Prueba del Porsche Panamera más racional: 4 E-Hybrid

Desde que el Porsche Panamera fuese lanzado en 2009, siempre ha representado la referencia en términos dinámicos dentro del segmento de las berlinas de lujo, lo cual se maximizó en 2016 con la segunda generación y se perfeccionó con determinadas versiones posteriores.

En la actualidad su gama es enorme, mucho más nutrida que la de sus rivales, con siete motorizaciones y tres carrocerías (normal, Executive y Sport Turismo). Hay cuatro propulsores de gasolina entre 330 y 630 CV y tres opciones híbridas, las tres enchufables. Los Panamera híbridos son los siguientes:

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Así es la gama Porsche Panamera E-Hybrid

Los tres Panamera Panamera híbridos enchufables emplean un motor eléctrico de 136 CV bajo el capó delantero y una batería de 17,9 kWh de capacidad bruta que se ubica detrás. La principal diferencia entre ellos se halla en que los dos primeros llevan un motor 2.9 V6 biturbo (de 330 y 440 CV respectivamente) y el tercero un 4.0 V8 biturbo de 570 CV. La tracción es total y la transmisión es siempre de doble embrague y ocho velocidades.

Con esos niveles de potencia, sinceramente, esta versión de 462 CV ya resulta más que suficiente para obtener prestaciones altísimas, pues por ejemplo se planta en 100 km/h desde parado en 4,4 segundos y alcanza 280 km/h. Aparte, es la elección más lógica dentro de la gama, pues incluso sale sensiblemente más barato que el Panamera 4 Platinum Edition de gasolina con 330 CV.

Es más, en la gama Panamera, todos los híbridos enchufables son sobre el papel más sensatos que los de gasolina equivalentes, puesto que cuestan algo menos y aportan un motor eléctrico que les dota de una autonomía eléctrica media de unos 42 km reales, así como la correspondiente etiqueta 0 de la DGT.

Así es por dentro el Porsche Panamera E-Hybrid

Hay una calidad de acabados y un nivel de refinamiento sublimes aunque, siendo honesto, hay mucho equipamiento opcional, tanto tecnológico que decorativo, que incrementa la factura final de forma más que apreciable. De hecho, la unidad que hoy probamos roza los 150.000 euros.

En casi cualquier Porsche, la lista de opciones es muy larga. En el caso del Panamera 4 E-Hybrid, yo citaría tres elementos especialmente recomendables: los faros matrix led que cuestan 1.077 euros (los de serie son de led, pero no matriciales), las cámaras surround view que salen por 859 euros (muy útiles en un coche que mide 5,05 metros de largo y 1,94 metros de ancho) y el eje trasero direccional, que por 1.815 euros mejora notablemente la agilidad y la maniobrabilidad.

Las plazas delanteras son perfectas, con bastante espacio y una postura de conducción excelente. Vas sentado marcadamente más bajo que en cualquiera de sus rivales y eso enfatiza un poco el carácter deportivo del modelo. El software multimedia es muy intuitivo y la consola central, aunque ahora es táctil, funciona muy bien.

Detrás, la habitabilidad ya no es tan buena, aunque sí correcta para dos adultos. En un Audi A8 o en un BMW Serie 7 hay más espacio. En cualquier caso, tanto delante como detrás, la calidad de acabados y el cuidado por los detalles alcanzan un nivel tan altísimo como se espera de un automóvil de esta clase. Por cierto, la batería se ubica bajo el maletero, mermándolo de 495 a 403 litros de capacidad, aunque se aprecian muy aprovechables.

Así va el Porsche Panamera E-Hybrid

Si el interior transmite muy gratas sensaciones, la conducción te termina de embaucar si la comparas con la de sus potenciales rivales directos. Pero maticemos esto. La condición de enchufable implica añadir un motor eléctrico, una pesada batería y diversos elementos auxiliares que, en consecuencia, inevitablemente elevan la masa total. Como resultado, este Panamera 4 E-Hybrid pesa 310 kg más que el Panamera 4 de gasolina, alcanzando 2.210 kg.

Por tanto, sus capacidades dinámicas se ven afectadas negativamente, lo cual es entendible. Sin embargo, sigue siendo un coche de reacciones extraordinarias y una alta precisión de guiado. No hay un tacto deportivo aquí, pero sí transmite sensaciones que denotan que la base del vehículo sí es de corte relativamente deportivo.

Obviamente, si quieres un Panamera deportivo debes irte a por el GTS, pero incluso en la versión más opuesta a ese aspecto, que es precisamente esta, puedes apreciar buenas cualidades. Incluso incluyendo los frenos, que trasladan al pedal un tacto fantástico teniendo en cuenta que el coche es híbrido y, por tanto, lidia con una frenada regenerativa en paralelo a la hidráulica.

Sobre todo se notan esas buenas aptitudes en los modos de conducción Sport y Sport+ en los que, por cierto, la batería se recarga a un ritmo muy rápido por medio del V6, pudiendo aprovechar después esos kWh ‘gratuitos’. Aparte de esos dos modos, está el programa Electric, sólo seleccionable con carga en la batería, y Hybrid, que es, digamos, el que más usarás.

La autonomía eléctrica oficial de este Panamera es de 56 km, pero en condiciones reales difícilmente superarás los 45 km, que tampoco está mal. También puedes jugar con la gestión de la energía con los programas E-Charge y E-Hold, que respectivamente cargan la batería (por medio del motor térmico) o mantienen la carga para utilizarla con posterioridad.

¿Qué alternativas hay en el mercado?

En esencia, podríamos citar tres máximos competidores. Uno es el Audi A8 60 TFSIe, cuya parte eléctrica tiene elementos en común con el Panamera 4 E-Hybrid, respecto al cual además anuncia cifras muy similares: 462 CV de potencia y 59 km de autonomía eléctrica. Incluso casi cuesta lo mismo: 122.430 euros.

Por un poco más de dinero, hay un par de alternativas más competitivas en lo relativo a autonomía eléctrica: el BMW 750e declara 489 CV, 87 km de autonomía eléctrica y un precio de 133.200 euros. El Mercedes S 580 e anuncia 510 CV, nada menos que 116 km de autonomía eléctrica y 137.603 euros.

En cualquier caso, el Porsche Panamera es el que cuenta con mejores cualidades de los cuatro en lo que respecta al punto de vista del conductor. Corre, tiene reacciones directas y precisas y, sin ser un deportivo, aún brinda sensaciones claramente menos inexpresivas que las de sus tres rivales.