El superdeportivo, del año 2006, fue conducido durante el intento por el propio dueño de Peformance Power Racing, Johnny Bohmer, quien ya ostentaba el récord mundial anterior de velocidad máxima arrancando desde cero: «Estamos muy orgullosos de poner un coche americano en los libros de récords como el coche de calle más rápido del mundo». La prueba consistió en recorrer una milla (1,609 kilómetros) y registrar la velocidad a la que se rodaba en el instante de conpletarla. El lugar tampoco es tan impresionante como el coche y la hazaña: El Centro Espacial Kennedy de la NASA en Florida (Estados Unidos). El cronometraje corrió a cargo de TAG Heuer.
El motor de esta unidad del GT -bautizada con el nombre de «Badd GT»– ha sido sustituido por un propulsor de más de 1.700 CV que, aunque pueda parecer sorprendente, está homologado para circular por la calle. Para fabricar esta mecánica se ha recurrido a una aleación de aluminio que Performance Power Racing llama «Pandalloy», realizada por el fabricante de turbinas «Pratt and Whitney». Este material es especialmente resistente y aguanta mejor las altas temperaturas.
Guinness ha supervisado la consecución del nuevo récord, fruto de un proyecto que ha durado tres años, y la ha certificado oficialmente. Algo que también ha hecho la IMRA (dedicada expresamente a regular pruebas de velocidad como ésta).