El Volkswagen T-Cross es un modelo relativamente reciente, de 2021, pero de algún modo es un ‘viejo conocido’ porque se desarrolló sobre el Polo, modelo cuya plataforma MQB A0 es muy utilizada por tantos y tantos modelos dentro del Grupo VW.
Es un coche que en términos generales funciona bien, con bajo gasto de combustible, prestaciones bien ponderadas y mucho espacio interior. Para ser un Volkswagen, no obstante, quizá lucía unos acabados y un refinamiento mejorables. Plásticos duros, poca insonorización…
El restyling de 2024 ha servido para subsanar muchos de sus defectos. Ahora tiene mejor calidad, suena menos (llega menos ruido al habitáculo, me refiero) e, incluso, a pesar de que la suspensión no se ha tocado, todo lo anterior hace que se sienta un poco más confortable.
El T-Cross se vende con motor 1.0 TSI de 95 ó 115 CV y con propulsor 1.5 TSI de 150 CV. El de volumen, es decir, el que más se venderá, será el intermedio. Aunque, francamente, el pequeño resulta ya suficiente en base a las pruebas que he efectuado con él en otros modelos del Grupo VW.
Pero bueno, dado ese dato comercial, es el intermedio el que probamos. Luego nos dimos una vuelta con el de 150 CV y, aunque lógicamente es mejor en todo, puede que en un automóvil de este tipo no compense del todo llegar su precio, puesto que sólo se puede asociar al acabado R-Line y al cambio DSG.
Volviendo al ‘115’, estamos ante un motor que no es una referencia por suavidad dentro de los tricilíndricos, pero que proporciona un provechoso rendimiento y un consumo ajustado.
Las cifras oficiales hablan de 10 segundos para pasar de 0 a 100 km/h y de 5,6 L/100 km de consumo medio que, en la práctica, bien pueden mantenerse en unos 6,5 L/100 km, así que bien.
El cambio manual tiene un muy buen tacto, con recorridos algo largos pero precisas inserciones. Por su parte, el DSG funciona tan bien como siempre: casi nunca se equivoca de marcha y las transiciones entre una y otra son rápidas y suaves.
Me da la sensación de que el T-Cross ofrece mejor comportamiento que antes, y eso que recalco sus cambios a nivel de chasis son inexistentes. Noto que pisa bien, que está bien aislado y que la suspensión es lo rígida que yo considero debe ser. Sin ser incómoda pero sin que sientas que vas en una alfombra mágica. No tendría sentido en un coche de este segmento.
El tacto de todo es en general el esperado. La dirección, los pedales… Sí, el motor vibra bastante y ofrece unas prestaciones notables pero quizá algo justas para determinado tipo de cliente. Pero bueno, para esos está el ‘150’. Ah, y tiene por supuesto los típicos asistentes a la conducción pero, aparte de no ser nada pesados, pueden desconectarse fácilmente desde la instrumentación.
En general el T-Cross es un coche que recomendaría a quien busque un SUV urbano y se lo pueda pagar. Es válido para familias también, puesto que si los niños son pequeños se pueden deslizar los asientos hacia delante y disponer de un generoso maletero.
¿Partes malas? Yo lo condensaría en dos. Una es que a poco que lo equipes o pretendas acceder a acabados superiores, ya requiere una inversión considerable. El coche no es caro para lo que ofrece, pero aún así. La otra es la instalación del módulo táctil para el control del climatizador, mucho peor que el normal de su antecesor. Bueno, cosas que se le pueden perdonar a un coche que, en términos generales, es susceptible de ser recomendado.