El Skoda Karoq fue lanzado en 2017 con muchas cosas en común con los Seat Ateca y Volkswagen T-Roc, pero explotando una cualidad muy propia de los Skoda: espacio interior y maletero. En la gama ha habido diferentes motorizaciones y un restyling en todos estos años, mientras que ahora se compone de un par de motorizaciones diésel y tres de gasolina.
Cuando fui a recoger el Karoq que ves en estas imágenes, francamente, no me esperaba que fuese la versión más cara, potente y gastona. El que menos se vende, más que probablemente. Sin embargo, consumo aparte, 800 km a sus mandos me han servido para corroborar que no me importaría tenerlo porque cubre todas mis necesidades y aspiraciones.

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Comencemos por el principio. Es un SUV. Un SUV normal, generalista. Sin nada especial. Ideal para familias con un par de críos. El típico que te compras con motor TDI de 150 CV. Pero este no lo es. Bajo su capó descansa el mítico bloque 2.0 TSI del Grupo VW en su versión de 190 CV, motorizando así al Karoq más potente jamás comercializado.
Se asocia, sí o sí, a la caja DSG de siete velocidades, a un sistema de tracción total de eje trasero conectable y al acabado Sportline. Es el súper-Karoq. Comencemos por la parte práctica y luego pasamos a la emocional.


Estamos ante un SUV de apenas 4,39 metros de largo que encierra cinco plazas de verdad y un maletero de 521 litros. No transmite una altísima calidad pero sí el estar bien hecho, con cada cosa situada en un sitio lógico, con mucho plástico blando y con ajustes bien rematados.
El volante de cuero perforado tiene un tacto fantástico y me gustan ‘antigüedades’ como que la palanca de la caja de cambio sea de accionamiento mecánico, mucho más cómoda y rápida de manejar que las electrónicas.

También hay un módulo de mandos para el climatizador con ruletitas y algunas cosas muy bien pensadas como una pequeña guantera en la parte central superior del salpicadero, una toma de 220V en las plazas traseras o una rasqueta para el hielo en la tapa de la boca de llenado de gasolina. Y el mencionado maletero de 521 litros de capacidad que parecen algunos más.
Este acabado Sportline luce el aspecto moderadamente deportivo que ves y lo combina con asientos de tipo semibaquet que sujetan el cuerpo mejor de lo necesario en un automóvil de este tipo.



También es cierto que aquí hay algunos accesorios opcionales que elevan el precio del coche hasta rondar los 50.000 euros, como el techo panorámico practicable, algunos asistentes ADAS que no vienen de serie, el navegador o el obligado Pack Performance si te gusta conducir, que por 671 euros incluye la dirección dinámica y los amortiguadores adaptativos DCC.
Y hablando de eso, pasemos a la parte dinámica. Corre más de lo que esperaba, no en vano, acelera de 0 a 100 km/h en sólo 7,0 segundos, muy poco tiempo para un automóvil de más de tonelada y media y ‘sólo’ 190 CV. Y el casamiento con la caja DSG es irreprochable en cualquier circunstancia. Lástima que si quieres manejarla de forma manual tengas que hacerlo a través de las ya conocidas mini-levas de plástico.

Hay algunos modos de conducción que no es que alteren dramáticamente el carácter del coche, pero que sí aplican pequeños matices en dirección, suspensión y acelerador para que la conducción tenga más gracia.
Porque lo cierto es que en curvas va sorprendentemente plano y ágil, algo que creo que viene dado por la mencionada dirección dinámica, que tiene poco más de dos vueltas de volante y desmultiplicación variable.

Y el motor, con 190 CV y 320 Nm, se siente lleno desde muy abajo. Yo le hubiese puesto unos desarrollos un poco menos largos a la transmisión DSG, aunque al menos con los que tiene el consumo a velocidad sostenida y sensata es moderado.
Hablando de consumo, el coche anuncia 7,7 L/100 km que, en uso real y tranquilo, se sitúa más bien en 9,0 L/100 km. No es poco, pero es que corre bastante. Pero claro, como te pongas a correr, la cosa se puede desmadrar.

Por eso decía que este Karoq cubriría todas mis necesidades porque, por una parte, es un más que apto vehículo familiar pero, por otro, ofrece una tacto y un comportamiento razonablemente vivo y ‘deportivo’. No te bajarás sudando y liberando endorfinas, pero sí con la sensación de haber conducido un coche que no es una mera herramienta de transporte.
Es sólo un motor, un diferencial Haldex, una suspensión y una dirección, pero el carácter que todo ello brinda al Karoq le hace ser notoriamente distinto a un Karoq normal de esos que cuestan poco más de 30.000 euros.

Ahora hablemos de las alternativas. Para la primera no tienes ni que salir del concesionario de Skoda. El Karoq con idéntica configuración a este pero con motor 2.0 TDI de 150 CV tiene exactamente el mismo precio: 46.905 euros. ¿Cuándo compensa elegirlo? Pues cuando recorras más de 20.000 km al año y por tanto valores que el consumo sea un 25% inferior. Es el único motivo que yo veo para renunciar a la gratificante respuesta del bloque 2.0 TSI.
Después hay un modelo, recientemente llegado, que comparte muchas cosas con este Karoq: el Cupra Ateca 2.0 TSI 190. Sale un ‘pelo’ más barato, por 45.760 euros. ¿Cuándo es mejor que el Karoq equivalente? Cuando el apartado dinámico es una prioridad para ti, porque el Cupra Ateca en eso es un poquito mejor. A cambio, en términos de espacio interior, siendo aún bueno, no es tan brillante como el Karoq.


El Mini Countryman Cooper S y sus 178 CV (44.610 euros) es un modelo próximo a la retirada que también puede ser considerado rival, aunque en ‘términos familiares’ está muy por detrás. En el Hyundai Kona, sin embargo, si que tiene un buen ‘tocah*****’, un modelo que también sucumbe frente al Karoq como SUV familiar (aunque en menor medida que el Countryman), pero que sale muchísimo más económico.
El Kona con motor 1.6 T-GDI de 198 CV, cambio automático y acabado N Line sale desde 34.040 euros y 1.600 euros más si quieres que lleve tracción total como este Karoq. Así que al menos por precio es una gran alternativa que además cumple bien en lo práctico y dinámico.

Pero centrémonos en este Karoq. La primera vez que lo conduje pensé que quién se gastaría casi 50.000 euros en esto. Sin embargo, con el paso de los días fui entendiendo que es un producto de cualidades muy trabajadas. No creo que yo los pagase, la verdad, pero sí reconozco que este coche lo tiene todo para satisfacer a un padre de familia amante de la conducción.
A ver, matizo de nuevo, no esperes un deportivo ni mucho menos, pero sí un SUV que establece una cohesión muy gratificante entre sus elementos sea cual sea la carretera por la que circules. Es un SUV que apetece conducir, y eso ya es mucho.
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