Cinco multas de tráfico más antiguas que los propios coches

Alberto Pérez
Alberto Pérez

Si eres de los que piensa que las multas o las restricciones de tráfico son tan recientes como el automóvil, tal y como lo conocemos hoy día, estás muy equivocado, pues las sanciones son casi tan antiguas como el desplazamiento "no andado".

Si empezamos este artículo por orden cronológico, lo mejor será que empecemos por la primera sanción de la que se tiene constancia en la historia, y para conocerla, tenemos que poner el ojo, ni más ni menos, que en el antiguo Egipto, pues se descubrió un papiro con una antigüedad aproximada de unos 2.800 años donde se recoge una pena impuesta a un conductor tomado preso, que circulaba bajo los efectos del alcohol y a causa de esto, atropella a una niña y choca contra una estatua.

La pena impuesta fue de nada más y nada menos, que ser colgado de la puerta de la taberna donde había bebido hasta que los animales carroñeros hicieran desaparecer su cuerpo. Una medida excesiva, que seguro que hace que muchos ya miren el carnet por puntos con otros ojos.

Damos un salto histórico y nos desplazamos hasta Roma. En el año 1.300 D.C. el papa Bonifacio VIII, organiza una peregrinación multitudinaria hasta el Vaticano, pero a sabiendas de la muchedumbre que allí se apostaría, impuso la norma de que los vehículos circulasen por la izquierda, para evitar así excesivas aglomeraciones y creando un orden circulatorio. Esta ley, como sabemos, sigue vigente en muchos países hoy en día.

En nuestra región fue alterada la posición de circulación en los tiempos de Napoleón, imponiendo el normal ritmo al carril derecho. Y para los que os preguntéis por qué Inglaterra conserva aún la ley impuesta por el Papa Bonifacio VIII, es fácil, Napoleón jamás conquistó los territorios ingleses.

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Volvemos a avanzar en el tiempo y nos ubicamos ya en nuestro país, más concretamente hablamos de Isabel la Católica, quien dictó el primer código de sanciones en España, y en el cual se imponían normas de todo tipo, incluyendo circulatorias. Por aquel entonces, no existía manera de medir el grado de alcohol de los infractores, pero si eras detenido por embriaguez, debías de pagar una multa, decir adiós a tu carro, o incluso, para casos más graves, ingresar en prisión (con todo lo que conllevaba en aquellos tiempos).

Durante su reinado, Carlos III, propuso un control de tráfico entre Madrid y Aranjuez, ya que los accidentes eran constantes en el desplazamiento entre estas dos ciudades. Por lo que el monarca estableció un completo sistema sancionador, con el que además, el pago de las multas serviría para sufragar los gastos de mantenimiento de la vía (esto ya os suena más ¿verdad?). En este código se especificaban multas por cruzar por lugares prohibidos, romper guardarraíles o causar cualquier daño al mobiliario urbano por causas negligentes.

Ya aproximándonos más aún en el tiempo, la regente María Cristina, madre del monarca Alfonso XIII, estableció el reglamento para el servicio de automóviles por las carreteras del estado. En su artículo 20 especificaba que «el conductor que en el transcurso de un año infringiere dos veces las prescripciones a sus deberes, podrá ser privado de su permiso para conducir automóviles».