Hace unos meses, el Grupo Stellantis presentaba una nueva versión de su archiconocido motor 1.2 PureTech al que añadía un sistema de hibridación ligera de 48 voltios que, a diferencia de otros sistemas de este tipo, en sus coches sí es capaz de mover al vehículo por sí solo. Ese motor llega ahora al Opel Grandland, dando como resultado el Opel Grandland GS 1.2 T Hybrid 136 de esta prueba.
Estéticamente, este Opel Grandland es idéntico al presentado hace un par de años, y cuya principal diferencia estaba en el frontal, con unos faros rectangulares integrados en la parrilla central negra. Se trata de un SUV de 4,47 metros de largo que comparte plataforma con otros modelos del Grupo Stellantis, como el Citroën C5 AirCross o el Peugeot 3008.
En cuanto a esta versión en concreto, sólo se ofrece con el deportivo acabado GS, tiene tracción delantera, cambio automático de doble embrague con seis marchas y el comentado sistema de hibridación ligera que le permite contar con la etiqueta Eco de la DGT.
Así es por dentro el Opel Grandland híbrido
En el interior no hay cambios comparado con otros Grandland. Eso significa que se abusa del plástico duro negro piano tan de moda en todas las marcas y que es el mejor material para no verlo limpio jamás: siempre está lleno de polvo y con los dedazos marcados. Mira que me esmero en limpiarlo cada vez que voy a hacerle fotos o vídeos; pues no hay manera, siempre hay polvo.
El salpicadero da una buena sensación de solidez, pero es cierto que los plásticos duros de las zonas más escondidas o los remates de algunas partes podría estar más cuidada. Nada grave, pero es así.
El puesto de conducción está bien resuelto por la posición al volante, porque el asiento es cómodo y porque su sujeción no es mala para las pretensiones de un coche de este tipo. Hay una gran pantalla central para manejar la mayoría de las cosas, y justo debajo hay una serie de botones para acceder de forma directa a cada menú. El climatizador tiene sus propios mandos (¡gracias!) y justo delante del mando de selección del cambio encontramos algunos botones para desconectar el control de cambio de carril o el Stop&Start (¡gracias de nuevo!).
Eso ayuda a que sea relativamente sencillo navegar por la pantalla central, que recuerda irremediablemente a la que podemos encontrar en otro modelos del Grupo Stellantis.
¿Y por espacio? El maletero, con 514 litros y doble fondo, está muy bien. Y las plazas traseras también cumplen muy bien, pues hay espacio para que dos adultos viajen y a sus anchas y para que un tercero pueda viajar también con mínimo de dignidad. No hay banqueta trasera corrediza, aunque sí una salida de climatización independiente y una toma USB en la zona el túnel central (que, por cierto, no es demasiado voluminoso).
Así va el Opel Grandland híbrido
El motor es la gran novedad de este Opel Grandland. Como decíamos, se trata del famoso bloque 1.2 turbo de tres cilindros al que se le ha añadido un motor de 29 CV y una batería con una capacidad útil de 0,89 kWh. En total, rinde 136 CV.
Por prestaciones va muy bien. Anda lo que esperas que tiene que andar, con una respuesta intensa a bajo y medio régimen. El cambio de seis marchas se puede manejar de modo automático o manual a través de las levas y, en cualquiera de los dos casos, tiene un funcionamiento bastante bueno.
Eso sí, desde el punto de vista del refinamiento, hemos encontrado algún punto de mejora que no habíamos apreciado en otros dos modelos el Grupo que habíamos probado con este motor: un Opel Corsa (aunque en su variante de 100 CV) y un Citroën C5 AirCross (en teoría, el mismo coche que el Grandland).
La cuestión está en que, en carretera, va muy bien, independientemente de que sea autopsita o una de curvas. Pero, en ciudad a muy baja velocidad, o moviéndonos despacio por un garaje, se notan pequeños tironcitos en función de si va en eléctrico, o pasa a gasolina, o pone primera cuando podría ir perfectamente en segunda velocidad. Nada grave, de nuevo, pero con un poco más de finura quedaría un coche mucho más perfecto.
Insisto en que esto no nos ha pasado en los otros dos coches, motivo por el que quizá se deba a algo de esta unidad concreto.
En cuanto a consumo, el resultado es bueno. Partimos de un motor que ya de por sí consume relativamente poco, y el sistema de hibridación ligera le ayuda a que este consumo sea un poco más contenido en ciudad. Homologa una media de 5,5 L/100 km, aunque en la práctica lo normal es moverse en torno a 6-6,5 L/100 km si circulamos por ciudad y alrededores, pudiendo rozar los 7L/100 km si nos movemos por carretera subiendo algún que otro puerto.
Si nos centramos en el chasis, el Opel Grandland sigue siendo un SUV que no destaca en nada pero que cumple en todo. Un Citroën C5 AirCross es por ejemplo más cómodo, pero un Volkswagen Tiguan se muestra más ágil en zonas de curvas.
En cualquier caso, el Opel Grandland es un coche más indicado para largos viajes por carretera o para el día a día de la ciudad que para las carreteras de curvas, aunque cumple sin problema en todo tipo de trayectos.
Cuánto cuesta el Opel Grandland híbrido
Este Opel Grandland GS 1.2 T Hybrid 136 sale por 35.100 euros, exactamente lo mismo que la versión 1.5 diésel de 130 CV. El 1.2 Turbo de 130 CV sale más barato y se queda en 31.400 euros, si bien es cierto que sólo se vende con cambio manual. Tanto el 1.2 Turbo como el 1.5 Diesel tienen etiqueta C de la DGT.
Frente a sus competidores, hay alternativas de al menos 4,40 metros y desde 130 CV con etiqueta Eco más asequibles, como el Renault Arkana TCe 140 (desde 27.001 euros), el Nissan Qashaqi DIG-T 140 (desde 31.200 euros) o el Kia Sportage 1.6 T-GDi 150 mHEV (desde 32.602 euros). Eso sí, el Opel Grandland sólo se comercializa con el deportivo y completo acabado GS.
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