Desde su fundación en 1909, Bugatti ha tenido su cuartel general en Molsheim, una localidad francesa situada en la región de Alsacia. No obstante, en 2005 se construyó un ‘Atelier’ (taller en francés y nombre que usaba Ettore Bugatti para referirse a su fábrica) completamente nuevo para acoger el proyecto Veyron. Este lugar, de unos 1000 metros cuadrados y con aspecto de laboratorío espacial, se ha modernizado aún más para poder dar vida al nuevo superdeportivo de la marca: Bugatti Chiron.
Cada Bugatti Chiron requiere de alrededor de seis meses de trabajo. Las primeras 12 unidades ya están en pleno proceso de construcción y Bugatti tiene previsto fabricar hasta 70 de estos automóviles cada año hasta entregar las 220 unidades que, de momento, ya están encargadas. Un total de 20 empleados trabajan en el Atelier montando a mano las más de 1.800 piezas individuales que componen cada coche.
En el taller de Bugatti no hay cadenas de montaje, ni robots. El único elemento electrónico que se utiliza es el EC nutrunner, una sofisticada llave dinamométrica que avisa al operario que se ha aplicado la fuerza correcta. Todo el proceso de montaje es minucioso e incluso exageradamente preciso. Tanto es así que cada operario debe registrarse antes de apretar cada pieza o tornillo. El más mínimo fallo, por ejemplo en los circuitos de refrigeración, podría tener consecuencias fatales en el Bugatti Chiron.
El Bugatti Chiron se va ensamblando, paso a paso, en un total de 12 estaciones. Cuando el subchasis delantero y trasero, junto con el motor y la transmisión se unen al monocasco de fibra de carbono, el proceso de construcción conluye. No obstante, antes de llegar a eso se necesitan tres días para completar la instalación del interior, tres semanas para aplicar las diferentes capas de pintura y un largo etcétera de procesos artesanales.
Cada Bugatti es único y se fabrica de acuerdo con los deseos personales del cliente, que se reúne con el mismísimo diseñador del vehículo. La versión más básica cuenta con 23 colores de acabado y ocho variantes de fibra carbono para el exterior, mientras en el interior se pueden elegir entre el cuero en 31 colores diferentes o alcántara en ocho colores, así como 30 tonos de costuras, 18 de alfombrillas y 11 colores de cinturón. Y es que con su programa de personalización ‘La Maison Pur Sang’, Bugatti está en condiciones de satisfacer todos los deseos de un cliente, siempre y cuando, se cumplan los estándares de estilo y calidad de la marca.
Una vez decididos todos los detalles de personalización, Bugatti pide todas las piezas a sus proveedores en Europa y empieza a trabajar. El bloque motor W16 de 1.500 CV que guarda en su interior el Bugatti Chiron no se produce allí, sino que llega ya ensamblado desde la fábrica de Volkswagen en Salzgitter. Cada propulsor pesa 628 kilos y aunque es 500 CV más potente que el motor del Veyron, su peso es el mismo.
Antes de ser entregado, el Chiron es probado en carretera a velocidades sostenidas y probado a más de 250 km/h en la pista del aeródromo de Colmar (Alsacia). Además, se realiza una comprobación visual en el túnel de luz de la compañía para corregir el más mínimo detalle y se corrigen a mano las pequeñas imperfecciones que pueda tener la pintura de la carrocería. Por otro lado, el Chiron es sometido a lluvias torrenciales y monzónicas de diversas intensidades durante 30 minutos para comprobar su resistencia.
Sin duda, el Atelier de Bugatti en Molsheim es una auténtica fábrica de sueños al que sólo unos pocos privilegiados pueden acceder. La entrega de las primeras unidades del Bugatti Chirón está prevista para el primer semestre de este mismo año y el precio de cada uno de ellos es de aproximadamente 2 millones de euros.
