Respuesta de Javier Arús, redactor: Ante todo, hay que dejar claro que, en el 99% de las veces, la frenada con ABS es óptima -no existe ninguna forma de detener un vehículo en menos metros-. Es cierto que el estado del terreno sobre el que se rueda puede reducir la eficacia del ABS pero, incluso en esos casos,
siempre seguirá siendo mejor frenar con ABS que hacerlo sin él. También hay que reconocer que, en los primeros ABS -este dispositivo lo patentó Bosch y se ofreció como opción a partir de 1978 en el
Mercedes Clase S y en el
BMW Serie 7-, cuando el sistema entraba en funcionamiento, se producía una vibración molesta -lo bastante alarmante como para que algunos conductores soltaran el pedal- y, efectivamente, un endurecimiento del pedal de freno. Pero, actualmente, la vibración es bastante leve… y hay coches con freno by wire -sin conexión mecánica entre el pedal y los frenos- en los que el conductor no percibe absolutamente nada cuando el sistema actúa.
En cuanto a las particularidades del proceso de frenado en hielo y nieve, hay que decir que, en cualquiera de estas situaciones, el ESP -el control de estabilidad, evolución del ABS presentada en 1995- ofrece prácticamente la mejor frenada físicamente posible… y eso teniendo en cuenta que, sobre hielo, cualquier frenada es muy mala, incluso con neumáticos de invierno. Sobre esta superficie, puede dar la impresión de que el ESP/ABS no está funcionando correctamente… cuando lo que ocurre es que existe tan poca adherencia del neumático que resulta físicamente imposible detener el vehículo en menos espacio.
