Se llamaba Juan Manuel Fangio, nació en Balcarce, en la provincia de Buenos Aires, en unae Argentina, el 24 de junio de 1911 y falleció hace ahora 25 años, el 17 de julio de 1995, víctima de una neumonía. Consiguió ganar el Campeonato del Mundo de F1 en cinco ocasiones (1951, 1954, 1955, 1956 y 1957) algo que le valió para ser apodado como El Quíntuple por la prensa argentina y, en la actualidad, todavía ostenta el honor de ser el piloto con mejor promedio de victorias en la máxima disciplina del automovilismo. También sumó dos subcampeonatos en el año 50 y en el 53, tras Nino Farina y Alberto Ascari, respectivamente.
Fangio consiguió 24 victorias, 35 podios, 29 pole positions y 23 vueltas rápidas en 51 Grandes Premios, en los años 50, una época en la que los coches no tenían cinturón de seguridad, el casco era opcional (hasta 1952 no fue obligatorio) y era habitual que los pilotos pagaran sus errores con la vida. Unos registros que le convirtieron en el piloto con más victorias de la historia en la F1, hasta que Schumacher lo superó en 2003.
Otros registros destacables de su trayectoria son que sigue siendo el único piloto de F1 que ha sido campeón con cuatro escuderías distintas hasta la fecha; Mercedes-Benz, Maserati, Alfa Romeo y Ferrari. Y el más veterano en proclamarse campeón del mundo de F1, con 46 años y 41 días de edad.
Sin embargo, para hacerse una idea de sus cualidades al volante, más allá de los fríos datos tal vez convenga centrarse en los comentarios de los periodistas y los rivales que compitieron contra él. Y prácticamente todos lo consideraban casi invencible.
El periodista inglés especialista en F1, Denis Jenkinson, uno de los mayores seguidores del piloto argentino, definía de esta forma su forma de conducir: «Hubo muchos pilotos que podían seguir a Fangio durante la primera hora de carrera y unos pocos todavía estaban allí al cabo de la segunda hora. Pero difícilmente alguien podía esperar perseguirlo al cabo de la tercera».
Aunque, tal vez, el testimonio más cualificado sea el de uno de sus máximos rivales, el excepcional piloto inglés, Stirling Moss (lamentablemente fallecido en abril de 2020). Compañero de Fangio en la 1955 y vencedor de 16 Grandes Premios de F1, fue cuatro veces subcampeón del mundo, tres de ellas por detrás del argentino. El británico, definía así al que fue su gran rival en documental Fangio, tributo de Stirling Moss:
Fangio era especial porque resultaba imbatible. Pero era también una persona especial porque se trataba de alguien amable, cortés, a quien uno podía acercarse, un muy buen hombre, amigable…
Como piloto, uno podía ganarle en otras disciplinas, pero en Fórmula 1 no sólo era el más veloz, sino que podía mantener esa velocidad durante toda la carrera y aún en las peores condiciones, como solía ser el sofocante calor que afrontábamos en esa época.
Fangio tenía una tremenda energía, era muy fuerte, incluso cuando debía pelear una posición o defenderla. Se podía tratar de seguirlo, acercarse lo máximo posible, pero él conducía sin cometer el más mínimo error, sin salirse de la trazada, y sin que importara cuánta presión podía tener encima. Muchos de los pilotos de esa época éramos capaces de tener rendimientos extraordinarios, por alguna razón, en determinadas circunstancias. Fangio era capaz de conseguirlo mucho más a menudo que el resto, casi cuando quería. Tenía un nivel propio.
Una vez, cuando éramos compañeros de equipo en Mercedes-Benz, Alfred Neubauer, el director, me preguntó por qué seguía a Fangio desde tan cerca. Cuestionaba que eso era peligroso porque en caso de que él se tuviera un percance podía verme involucrado yo también. «Fangio nunca se despista», respondí a su pregunta. Para mí era muy fácil ir detrás suyo, podía ver lo que él hacía y tratar de hacerlo yo también».
Nürburgring 1957: la mayor hazaña del automovilismo
Tal vez la afirmación anterior parezca exagerada. Pero te invito a que sigas leyendo acerca de lo que sucedió en el GP de Alemania del 4 de agosto de 1957, en el circuito de Nürburgring, y juzgues por ti mismo.
Tal y como sucedió entre 1927 y 1970, el Gran Premio de F1 de Alemania se disputaba en el circuito más exigente del mundo Nürburgring Nordschleiffe. Un trazado que por aquel entonces tenía 176 curvas, casi 23 kilómetros y ninguna medida de seguridad. En palabras del propio Fangio, cuando te salías «te ibas contra la alambrada, un árbol o contra las plantas».
Había dos coches que dominaban en los entrenamientos. El Maserati 250 F de Fangio, más rápido pero algo más pesado y menos consistente por sus neumáticos Pirelli, y los Ferrari 810 de Mike Mike Hawthorn y Peter Collins, calzados con ruedas Englebert, mucho más resistentes al desgaste y que permitían terminar los 500 kilómetros que suponían las 22 vueltas al ring sin necesidad de cambiarlas.
Sin embargo el piloto argentino y el jefe de mecánicos del equipo transalpino, Guerino Bertocchi, habían ideado una estrategia para ganar la carrera: Fangio debía conseguir la pole y llegar al ecuador con 30 segundos de ventaja sobre los Ferrari, así podrían cambiar ruedas y volver a salir liderando la carrera.
La primera parte del plan salió bien, el de Buenos Aires consiguió la pole con 2,8 segundos de ventaja y obtuvo un colchón de 30 segundos sobre sus perseguidores antes de pararse a repostar y cambiar ruedas. Sin embargo, hubo problemas y el cambio de neumáticos fue lentísimo. Hasta el punto de que Fangio perdió la ventaja inicial y otros 48 segundos adicionales, que se convirtieron en 51 tras dar la primera vuelta con las gomas nuevas. La victoria se escapaba y había que remontar en las 10 vueltas restantes al circuito más difícil y peligroso del planeta. Por otro lado, en Ferrari pensaron que tenían la victoria en el bolsillo, e indicaron a sus pilotos que no arriesgaran más de lo necesario.
Entonces Fangio se puso a «manejar como nunca lo había hecho», en sus propias palabras. De entrada, comenzó a abordar algunas curvas en una marcha más alta que hasta entonces, hasta que en última instancia, fue al límite en todo momento. El propio Fangio, décadas después, definía así su actuación en el programa de televisión argentino A todo Motor:
«Yo no he sido un corredor espectacular. Siempre corrí dentro de mis posibilidades, por eso puedo estar hoy aquí. Porque en los 10 años que corrí en Europa murieron 30 pilotos. Pero lógicamente, a veces uno tiene que hacer lo que uno es capaz de hacer y hay otras veces en que las circunstancias te obligan a hacer algún exceso. En este caso yo había perdido en el box bastante tiempo, los muchachos se pusieron nerviosos al cambiarme las gomas traseras. Cuando paré en el box tenía 30 segundos de ventaja. Cuando salí del box estaba 48 segundos atrás y en la vuelta siguiente a 51 segundos, porque tenía las gomas nuevas.
Pensé que no iba a ganar la carrera. Pero en el box me hicieron señas de que solo había un coche delante, Hawton y no me pusieron Collins. Así que pensé que los dos coches se habían separado y dije voy a ver si agarro el segundo puesto. Entonces, cuando estaba en la bajada de Adenau vi los dos coches juntos. Ahí me dio la sensación de que podía agarrarlos y empecé a usar las marchas altas, que siempre es más riesgoso. En las curvas donde entraba en segunda entraba en tercera y donde entraba en tercera, ponía la cuarta.
Nürburgring es un circuito en el que solo hace falta potencia en las rectas y me di cuenta que estaba avanzando y cuando los vi me dije, es posible que los alcance. Y terminé ganando por cuatro segundos».
En las últimas 10 vueltas, consiguió rebajar el récord del circuito nueve veces, siete de ellas seguidas, para llegar a un final de carrera infartante. En la vuelta 20 rodaba 17 segundos más rápido que los dos Ferrari, completando el giro en 9 minutos y 17 segundos, a una velocidad media superior a los 147 km/h.
Estaba a dos segundos de Collins y a tres de Mike Hawthorn, pero todavía tenía que adelantarlos. Tras una disputa con Collins durante gran parte de una vuelta, lo adelantó en un estrechamiento en el que no cabían los dos coches; mientras que a Hawthorn, que no era consciente que lo tenía detrás, lo adelantó por sorpresa en una curva a izquierdas colocándose primero, posición que ya no abandonaría.
Una vez en el podio, sus rivales abrazaron al veterano campeón, mostrándole sus respetos por lo que acababa de hacer. Había logrado su 24º victoria en Grandes Premios F1, cinco títulos mundiales de la máxima categoría y algo que nadie ha igualado todavía (y probablemente no iguale jamás): durante la carrera batió 10 veces el récord del viejo circuito de Nürburgring.
¿Una curiosidad? Nuestro presidente fundador, Enrique Hernández-Luike, tuvo la suerte de ser su copiloto en Nürburgring y todavía conserva un hueso de Fangio… que le dio el propio piloto argentino.
Los 10 datos clave de la biografía de Juan Manuel Fangio
- Su infancia. Hijo de Loreto Fangio y Herminia D’Eramo, nació en 1911, en Buenos Aires. Perteneció a una humilde familia de inmigrantes italianos y tuvo cinco hermanos. De niño trabajo como herrero primero y como mecánico más tarde. A los 16 condujo su primer automóvil, un Overland. En su juventud jugó al fútbol, donde le apodaron como El Chueco, un mote que lo acompañaría de por vida.
- Sus inicios como piloto. En 1929 se introdujo en las carreras como acompañante y en 1936 debutaría como piloto a bordo de un Ford A. En 1938 corrió por primera vez como piloto oficial con un Ford V8 y, en 1940, obtuvo su primera victoria en la categoría Turismo Carretera, con un Chevrolet.
- Tras la Segunda Guerra Mundial, viajó a Europa para competir. En 1948 Amadeo Gordini, lo invitó a correr con un Simca Gordini en Reims. Esta fue su primera experiencia en el Viejo Continente. Al año siguiente, consiguió vencer en 6 de las 10 carreras en las que participó.
- En 1950 debuta en la F1 con Alfa Romeo, consiguiendo el segundo lugar del podio. Un año más tarde se proclamaría campeón del mundo. Pero cuando todo parecía ir sobre ruedas, se fracturó el cuello en un terrible accidente en Imola. Parecía el fin de su carrera, pero volvió tras dos temporadas de ausencia. ¿Una curiosidad? A lo largo de su carrera en la F1, Fangio siempre tendría los tres mismos mecánicos, en los que confiaba ciegamente.
- En 1954 volvió a las pistas, con Mercedes-Benz. Ganó 6 de las 8 carreras de la temporada. En 1955 haría dupla con su amigo Stirling Moss, revalidando el título de campeón del mundo y formando una de las mejores parejas de pilotos de la historia de la F1.
- Un accidente lo deja sin equipo. El accidente de Le Mans en 1955, que causó la muerte de 83 espectadores, hizo que Mercedes-Benz se retirara de las carreras y que Fangio se quedase sin equipo. Un año mas tarde, ganaría su cuarto mundial y las 12 Horas de Sebring con Ferrari. En la siguiente temporada, se convirtió en piloto Maserati.
- Secuestro en La Habana. En 1958, cuando acudió a La Habana para disputar un Gran Premio, fue secuestrado durante 29 horas por los guerrilleros de Fidel Castro y el Che Guevara, en los que recibió buen trato. Un año más tarde, cuando la Revolución Castrista había triunfado, fue declarado invitado de honor de Cuba.
- La retirada. Llegó en 1958, tras el Gran Premio de Francia. Aunque siguió vinculado al automovilismo, asesorando pilotos y como presidente de honor de Mercedes-Benz Argentina, hasta su fallecimiento.
- Fin del reinado en F1. Tras 45 años siendo el piloto cn más victorias de F1, Schumacher le superó sus 24 victorias en F1 en el año 2003.
- Fangio tuvo tres hijos, pero no reconoció en vida a ninguno. En 2015 las pruebas de ADN han confirmaron que fue padre de Óscar Espinoza. Más tarde y con el mismo método, se demostró que Rubén Vásquez y Juan Carlos Rodríguez también eran hijos suyos.
En 2020 se estrenó El hombre que domaba a las máquinas
En 2020 Netflix ha rendido tributo a uno de los más grandes de la historia de la Fórmula 1 con un documental titulado Fangio: El hombre que domaba las máquinas, que repasa la vida del piloto argentino desde sus inicios en la F1 a principios de los años 50, hasta su retirada. En total una 1:32 minutos en los que, los mismos guionistas de la película Senna, repasan la vida de Fangio.
