El nuevo Mini Countryman, modelo que va ya por su tercera generación, ha crecido en todos los aspectos. En el propio tamaño, en el apartado tecnológico, en eficiencia, en seguridad… Ya nos habíamos montado en él en su presentación y también pudimos conducirlo, artículos que te animamos a refrescar o a visualizar por primera vez, puesto que lo que haremos aquí, más que una prueba en sí, es contarte tres cosas que nos han gustado del modelo y tres que no.
Lo haremos conduciendo durante una semana un Mini Countryman C. ¿Qué es eso de la ‘C’? Bueno, empecemos por diseccionarlo.
Así es el Mini Countryman C
La ‘C’ es la denominación comercial para la versión de acceso a la gama de gasolina del nuevo Mini Countryman. Equipa el motor 1.5 turbo de tres cilindros que desarrolla 170 CV en colaboración con un pequeño propulsor eléctrico de 19 CV y de una batería de 0,96 kWh de capacidad.
Puede acelerar de 0 a 100 km/h en 8,3 segundos y alcanzar 212 km/h homologando además un contenido consumo de 5,9 L/100 km. Su precio parte de 39.600 euros. Vayamos con lo que nos gusta y con lo que no.
Las 3 cosas que nos gustan
- Amplitud: Es bastante espacioso en todas las cotas y lo complementa con un correcto maletero de 450 litros de capacidad que dispone de doble fondo.
- Este módulo de mandos: La sección de botones que hay justo debajo de la pantalla está muy bien. Tiene el selector de la transmisión, el curioso mando giratorio de puesta en marcha, el selector de experiencias de conducción y la ruleta de volumen de audio.

- Su gama: Aunque el Mini Countryman se haya desprendido de su versión híbrida enchufable, la cual a nosotros nos parecía interesante, sigue contando con buena amplitud de gama. Hay tres motores de gasolina (de 170, 218 y 300 CV; sólo el último sin etiqueta ECO), uno diésel de 163 CV con etiqueta ECO y dos eléctricos de 204 y 313 CV con etiqueta CERO.
Y las 3 cosas que no
- La pantalla: Visualmente mola mucho, pero es poco funcional. Ya no es que englobe prácticamente todo, es que no es especialmente rápida ni intuitiva. Tiene algunos menús algo ambiguos y para mí es innecesariamente liosa. Cuestión de hacerse a ella, supongo, aunque no en poco tiempo, ya te lo digo yo.

- Las experiencias: Ya no hay modos de conducción, sino experiencias. Vivid, Core, Timeless… Son ganas de complicar las cosas, con lo fácil que habría sido mantener los programas Green, Normal y Sport de toda la vida.
- La conducción: No es que vaya mal, al contrario, es estable, cómodo… Pero no queda ni rastro de la esencia Mini. En cierto modo no podría ser de otra manera hablando de un coche que mide 4,44 metros de largo y pesa más de tonelada y media. Lo que sucede es que al conducirlo no sientes que llevas un Mini. Se parece demasiado a un BMW X1, con el que tanto comparte.
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