Se denomina Spark Controlled Compression Ignition o SPCCI por sus siglas en inglés, que traducido al español significaría ignición por compresión controlada por chispa y es el sistema que diferencia al motor Skyactiv-X de Mazda de cualquier otra mecánica del mercado.
Y es que, en un SUV compacto como el Mazda CX-30 esta mecánica de 2,0 litros y cuatro cilindros consigue combinar un consumo medio de tan solo 5,9 l/100 km con una potencia de 180 CV. ¿Cómo lo consigue? Con funcionamiento que guarda ciertas similitudes con el de los motores diésel.
A modo de aproximación, te diremos que Básicamente consiste en incrementar la relación de compresión del motor cuando se circula a bajo y medio régimen, aplicando una presión y una temperatura determinadas a la mezcla de aire y gasolina, en cada cilindro, para situarla al borde de la ignición por sí misma.
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Llegados a este punto, en el momento en el que el pistón está a punto de comprimir la mezcla en el resto del cilindro, un chispa generada en la bujía da el empujón definitivo para que toda la mezcla entre en ignición de forma controlada.
Pero además, la mecánica nipona cuenta con otros dos aliados más para minimizar el consumo, un compresor volumétrico que, a diferencia de lo habitual no se utiliza para incrementar permite incrementar la proporción de aire durante la combustión.
Esta tecnología, junto con el sistema de hibridación ligera Mazda M Hybrid. Este último sistema, compuesto por una batería de 24V y un pequeño motor eléctrico que sirve como apoyo a la mecánica de gasolina le permite, además, conseguir la etiqueta ECO de la DGT.
¿Quieres saber más acerca de esta mecánica? No te pierdas el vídeo en el que nuestro jefe técnico, Álvaro Sauras, explica su funcionamiento.
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