Coche papa Benedicto

Una historia de coches papales. Desde Fiat a Lamborghini

León XIV estrena el papado apostando por la electrificación como forma de transporte. De momento, Volkswagen con su Multivan PHEV y Mercedes, con su eléctrico Clase G adaptado, son los vehículos en los que se le ha visto. Repasemos la movilidad papal a lo largo de la historia.

La elección del nuevo Papa León XIV ha traído consigo una imagen que resume perfectamente la evolución de la Iglesia Católica: su Santidad desplazándose en una solución híbrida enchufable de Volkswagen o en el más oficial Mercedes G eléctrico adaptado que ya usaba el Papa Francisco. Esta escena, lejos de ser anecdótica, representa la culminación de una fascinante historia que comenzó hace más de un siglo y que ha convertido a los vehículos papales en símbolos únicos donde convergen la tradición religiosa y la innovación tecnológica.

Un siglo de ruedas sagradas

La historia automovilística del Vaticano comenzó en 1909, cuando el arzobispo de Nueva York regaló un Itala -marca italiana creada en 1904- a Pío X. Sin embargo, el conflicto entre el Papa y el Estado italiano mantuvo estos primeros vehículos «prisioneros» dentro de los muros vaticanos hasta 1929. Fue entonces cuando Pío XI se convirtió en el primer pontífice en circular por Roma, curiosamente a bordo de un automóvil estadounidense Graham-Paige, cedido por los hermanos Graham.

El término «papamóvil» nació décadas después, asociado principalmente a los Mercedes Clase G blindados que surgieron tras el atentado contra Juan Pablo II el 13 de mayo de 1981. Aquel día, el Papa polaco viajaba en un modesto Fiat 1107 Campagnola completamente descubierto cuando Ali Agça le disparó en la Plaza de San Pedro. Este trágico episodio cambió para siempre la concepción de los vehículos papales, que desde entonces han debido equilibrar la cercanía con los fieles y la seguridad.

Es verdad que en su visita a España en 1982, Juan Pablo II tuvo que españolizarse en su movilidad porque el Papamóvil del momento, un Land Rover, no entraba por los accesos a los estadios del Santiago Bernabéu (Madrid) y del Camp Nou (Barcelona). En tan solo dos semanas, Seat modificó un Panda al que  colocaron un parabrisas abatible, lo dotaron de barandillas para que el Papa pudiera saludar, aunque el coche no pudo ser blindado a tiempo, además de que a los 40 CV del motor le costaría  mover más peso. 

La revolución franciscana

El Papa Francisco revolucionó el statu quo con su preferencia por vehículos modestos. Durante su visita a Brasil en 2013, los directivos de Fiat tuvieron que recurrir a una agencia de alquiler para conseguir un Fiat Idea básico, el modelo más humilde de la gama, cumpliendo así con el deseo expreso del pontífice argentino. Este discreto modelo, que solo contaba con aire acondicionado como “lujo”, protagonizó uno de los episodios más entrañables de la historia papal cuando su conductor se perdió en las calles de Río de Janeiro, permitiendo un encuentro espontáneo entre Francisco y los pasajeros de un autobús.

La paradoja llegó a su máximo cuando Lamborghini regaló al Papa Francisco un Huracán blanco y amarillo en 2017. Sin embargo, tras bendecirlo y firmarlo, el vehículo fue subastado por 715.000 euros, destinando la recaudación a obras benéficas.

Compromiso verde y futuro

La apuesta del Vaticano y la movilidad sostenible no es nueva. Desde 2012, cuando recibió sus primeros Renault Kangoo eléctricos, el Estado más pequeño del mundo ha establecido un objetivo de neutralidad de carbono para 2030. Volkswagen se ha convertido en un socio clave de esta transición, suministrando diversos modelos eléctricos a la administración papal.

El nuevo Papa León XIV ha comenzado su pontificado utilizando el Mercedes G580 eléctrico, regalado previamente a su predecesor, simbolizando así la continuidad en el compromiso medioambiental de la Iglesia.

En el Pabellón de Carrozas de los Museos Vaticanos se conservan numerosas piezas de esta fascinante colección, testimonio de cómo la historia sagrada y la profana se encuentran sobre cuatro ruedas. Pero no todo son coches: el 6 de diciembre de 2005 el presidente de Ferrari, Luca de Montezemolo, fue recibido por Benedicto XVI y durante el encuentro se le entregó el volante del Fórmula 1 2003 de Michael Schumacher con la dedicatoria: “El volante de F1 Campeón del Mundo a Su Santidad Benedicto XVI, piloto de la cristiandad”.

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