente han encontrado sustento diversas familias de fauna invertebrada, endemismos lanzaroteños como el lagarto de Haría, muy presente en las superficies de tabaibal; el grillo denominado técnicamente Hymenoptila lanzarotensis, que puede encontrarse también en Fuerteventura; y otros invertebrados que habitan por lo general en los tubos volcánicos, privados de luz y sometidos a condiciones casi constantes de temperatura y humedad.
Entre las 133 especies de aves observadas en el parque nacional, Pascual destaca el paíño de Madeira, la pardela cenicienta y el petrel de Bulwer. En riscos y cornisas es frecuente atisbar especies de gran interés como el guirre y el halcón tagarote.
A juicio del director, el estricto régimen de protección de Timanfaya ha mantenido su riqueza natural a salvo de la influencia humana, lo que hace de este espacio un magnífico «laboratorio natural para el estudio y seguimiento de los diferentes mecanismos eruptivos y de los procesos ecológicos de colonización y evolución» posteriores. De hecho, el 94 % de la superficie del parque está clasificada como Zona de Reserva y tiene limitadas por tanto las actividades de uso público. Únicamente es de libre acceso la senda del litoral que discurre entre El Golfo y la zona de Las Malvas de Tinajo.
Este riguroso estatus no es incompatible con el disfrute del parque a través de actividades reguladas como la Ruta de los Volcanes, que parte en guagua del Islote de Hilario y se adentra en el núcleo central de las erupciones de 1730, y la visita al Echadero de los Camellos, pequeño museo que muestra los diferentes usos que se ha dado al dromedario en la vida lanzaroteña. El Centro de Visitantes e Interpretación de Mancha Blanca acoge interesantes instalaciones que incluyen una sala de exposiciones, otra de proyecciones y una biblioteca, así como un mirador y una pasarela que se extiende sobre las lavas.
Las rutas para recorrer, exclusivamente a pie, el parque son limitadas y gratuitas, y se realizan en español e inglés en pequeños grupos guiados, previa inscripción en su página de reservas. Luis Pascual explica cómo la Ruta de Tremesana permite apreciar la forma en que los habitantes de la isla aprovecharon los materiales que la actividad volcánica puso a su disposición después de las erupciones de los siglos XVIII y XIX. La del litoral aprovecha la circunstancia de que Timanfaya es el único parque nacional canario que limita con el mar para mostrar el efecto de las aguas sobre la colonización vegetal de las lavas.
En su segunda etapa como director-conservador, Pascual se ha propuesto poner en marcha un nuevo sistema de accesos al Islote de Hilario y la Ruta de los Volcanes, actualizar el Plan Rector de Uso y Gestión de Timanfaya y proponer la ampliación de los límites del parque, que hoy comprenden poco más de 5.100 hectáreas. A los 1.656.000 visitantes que reciben cada año les aconseja que acudan en los meses de septiembre, octubre y noviembre, y que para conocer el Islote de Hilario y la Ruta de los Volcanes eviten hacerlo entre las 11:00 y las 14:30 horas, cuando se forman grandes colas y el tiempo de espera se dispara, y vayan a primera hora de la mañana (hacia las 9:00) o a partir de las 15:00 horas.
A los amantes de la ciencia les gustará visitar el Laboratorio Geodinámico de Lanzarote, que tiene uno de sus módulos en el propio parque y los otros en la Cueva de los Verdes y en los Jameos del Agua, dos de los grandes atractivos turísticos de la isla. Los del buen yantar no se verán defraudados por la rica oferta culinaria de Lanzarote, especialmente el pescado fresco que se sirve en núcleos del litoral como La Santa o Playa Blanca. Hombre de tierra adentro, Pascual recomienda también degustar en zonas de interior como Tinajo y La Vegueta la exquisita carne de cabrito y de cerdo.
Parque Nacional de Timanfaya
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Declaración: 9 de agosto de 1974
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Superficie: 5.107 ha. declaradas como Parque Nacional
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Provincias: Las Palmas (Isla de Lanzarote)
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Reconocimientos: Reserva de la Biosfera (1993), Zona de Especial Protección de la Aves -ZEPA- (1994)
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Principales ecosistemas: La actividad magmática de su origen marca el carácter geológico de Timanfaya, conformando un hábitat árido en el que la presencia humana ha sido prácticametne nula. La escasa pluviosidad de la zona condiciona la aparición de vegetación –especialmetne líquenes–; así como la de fauna vertebrada terreste donde sólo se dan pequeños mamíferos, como el conejo, y un par de variedades de reptiles, así como algunas decenas de aves.Timanfaya también acoge ecosistemas litorales, formados por acantilados de mediana altura con una zona de costa muy recortada, y un par de zonas de playa. En estas aguas hay una rica y variada fauna marina.
Centros de visitantes
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Mancha Blanca. Ctra. Tinajo-Yaiza, km 11,500.
Tel. 928 118 042
+info: www.gobiernodecanarias.org/parquesnacionalesdecanarias/es/Timanfaya
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