En el último lustro han habido decisiones no exentas de polémica en BMW, una marca que siempre se ha distinguido por una filosofía deportiva que le diferenciaba de sus rivales. Sin embargo, los recientes cambios llevados a cabo –como el paso a tracción delantera de varios modelos, entre ellos el que nos ocupa- y presentes en el X1, SUV de acceso a la gama, no hacen más que confirmar la pérdida paulatina de este sello de BMW.
De esta forma, el X1 adopta una nueva hornada de motorizaciones, tres concretamente. Dos de ellos tienen una cilindrada de 1.5 litros y 3 cilindros, siendo éstos uno diésel de 115 CV –la versión será la sDrive16d- y otro gasolina de 136 CV –sDrive18i-. Ambos cuentan con tracción delantera y un cambio manual de 6 velocidades, aunque el sDrive18i ofrece de forma opcional una Steptronic de 6 relaciones.
Por su parte, el más potente es otro diésel –xDrive18d- que desarrolla 150 CV a partir de un bloque de 2.0 litros y 4 cilindros, con tracción total y un cambio manual o automático Steptronic, cualquiera de ellos de 6 velocidades. Los dos primeros propulsores se encargarán de completar por abajo la oferta de motores del X1.