Conducir con seguridad es el valor fundamental que debe tener siempre un conductor cuando se pone al volante de su vehículo. Cada viaje es diferente y, como nunca sabes lo que te vas a encontrar, es mejor estar preparado para cualquier eventualidad. En invierno, es más normal que la climatología adversa nos acompañe durante la conducción.
Lo primero que debemos saber es que si realizamos un correcto mantenimiento de nuestro automovil durante todo el año, no deberemos preocuparnos a la hora de conducir con buen o mal tiempo. No obstante y como es lógico, ante un viaje con condiciones meteorológicas adversas es necesario tomar una serie de precauciones y conocer cuáles son los elementos de seguridad de nuestro coche que pueden ayudarnos en la conducción.
Lo primero que debemos tener controlado son los neumáticos. Como siempre decimos, los neumáticos son el único punto de contacto entre el vehículo y el suelo, por lo que su mantenimiento debe ser minucioso. En el mercado hay gran variedad de opciones de primeras marcas que te garantizarán un buen agarre cuando tengas que conducir sobre hielo, nieve o lluvia. Además, si tu residencia está en una zona especialmente fría, es recomendable la utilización de los neumáticos de invierno.
Las luces son otro elemento fundamental de seguridad, ya que ayudan a que el resto de conductores nos vean y a poder visualizar correctamente la carretera en condiciones de poca iluminación o de mal tiempo. Por esta razón es fundamental que todo el sistema de iluminación del coche esté en perfecto estado. Los fabricantes, conscientes del peligro que implica la conducción nocturna, no dejan de lanzar nuevas tecnologías como los xenón o incluso las luces direccionales.
El ABS, un sistema obligatorio en todos los vehículos que se comercializan desde 2004, evita que las ruedas se bloqueen al frenar. De esta forma, se mejora la frenada y se mantiene el control de la dirección, evitando muchos accidentes. Por otro lado, otra de las grandes innovaciones en materia de seguridad es el ESP o control de estabilidad, obligatorio en todos los coches de nueva fabricación desde noviembre de 2014 debido a su gran efectividad. Trabaja en coordinación con el sistema ABS y es capaz de controlar la velocidad de giro de las ruedas, medir el ángulo de giro de la dirección, la posición del pedal del acelerador, la aceleración lateral y si el coche tiende a girar sobre su propio eje, corrigiendo la posición del vehículo.
Por último, otro elemento clave y que también fue creado en base al ABS es el denominado control de tracción. Ayuda a prevenir la pérdida de adherencia de las ruedas y, por tanto, evitan que patinen cuando nos excedemos pisando el acelerador y el firme está muy deslizante, por ejemplo, con hielo. También es muy útil al iniciar la marcha sobre superficies con poca adherencia.