Mientras que los líderes como Apple, Microsoft y Google superan los 400.000 millones de dólares, las marcas automovilísticas se mueven en una escala de decenas de miles de millones. Si miramos países, el dominio norteamericano es aplastante colocando a siete de sus empresas en el top 10 -completan la coreana Samsung, y las chinas Tik Tok y State Grid Corporation of China, la mayor compañía de distribución de energía eléctrica en China y en el mundo-.
Europa, solo posiciona a siete compañías dentro de las 50 mejores. Recordemos que el Global 500 2025 de Brand Finance mide algo más que valor bursátil: nos ofrece y cuantifica el valor de marca destacando no solo la magnitud financiera, sino también la capacidad estratégica, innovación, inversiones, rendimiento…
Marcas automovilísticas

En el sector automovilístico, Toyota se consolida en el puesto 18 con un valor de marca de 64.700 millones de dólares y un crecimiento del 23% anual. La empresa japonesa ha sabido potenciar su imagen mediante la innovación en modelos y tecnologías, reafirmando su liderazgo en movilidad a nivel global. Segunda en el ranking automovilístico, Mercedes-Benz, que tiene un valor de 53.000 millones de dólares, ha registrado una caída del 11% en su catalogación frente a hace un año, ocupando el puesto 23 del ranking global.
Tesla, con 43.000 millones de dólares, se sitúa en el puesto 36, evidenciando una disminución del 26% en su valor de marca. A pesar de su imagen disruptiva y su fuerte lealtad en el mercado estadounidense, la percepción de su liderazgo se ve afectada por controversias y retos en gestión, lo que ha llevado a una reconfiguración de su posicionamiento.
Las caídas de Tesla y Mercedes son las más grandes en porcentaje del ranking por detrás del 36 por ciento que pierde Starbucks cayendo al puesto 45. En contraste, BMW y Porsche se mantienen en posiciones estables -37 y 40 respectivamente-, con valoraciones de 42,5 y 41,1 mil millones respectivamente. Estas marcas, reconocidas por su ingeniería y tradición, están sabiendo adaptarse a las nuevas demandas tecnológicas sin perder la esencia que las ha definido durante décadas.