A la hora de robar vehículos, el único límite que tienen los ladrones se lo impone la imaginación. Como te hemos contado en anteriores ocasiones, estos delincuentes aprovechan cualquier situación para llevar a cabo sus actos. Normalmente, se valen del desconcierto de su víctima o de su buena fé, sustrayendo sus vehículos mientras se hacen pasar por mecánicos o indicando a las mismas que su coche presenta fallos.
A este respecto, la innovación de los ladrones les ha llevado a emplear fruta para llevar a cabo sus robos. ¿Cómo? La esparcen por la carretera o en la zona donde van a robar para obligar al vehículo a parar para evaluar la situación. Sobre el tipo de fruta, emplean naranjas o limones, cuya morfología y tamaño puede hacer que el vehículo de la víctima no pueda evitar pisarlas. Ahí no acaba el plan; y es que estas piezas de fruta esconden en su interior piezas metálicas que, al pasar por encima, pueden provocar que un pinchazo en el neumático.
Realizada la treta, los ladrones sólo tienen que seguir al vehículo ‘elegido’ hasta que su conductor se percate del pinchazo y se detenga, bien para tratar de repararlo por su cuenta o con la intención de llamar a la grúa. En ese momento, y aprovechando que el conductor está ocupado, los delincuentes se detienen a su altura y aprovechan para abrir las puertas del coche y robar todo lo que haya en el interior; huyendo a continuación. En el peor de los casos, pueden incluso amenazar a la víctima para que esta le dé todos los objetos de valor.
Lo recomendable en estos casos es tratar de detenerse siempre en lugares donde haya gente para evitar que los ladrones puedan llevar a cabo el robo. Si es necesario bajar, siempre hay que comprobar que no hay nadie sospechosos cerca. En caso negativo, la correcta forma de proceder es quedarse en el interior, con las puertas bloqueadas y llamar rápidamente a las autoridades pertinentes.
Otras formas curiosas de robar a los automovilistas
Como hemos dicho más arriba, la ‘picaresca’ de los ladrones es muy amplia. Recientemente, aprovechan entornos como los peajes o las áreas de servicio para pinchar las ruedas de los coches de sus víctimas. Nuevamente, se valen de la confusión generada para robar todo el interior del vehículo y desaparecer rápidamente.
Otra de sus ingeniosas prácticas les lleva a simular un accidente y, romper los retrovisores de la víctima forzando un accidente con sus propios vehículos. Tras haber provocado dicha acción, los ladrones proceden a llamar al «seguro». En realidad, al otro lado del teléfono hay un cómplice del ladron que se está haciendo pasar por personal de la compañía aseguradora.
De esta forma, la ‘aseguradora’ indicará a la víctima que el coche con el que ha tenido el accidente tiene matrícula extranjera y que el proceso para dar parte del accidente es muy lento. Y hacen creer a la víctima que, si esta abona una cantidad cercana a los 1.000 euros (que luego se le devolverá), el proceso se agilizará. Dinero que, por supuesto, nunca volverá a ver la víctima.
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