El Desierto de los Niños 2018: la aventura, desde dentro

Tras la finalización de cada edición del Desierto de los Niños de estos últimos años, me asaltaba el deseo de acudir y comprobar de primera mano las excelencias que pregonaban todos los que asistían a esta peculiar singladura por tierras marroquíes y, finalmente, este año, en la edición décimo cuarta, he hecho realidad este deseo junto a mi familia.


Cuando te hablan de ir a Marruecos y circular por el desierto, lo normal es que pienses en la típica excursión donde vas a destripar el vehículo por pistas de piedras inacabables pegando saltos sin parar, haciendo derrapadas increíbles o tirando de pala para desatascar el vehículo en las dunas, pero la aventura del Desierto de los Niños, además de permitirte pilotar por las infinitas pistas de todo tipo de dificultad que ofrece el desierto y complicarte la vida todo lo que desees, te hace disfrutar de un viaje con un alto grado de componente lúdico y social, cuyo fin último es vivir junto a tu familia una Semana Santa diferente, donde la convivencia con los habitantes del sureste de Marruecos suponga una experiencia inolvidable, y los niños, verdaderos protagonistas de esta excitante aventura, (no en vano, su lema es «La aventura de los niños donde también pueden asistir los mayores») desarrollen en su interior la cualidad de ayudar siempre a los más desfavorecidos con el pago a cambio de una sonrisa sincera y feliz que, a buen seguro, llenará sus corazones por mucho tiempo.

El Desierto de los Niños es una ruta-travesía de carácter amistoso y de ayuda social en la que, durante ocho días, se recorren distintas zonas de Marruecos llevando ayuda (ropa, juguetes, cuadernos, lápices…) a varias guarderías infantiles del sureste del país, construidas durante los últimos años por la asociación del Desierto de los Niños (ADN) para escolarizar a los menores de seis años. Además, este año se han regalado sillas de ruedas a un centro de discapacitados y se ha entregado un cheque de más de 20.000€ para construir una nueva guardería infantil en la localidad de Fezzou, junto a otro cheque que garantiza el material escolar de la guardería por tres años. Otro de los proyectos solidarios realizados ha venido de la mano del RACE, que ha entregado decenas de chalecos reflectantes en varias escuelas, como continuación al plan #dejatever (#staybright) que comenzaron este invierno en España junto a catorce países más y junto con la Federación internacional de Automovilismo (FIA), para alertar a los menores de la necesidad de dejarse ver en las calles y carreteras mediante la utilización de los chalecos.

El Desierto de los Niños 2018

A su vez, y gracias a la Fundación Alain Afflelou, se han realizado más de 1.200 graduaciones de vista a los habitantes de distintas poblaciones, repartiendo gafas de sol a todos los que no tenían problemas visuales, y gafas graduadas a aquellos que las necesitaban. Toda esta labor humanitaria, no sería posible sin la impagable ayuda que la marca de automóviles Hyundai lleva aportando durante ya catorce ediciones al Desierto de los Niños, aportando coches para el transporte de los miembros de la organización y los periodistas que cubren dicho evento, así como de la aportación de una cantidad económica con la que cubrir parte de los gastos de esta grandiosa aventura.

En mi caso particular, para acometer con éxito la décimo cuarta edición del Desierto de los Niños, dispuse de un completísimo Hyundai Santa Fe 2.2 CRDi 4×4 de 200 CV de potencia con terminación Style y paquete Safe, al que no le faltaba ninguno de los extras disponibles para hacerte la conducción más fácil. Además del paquete Safe, se le instaló una plancha de aluminio en los bajos para proteger el cárter del golpeo de alguna incómoda piedra, y se le dotó de unas nuevas llantas con neumáticos TT mixtos de la marca KUMHO para circular sin problema por cualquier tipo de terreno.

Con el coche listo, y cargado hasta las trancas, salimos de Madrid dispuestos a llegar lo antes posible a Tarifa, punto de encuentro para embarcar rumbo a Tánger temprano, pues daban temporal a partir de media tarde y existía el peligro de no poder cruzar y quedarnos en la península.

El Desierto de los Niños 2018

Tras una travesía algo movida, desembarcamos en Tánger y nos dispusimos a superar lo más difícil de la primera etapa, que no es otra cosa que despachar los papeles de la aduana para entrar en Marruecos. Son una gente encantadora pero no tienen prisa ninguna, y el ordenado desorden lo gestionan como pueden y de la mejor manera posible. Con mucha paciencia, y tras cerca de tres horas parados, nos preguntaron si llevábamos drones o armas, y al contestar negativamente, por fin nos dieron el visto bueno para pasar junto al papel de la importación temporal del vehículo. Al final parece que sí tienen controlado el descontrol.

Tánger es una ciudad cosmopolita del norte de Marruecos que ha evolucionado mucho en los últimos años pero, a pesar de ello, el cambio que notas nada más entrar es significativo. Han llenado las calles de caóticas rotondas donde no se cede el paso a nadie. Es la jungla, asoma el morro y lánzate rápido si quieres atravesarla porque como dudes te comen la tortilla. El ritmo era frenético, y el recibimiento nos metió de lleno en harina consiguiendo que empezáramos a mimetizarnos con el entorno de manera rápida, aunque este maremágnum fue un espejismo comparado con lo que nos fuimos encontrando en los días siguientes.

El tiempo tormentoso con un aire huracanado de la noche provocó que varias habitaciones del hotel se llenaran de agua y muchos no pudieran descansar, pero a primera hora todos estábamos listos y con mucha ilusión para iniciar cuanto antes nuestro periplo por tierras de Marruecos. Tras el primer y último briefing multitudinario de la aventura, en el que se presentaron todos los miembros de la organización incluidos los «sufridores» animadores de los niños, se dieron las recomendaciones para la ruta y se hicieron los distintos grupos en función de si disponías de un SUV o un TT puro. Salimos por autopista dirección a Meknes, una de las cuatro ciudades imperiales de Marruecos situada en un valle verde al pie de las montañas del Atlas medio.

El Desierto de los Niños 2018

Tras un viaje sin contratiempos y la obligada parada en medio de un verde campo para almorzar, en la que los más pequeños empezaron a entrenar con el balón, preparando el futuro enfrentamiento contra los jóvenes de la localidad de Fezzou, llegamos a Meknes. Como no podía ser de otra manera, una vez asentados en el hotel cogimos un taxi y nos fuimos a ver la medina, declarada patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO. Después de perdernos un buen rato por sus transitadas y bonitas calles y por la plaza de el-Hedim, recalamos de nuevo en el hotel dispuestos a descansar para afrontar la dura jornada del día siguiente en la que cruzábamos el Gran Atlas dirección a Erfoud.

Durante la tercera jornada de trayecto vivimos una situación extraordinaria, pues en el mismo día nos encontramos con lluvia, nieve, sol y una tormenta de arena. Un auténtico menú completo de la meteorología de Marruecos en una sola jornada. La nieve nos sorprendió cuando estábamos parados viendo los curiosos monos blancos de las montañas del Atlas, primos hermanos de los que encontramos en Gibraltar, mientras que la tormenta de arena llegó mientras visitábamos el Gran palmeral de Tafilalet, donde más de 800.000 palmeras datileras se asientan en el último gran oasis antes de llegar al desierto. Erfoud se presentaba ante nosotros con un tiempo primaveral y unas extensiones desérticas inacabables. Nuestro primer reto estaba cumplido, el Hyundai Santa Fe había respondido de manera efectiva en las complicadas carreteras marroquíes. No esperaba menos, pero era a partir de este punto donde empezaba la verdadera misión del Desierto de los Niños, llevar ayuda a las guarderías construidas por la ADN en el sureste de Marruecos, concretamente en las aldeas de Esifa, Tamarna y Fezzou por pistas y caminos exigentes.

En la guardería de Esifa nos recibieron con mucha expectación y alegría y nos obsequiaron con leche de cabra y dátiles. Tras dejar parte de la ayuda en la guardería y derramar más de una lágrima por la emoción, tomamos camino de Tamarna donde la ADN había construido su última guardería y verdaderamente era la más necesitada. Al pasar por delante pensábamos que no había nadie porque estaban las puertas cerradas, pero un ligero movimiento de la puerta nos hizo dar la vuelta y descubrir a todos los pequeños sentados formalmente esperando nuestra visita. Fue un momento mágico, mientras íbamos dejando todo el material que habíamos llevado a la guardería aparecieron muchos más niños y la profesora no paraba de darnos las gracias. La verdad es que las gracias se las tenemos que dar nosotros a ellos por esas sonrisas que nos llenaron a rebosar de alegría el corazón.

El Desierto de los Niños 2018

El final de la jornada nos esperaba en Fezzou, donde los habitantes del poblado habían preparado unas haimas para ofrecernos una pizza típica de los bereberes, junto a su tradicional té y los más jóvenes formaban para disputar el esperado partido de futbol España – Marruecos. En esta etapa tuve la mala suerte de sufrir un pinchazo, pero no me di cuenta de él hasta que aparcamos el coche al final de la jornada, y me avisaron que tenía la presión del neumático trasero izquierdo un poco bajo. Al darle aire comprobamos que tenía un pinchazo en el flanco lateral y que era imposible repáralo con el kit que levábamos, así que cambiamos la rueda por la de repuesto y al día siguiente la llevé a un taller para repararla de manera fiable. Gracias a Vicente y Jorge por vuestra ayuda e interés en el cambio de rueda.

Durante la tarde y antes del ocaso, practicamos juegos, cantes típicos, graduación de la vista a los habitantes por parte de las simpáticas chicas y chicos de la fundación Alain Afflelou, visita a la antigua Kasbah, espacio fortificado de origen bereber donde las personas se protegían contra los ataques de otros clanes o familias y de las tormentas de arena (en Fezzou existen cuatro viejas Kasbah donde vivían una media de 50 familias de 10 miembros cada una) para acudir entrada la noche a la inmensa haima que nos daría cobijo esa noche en mitad del desierto. Por la mañana, la ADN, mediante una cadena de niños formada por los de la aldea y los participantes del Desierto de los Niños, trasladaron el material traído para la ocasión del camión a la guardería existente. A su vez, se entregaron varios cheques válidos para acometer la construcción de una nueva guardería más grande situada lejos de la carretera, y de otro que aseguraba el material necesario para mantener la guardería en funcionamiento durante tres años. Ante la emoción de los momentos vividos junto a los habitantes de Fezzou, pusimos rumbo al hotel Tombouctou de Merzouga para disfrutar de la extraordinaria cadena de dunas existente, sin rueda de repuesto y con los dedos cruzados para no volver a pinchar.

El Desierto de los Niños 2018

En Merzouga se alzaba imponente la gran Duna, y como no podía ser de otra manera, tomé mi cámara y me fui hasta las dunas donde los más pequeños ya jugaban con una tabla de bodyboard tirándose por las inmaculadas dunas. Algunos coches se fueron a dunear y, como era de esperar, tuvieron que utilizar las planchas de arena para sacar algún coche.

La siguiente etapa de Merzouga a Erfoud resultó ser un reto de conducción por arena, ya que la mayor parte del trayecto transcurrió por un río de arena cercano a las dunas en el que, tras bajar presiones de los neumáticos, los coches se comportaron de manera excepcional, ninguno se quedó atascado, aunque hubo varios amagos. Terminado el trayecto por el rio, tocó subir las presiones a su nivel normal antes de comer para seguir posteriormente por pistas con multitud de piedras hasta llegar a una cantera de fósiles que visitamos antes de recabar en el hotel Xaluca de Erfoud, donde nos esperaba una jornada de descanso para visitar las localidades cercanas.

En mi caso, no satisfecho con todos los kilómetros recorridos, decidí ir junto a varios adolescentes a seguir recorriendo las pistas de Marruecos. Seguía necesitado de más emoción, así que nos fuimos junto a un nutrido grupo de TT puros con nuestro Hyundai Santa Fe a visitar la Escalera Celeste, la Ciudad de Orión y la Espiral áurea, construcciones diseñadas por el alemán Hannsjorg Voth en 1940 que se sitúan en la llanura de Martha en la provincia de Er-Rachidia.

El Desierto de los Niños 2018

La escalera celeste tiene 23 metros de altura y 52 escalones y en su interior existen varias habitaciones a las que se accede desde la parte superior por una escalera de caracol. La Ciudad de Orión representa de manera tridimensional la constelación de Orión según un poema sumerio y la espiral áurea parte de un pozo central y se edifica en forma de caracol.

Después de ver estas edificaciones hechas en mitad del desierto sin nada cerca en kilómetros, nos fuimos hasta los pozos de Yorf, una antigua canalización subterránea que se construyó para llevar el agua desde el Atlas hasta los cultivos de Erfoud. Estos pozos se realizaron cada 10 metros durante 45 kilómetros. En estos momentos ya no tienen circulación de agua y se emplean por los bereberes para dormir en la época del ramadán. Se está muy fresquito dentro. El último trayecto nos trasladaba hasta la conocida montaña Garade Medouar, más conocida como La Momia, una montaña que se alza en medio de la nada y donde se rodaron películas como el Príncipe de Persia o La Momia de la que toma el nombre. Antaño fue una cárcel portuguesa, y su acceso al interior en coche obliga a realizarlo de manera muy pausada por la dificultad y el estado del terreno, pero una vez arriba, las vistas son espectaculares. Finalizada la ruta nos dirigimos por carretera a Erfoud, muy satisfechos con el comportamiento del Hyundai Santa Fe que no desmereció en nada a los potentes TT puros.

Tras el merecido descanso en el hotel, nos dispusimos a afrontar una maratoniana jornada que nos trasladaría por carretera hasta Melilla para embarcar rumbo a Málaga donde terminaba nuestra espectacular aventura.

El Desierto de los Niños 2018

Muchos son los aspectos a valorar en esta ruta-travesía del Desierto de los Niños. Por un lado, el aspecto humanitario por el que nuestros corazones volvieron llenos de sonrisas sinceras y agradecidas. Por otro, la convivencia de los más jóvenes con muchachos de su edad que no tienen las mismas oportunidades ni medios que ellos y que aun así son felices, el disfrute de un paisaje extraordinario cambiante en cada metro y por último, el excelente comportamiento del Hyundai Santa Fe CRDi 4WD en un terreno muy exigente. No te puedes imaginar que un coche de siete plazas, aparentemente desarrollado para circular por carreteras bien asfaltadas se comporte de manera excepcional en todo tipo de terrenos, piedras, arena, baches, carreteras con el asfalto degradado…

Durante todos los días de trayecto, circulando por pistas con múltiples ondulaciones, llenas de piedras y con baches que recolocaban el equipaje, tengo que destacar la comodidad que ofrece el Santa Fe a los ocupantes. En ningún momento sufrimos de molestias en la espalda, pero no solo mi Santa Fe se comportó como un auténtico todoterreno. Los Hyundai Tucson asistentes y los nuevos Kona dejaron muestras de su versatilidad.

Ya estamos contando los días que faltan para la celebración de la próxima edición. Gracias a Hyundai por hacer realidad con su apoyo el Desierto de los Niños, a todos los organizadores por el cuidado exquisito que nos han brindado a los asistentes durante toda la aventura y sobre todo, muchas gracias de corazón a los habitantes de esas pequeñas aldeas, niños, jóvenes y mayores que nos han dado una auténtica lección de vida.

El Desierto de los Niños 2018

Scroll al inicio