Con banderas ondeando al viento, una chimenea crepitando y la voz grave de Harrison Ford hablando de la vida, la libertad y la amistad, el anuncio de Jeep en la Super Bowl parecía otro intento de reconciliación nacional. Pero no. Olivier François, el director de marketing de Stellantis, insiste: se trataba de la cultura Jeep, no de política. Aunque claro, con una marca que ayudó a «liberar Europa» y un discurso sobre la «libertad de elegir», la interpretación quedó abierta.
Durante dos minutos, el anuncio alternó imágenes de Jeeps trepando montes y cruzando ríos con reflexiones de Harrison Ford como «la libertad es el rugido del motor de un hombre y el silencio del de otro». Es decir, Jeep ofrece gasolina, híbridos y eléctricos para todos los gustos. El broche lo puso el propio actor: «Este Jeep me hace feliz… aunque me llamo Ford». Un toque de humor a costa del eterno rival.

En la otra esquina, Ram apostó por una estrategia opuesta: acción, humor y un cuento infantil convertido en epopeya todoterreno. El actor Glen Powell, en el papel de una Ricitos de Oro musculada, probó distintas “camionetas”: una RamCharger eléctrica, una 2500 Rebel devoradora de terreno y una Ram RHO capaz de saltar un volcán. Osos incluidos. Con el «Panamá» del grupo Van Halen de música de fondo, el mensaje fue claro: hay una Ram para cada conductor.
La apuesta de Stellantis en el Super Bowl
Ambos anuncios coincidieron en algo: Stellantis quiere mostrar que la transición eléctrica no significa renunciar a la variedad. «No siempre tuvimos híbridos, ahora tenemos híbridos, pero también motores de gasolina para los que los prefieren», explicó François.
Eso sí, el rodaje del anuncio de Jeep tuvo su propio drama: filmado en Santa Clarita, se terminó justo antes de que los incendios forestales debastaran la zona. Mientras que Harrison Ford tuvo que ser evacuado, el director y el productor perdió su casa. Pero como dijo el ejecutivo de Stellantis: «El espíritu resistente del equipo lo hizo posible».

En una Super Bowl llena de anuncios exagerados y estridentes, Jeep apostó por la calma y la nostalgia, mientras que Ram se entregó al caos divertido. Al final, la elección fue del espectador. O, como diría Harrison Ford: «La vida no viene con un manual del propietario».
