Así funciona Android Automotive: un fantástico sistema operativo para coches

Si quisiéramos describir con una palabra, y a la vista del funcionamiento de los modernos teléfonos móviles, el interfaz de cualquier coche actual, la palabra que se nos vendría a la cabeza sería patético. Y si procuráramos no herir la sensibilidad de los fabricantes… la palabra seguiría siendo patético.
Los interfaces de los coches actuales califican realmente bajo en cualquiera de los aspectos que se evalúan en un teléfono. Las pantallas no reaccionan con rapidez, los gráficos no son alucinantes, el software no se actualiza con frecuencia, la información no está personalizada y la oferta de aplicaciones desarrolladas por terceros es inútil o inexistente. Había que decirlo… y se ha dicho.
Obviamente, existen buenos motivos que explican ese patetismo. Para una marca de automóviles, desarrollar todas y cada una de las capas de un sistema operativo representa una labor ingente y muy poco agradecida que, encima, se realiza de cara a funcionar sobre un hardware que se especifica años antes del lanzamiento del vehículo, que por lo general nace obsoleto y del que se van a fabricar relativamente pocas unidades. Los fabricantes se defenderán diciendo que sus sistemas son fiables y resisten tanto el calor como las vibraciones. Llevan con la misma letanía desde que se inventaron el calor y las vibraciones. Será que los móviles funcionan en entornos estáticos y bajo temperaturas controladas…

La idea de Android Automotive OS llega para, por fin, cambiar las cosas. Aunque, antes de empezar a habla de él, hay un buen número de cosas que hay que aclarar. La primera es que Android Automotive (en adelante, AAOS) no es Android Auto. Android Auto es una aplicación de Android, y funciona como una proyección de la pantalla de tu móvil en la pantalla del coche, que también se utiliza como dispositivo de entrada de comandos. Cuando utilizas Android Auto, lo único que sucede es que tu teléfono deja de usar su pantalla y comienza a utilizar la de tu coche. El hecho de que Android Auto y Apple Carplay sean mejores que cualquier sistema nativo a la hora de realizar prácticamente cualquier tarea (quitando la de escuchar la radio y ajustar la climatización) subraya que no nos hemos excedido con lo de patético.
Lo segundo es que, en el pasado, esto de Android Automotive ya se ha tratado de hacer, con Linux. La alianza GENIVI, impulsada por BMW, ha tratado, durante casi dos décadas, de hacer en los coches algo parecido a Android Automotive, pero usando el sistema operativo de kernel monolítico Linux.
Han fracasado… y no ha sido por el sistema operativo. Linux es una herramienta brutalmente efectiva, pero carece de cuatro de los puntos fuertes que tiene Android Automotive, como son el contar con una entidad fuerte detrás (como Google), una enorme plataforma de usuarios que ya tienen una cuenta en la plataforma (Gmail), un enorme colectivo de desarrolladores que conocen el lenguaje y se mueren por crear aplicaciones para automóvil y una gama de killer apps como, por ejemplo, Google Maps o Google Music.
Lo tercero es que el SO que se revela como el gran perdedor de esta guerra, QNX, es un gran sistema operativo. Se trata de un sistema terriblemente fiable y estable, que presta servicio en aviones y satélites y que puede funcionar sobre prácticamente cualquier procesador y plataforma. Sin embargo, QNX adolece de los mismos puntos débiles de Linux, acompañados de una arquitectura que no le hace ideal para gestionar los grandes flujos de datos que requieren las aplicaciones multimedia. A cambio, nadie recuerda que un sistema multimedia basado en QNX se haya colgado jamás porque, con los sistemas operativos en tiempo real como QNX (o VxWorks, de Wind River), esas cosas sencillamente no ocurren.
El párrafo anterior puede dar a entender que AAOS representa ciertas concesiones en materia de fiabilidad y estabilidad… y no estás nada desencaminado. Los sistemas basados en Android son muy versátiles, pero poco estables. Los móviles Android se quedan ‘tostados’ con bastante frecuencia, y ese aspecto del funcionamiento no va a ser desconocido para los clientes de AAOS. Si la radio se cuelga, la temperatura no cambia o la cámara de visión trasera no se enciende… será que se le ha roto alguna tripa a AAOS, y toca reiniciar. Afortunadamente, un IVI no se ocupa de funciones demasiado críticas (siempre que no entendamos a la instrumentación como crítica).

En cualquier caso, ¿qué es exactamente AAOS? Se trata de una versión de Android puesta a punto para prestar servicio como IVI. Eso significa que ha sido modificada para adaptarse a las necesidades de un vehículo, como pueden ser el gestionar imágenes provenientes de varias cámaras, ofrecer un tiempo de arranque relativamente bajo, interactuar de forma segura con la red de datos del coche y, sobre todo, no distraer al conductor.
A la hora de comprender los sistemas operativos, estos suelen describirse como una serie de capas superpuestas, cada una de ellas más compleja que la anterior y de la que demanda servicios. De esta manera, y de abajo a arriba, AAOS nos ofrece una capa operativa, una capa intermedia, una capa de aplicación y una capa de interfaz con el usuario. Partiendo de esta base, y bajo su propia responsabilidad, el fabricante puede modificar todo lo que quiera, ya que Android es un sistema operativo gratuito y de código abierto. Sin embargo, y en la práctica, sería bastante estúpido aventurarse a modificar las capas inferiores (operativa e intermedia) porque son las encargadas de hacer todo el trabajo sucio, y es en ellas donde reside la seguridad y estabilidad del sistema operativo.
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La capa de aplicaciones es, probablemente, la más atractiva de cara al usuario. Gracias a ella, terceras partes pueden diseñar aplicaciones que se instalarán y ejecutarán en el coche, prestando servicios. De esta manera, va a ser posible instalar en el propio vehículo plataformas de contenido como Spotify o Netflix, navegadores alternativos como Waze, aplicaciones de mensajería como Telegram o, incluso, navegadores de Internet. Y todas van a funcionar de manera relativamente fluida y eficaz.
Por su parte, la capa de interfaz es aquella en la que el fabricante debería de echar el resto, sobre todo si no quiere que su coche tenga el aspecto de un Android ‘vainilla’ o Android AOSP. Esta capa permite incorporar los skins, que son modificaciones estéticas que brindan un estilo propio al sistema operativo. Es un asunto delicado, ya que el interfaz original de Android, concebido por la propia Google, ofrece un equilibrio terriblemente bueno entre simplicidad, belleza y fluidez.
Obviamente, Android Automotive también proporciona medios para gestionar tanto las actualizaciones como la seguridad del sistema y la seguridad durante la conducción. A propósito de esta última, AAOS introduce dos sistemas de control bastante interesantes. Por un lado, es el fabricante del coche el que debe de certificar qué aplicaciones va a permitir que se ejecuten en su vehículo. Por ejemplo, Polestar acaba de anunciar que ha escogido el explorador de Internet orientado a la privacidad Vivaldi como el primer navegador de Internet que se va a poder ejecutar a bordo de sus coches. ¿Tal vez preferirías utilizar Chrome, Brave, Firefox u Ópera? Bueno, en ese caso, tendrás que esperar a que el fabricante lo autorice.

Por otro lado, AAOS distingue entre cuatro estados diferentes de conducción (desconocido, aparcado, al ralentí y en movimiento), y esta distinción es la que permite decidir qué menús y aplicaciones son accesibles durante la conducción. Cada aplicación puede disfrutar de dos tipos de interfaz diferentes, uno convencional (válido en los primeros tres modos) y otro ‘enfocado’, simplificado y con botones más grandes.
A raíz de todo lo anterior, seguramente estarás comenzando a sospechar dónde reside uno de los relativos puntos débiles de AAOS: la flexibidad. La marca puede aprovechar todo lo que ha creado Google, y puede aventurarse a modificar aquellos fragmentos de software que no le encajen… pero no puede venir con exigencias. Si quieres un quinto modo de conducción, interactuar con un dispositivo que Google no ha previsto o cualquier cosa extraña, tienes dos opciones: sentarte y esperar o cocinarlo tú mismo. No es imposible, pero será caro.
El indudable punto fuerte de Android Automotive es una oferta de aplicaciones inacabable
A cambio, vamos a subrayar el indudable punto fuerte de AAOS: las aplicaciones. Comenzando por las del universo Google, y en concreto la de navegación, Google Maps, que puede utilizarse y mostrarse tanto en la pantalla central como en la de la instrumentación. De la mano de Google Maps, viene la búsqueda inteligente de Google, así como su asistente natural de voz (Ok Google), que permite desde escuchar y enviar mensajes a realizar ajustes sobre sistemas como la climatización, y sin quitar las manos del volante. Y después están todas las demás aplicaciones. ¿Quieres un navegador con más sangre en las venas y comunitario? Puedes usar Waze. ¿Un asistente para planificar viajes en coches eléctricos? Pues te instalas A Better Route Planner. ¿Y para qué tener instaladas todas esas apps de recarga de coches eléctricos en el móvil… si puedes tenerlas en la pantalla central de tu coche?

Y además, todo esto es… ¡gratis! Es decir, relativamente. Por supuesto, para que todas estas aplicaciones puedan funcionar, Google necesita conectividad (tendrás que pasar por caja con tu fabricante)… y unos pocos datos. Ya sabes, que te loguees con una cuenta, saber dónde estás, a dónde vas, a qué temperatura ajustas el climatizador… en el fondo, ninguna forma de espionaje radicalmente diferente de las que ya perpetra con tu teléfono móvil.
En definitiva, AAOS no es el paraíso, pero sí que es una buena escalera hacia él. Es un sistema operativo versátil y fluido, sobre el que los fabricantes pueden construir todo lo que quieran y abierto a la mayor oferta de aplicaciones del mundo. Volvo, Renault, Stellantis y General Motors ya se han lanzado a su adopción. Y es probable que todos los demás les sigan. De vez en cuando, se quedará colgado… pero brindará, por fin, una experiencia con una calidad similar a la de un teléfono móvil.
¿Qué tal funciona Android Automotive?
De momento, la oferta de coches con Android Automotive es muy limitada. Volvo y Polestar han sido los pioneros en su introducción. Y el siguiente modelo que lo va a ofrecer va a ser el Renault Mégane E-Tech Electric (en la imagen superior; ya en 2018, la marca francesa anunció que abandonaría su sistema Easy Link en favor de AAOS). Hemos tenido la oportunidad de probar ambas alternativas, a los mandos de un Volvo XC60 y un Mégane.
El hardware de los coches es sensiblemente diferente: mientras que Volvo utiliza un Intel Atom bastante antiguo, Renault se ha decantado por un Qualcomm Snapdragon relativamente moderno. En ambos casos, la fluidez del sistema es sobresaliente, y puedes hacer cosas como zoom en el mapa sin ningún tipo de corte o salto. En el caso de Volvo, los menús son bastante jerárquicos y fáciles de comprender, pero el grado de personalización es casi inexistente: se limita a algunas imágenes de fondo con la estética de Volvo.
Renault ha trabajado mejor este aspecto… pero aplicaciones clave, como el navegador, siguen teniendo una estética ‘tan de Google’ que es lógico que los fabricantes tengan miedo de que Android Automotive les acabe arrebatando la personalidad de sus coches. En el caso de Volvo, la apuesta por AAOS ha mejorado el coche, aunque se echa en falta una pizca de barniz premium. En el de Renault, el interfaz es mucho más útil y agradable que su predecesor en el cargo, el Easy Link.

Los rivales de Android Auto
Actualmente, la gran mayoría de los dispositivos de infoentretenimiento del mercado ejecutan QNX, un sistema operativo en tiempo real y basado en microkernels que, desde 2010, es propiedad de Blackberry. Ofrece un funcionamiento sin retrasos (lo que los ingleses llaman ‘responsive’) y es terriblemente estable y seguro. La arquitectura microkernel significa que cada proceso se ejecuta de manera aislada, con un nivel muy bajo de privilegios, y un fallo no afecta al resto de procesos. De esta manera, es imposible que todo el sistema se quede colgado, porque literalmente no existe ese concepto de ‘todo el sistema’.
La alternativa a QNX es Automotive Grade Linux, que es una variante de Linux especialmente simplificada y puesta a punto para funcionar en chips multimedia o como dispositivo embebido. Linux es un sistema operativo de kernel monolítico, en el que todo se ejecuta en un mismo espacio. Es mejor de cara a compartir información, pero también es menos estable. Tesla, por ejemplo, utiliza Linux en diferentes partes del coche, y especialmente para el IVI… y ha sido víctima, en el pasado, de numerosos pantallazos en sus coches.
Otro fabricante de renombre, Microsoft, ha intentado acometer el desafío de proporcionar un buen sistema operativo para coches, diseñando una versión específica de su Windows CE para sistemas embebidos… pero sin lograr resultados satisfactorios en términos de agilidad y estabilidad. En definitiva, diseñar un sistema operativo para automóvil con los niveles de estética, rapidez, seguridad y versatilidad que requieren los coches modernos… no resulta nada sencillo.