Segunda vida de baterías: cómo usarlas más allá del coche

Cada año, alrededor de 100 millones de vehículos nuevos se venden en el mundo, y se espera que un porcentaje cada vez mayor estén propulsados por baterías. excluyendo motocicletas y dispositivos de movilidad personal.

Este fenómeno no solo se limita al transporte, sino que también afecta a dispositivos personales y sistemas de almacenamiento de energía estacionaria. Sin embargo, el aumento en el uso de baterías de iones de litio (LiBs) plantea un desafío significativo: el destino final de estas baterías al finalizar su vida útil.

La vida útil de las baterías: un viaje hacia la segunda vida

Las baterías de iones de litio están diseñadas para durar muchos años y kilómetros; bastantes más que los propios vehículos en los que se instalan. A medida que los primeros vehículos eléctricos «serios» como el Nissan Leaf o el Tesla Model S comienzan a acercarse al final de su vida útil, surge la necesidad de gestionar las baterías de manera responsable.

Afortunadamente, estas baterías tienen una vida útil que puede extenderse más allá de su uso en vehículos, gracias a la posibilidad de reutilizarlas en aplicaciones estacionarias.

Repuestos para vehículos

La primera opción para extender la vida útil de una batería es reutilizarla como repuesto. En muchos casos, los vehículos eléctricos pueden seguir funcionando sin problemas, pero la batería original puede experimentar una disminución en su capacidad de almacenamiento.

Reutilizar baterías usadas como repuestos es una solución efectiva y económica, ya que mantener la producción de baterías antiguas para modelos de vehículos específicos sería costoso y poco práctico.

Almacenamiento estacionario

Cuando una batería ya no es adecuada para su uso en un vehículo debido a la degradación de su capacidad (por debajo del 70%), puede ser destinada a aplicaciones estacionarias.

En estas aplicaciones, la densidad de energía no es tan crucial como en un vehículo, lo que permite utilizar baterías con menor capacidad residual.

Esta reutilización es especialmente valiosa para sistemas de almacenamiento de energía, como los sistemas de almacenamiento de energía en baterías (BESS), que ayudan a gestionar la producción fluctuante de energía de fuentes renovables como la solar o la eólica.

Desensamblaje y reutilización de módulos

En muchos casos, una batería completa puede ofrecer más capacidad de la necesaria para aplicaciones estacionarias. Aquí es donde entra en juego la segunda vida indirecta, que consiste en desensamblar la batería y reutilizar sus módulos de manera independiente.

Por ejemplo, una batería media de 60 kWh puede ser descompuesta en módulos más pequeños, que luego se utilizan para aplicaciones de autoconsumo solar en hogares o industrias. Esta estrategia no solo maximiza el uso de los materiales existentes, sino que también permite una mayor flexibilidad en la instalación y uso de las baterías.

El reciclaje como última etapa

A pesar de las múltiples vidas que una batería puede tener, eventualmente llegará un punto en el que su degradación sea tan significativa que ya no sea viable ni segura para ningún tipo de uso. En ese momento, el reciclaje se convierte en la única opción.

El reciclaje de baterías es un proceso complejo debido a la diversidad de materiales y tecnologías empleadas en su fabricación. Es crucial contar con una legislación adecuada que garantice un proceso de reciclaje respetuoso con el medio ambiente y que permita recuperar materiales valiosos como el litio, el cobalto y otros metales.

La opinión de Autofácil…

La gestión de la vida útil de las baterías de iones de litio es un desafío creciente que acompaña la transición hacia una movilidad y un almacenamiento de energía más sostenibles. La reutilización de baterías en sus diversas formas ofrece una solución eficaz para prolongar su vida útil y reducir la necesidad de materiales vírgenes.

Sin embargo, es esencial continuar desarrollando tecnologías de reciclaje eficientes y establecer marcos legales robustos para asegurar que todas las baterías sean gestionadas de manera ecológica y económica al final de su ciclo de vida.

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