Una ruta en autocaravana llena de historia

La villa de Olmedo, a la que se accede por la CL-602 por la A-6 si vamos desde Madrid, es una parada obligada en toda ruta por tierras vallisoletanas. No solo por sus bodegas, viñas y castillos, algo que por sí solo justificaría recalar allí, sino por ese concepto de «villa de los siete sietes». Una extraña energía llevó a abrir siete puertas en su muralla Mudéjar y construir intramuros siete iglesias, siete plazas y siete conventos para los siete pueblos que lo compusieron. Olmedo ante todo debe mucho de su prestigio a Lope de Vega y esa historia de amor, de un caballero con triste final y que tiene algo de tragicomedia. Los clásicos también ayudan al marketing turístico.

Si vamos en autocaravana, lo mejor es aparcar a las afueras. Su centro histórico destaca por una plaza mayor y una Casa de la Villa que aúna, junto a otras construcciones, lo mejor de la arquitectura castellana de varios siglos. Su parque Mudéjar es una cita obligada, un paseo donde centenares de especies distintas de árboles y reproducciones de grandes edificios de la región nos esperan en todas las esquinas.

No hay que buscar mucho para, en el mismo Olmedo, encontrar un área de autocaravanas perfectamente válida para nuestra finalidad básica. La que está junto al museo Mudéjar es gratuita y permite vaciar y cambiar aguas grises y negras, además de descansar con total tranquilidad y con unas vistas que ambientan y nos anuncian lo que está por venir.

No demasiado lejos, al sur por la autovía del noroeste, encontramos la del área de servicio Valcarce, en San Vicente de Palacio, mucho más preparada y con más servicios. Por lo demás, el lechazo y otros buenos asados destacan con luz propia en Olmedo, donde el cordero lechal cuenta con Indicación Geográfica Protegida, bien regado por cualquier buen Ribera de Duero autóctono.

A poco mas de un cuarto de hora por la CL-602 nos espera Pedrajas de San Esteban, pueblo experto en el cultivo de piñones (es el primero de toda España) y cuya iglesia del siglo XVI dedicada a San Esteban Protomartir destaca entre las muchas del mismo estilo.

De estilo neoclásico barroco en su interior, en el exterior puede presumir de una portada de estilo herreriano, en un conjunto que abarca varios siglos de historia. Fuera del ámbito de ese tejido urbano levantado durante la reconquista, observamos campos de cultivo y grandes explanadas dedicadas a la extracción y secado de las piña.

Desde Pedrajas giramos a la derecha por la carretera de Villaverde (VP-1104) con destino a Villaverde de Íscar, también dedicado al cultivo del piñón como su localidad vecina, y que como buen pueblo segoviano, no de Valladolid, aúna las virtudes de un pequeño y encantador centro histórico de aire medieval, con una plaza central y una iglesia Mudéjar dedicada a San Sebastian perfectas para impregnarnos de atmósfera rural. A estas alturas de la ruta quizá convenga hacer una parada algo mas contundente. A poco más de diez kilómetros de Villaverde de Íscar encontramos el camping de las afueras de la localidad de Coca, en la SG-V-3341, ofrece todo lo que esperamos de un lugar de estas características: tranquilidad entre árboles de hoja perenne que refrescan en verano y ofrecen bonitas estampas invernales, con restaurante, duchas y baños y, por supuesto, un lugar para vaciar las aguas grises y negras de nuestra autocaravana. También es una buena base de operaciones. Hay varias rutas para caminar y andar en bicicleta. Si bien no está en nuestra ruta planeada, quizá merezca la pena el desvío€ sobre todo si llevamos niños a bordo.

En la rotonda de Villaverde, a la izquierda, tomamos la CL-602 con destino a la localidad de Íscar, de nuevo en tierras vallisoletanas (aunque directamente en el límite con Segovia). Una breve línea casi recta nos deja en una villa amurallada de piedra caliza y aires romanos y visigodos, a la que Alfonso VI dio una renovada influencia cristiana. Sus iglesias de San Miguel y Santa María y su poderoso castillo son puntos cardinales interesantes en un pueblo condimentado con excelentes asadores tradicionales y regado por el habitual buen vino. Si además podemos disfrutar de un cocido en casa Isidoro, el viaje ya ha merecido la pena.

Desde aquí, y si se hace necesario pasar la noche, hay un interesante desvío de nuestra ruta elemental en dirección a Cuéllar, a apenas veinte minutos de Íscar. Allí, en el Camino de las Lomas, encontramos una zona de aparcamiento junto al castillo que permitirá renovar las aguas grises y negras del vehículo por coste cero y de paso descansar para disfrutar de todo lo que permite hacer nuestra autocaravana y no un hotel convencional: disfrutar del aire libre sea éste frío o cálido en verano.

Si optamos por seguir el trayecto que señala la CL 602, nos espera Mojados, otra villa de buenas bodegas que bien merecen una visita. La de Emina en Rueda puede ser excelentes opciones para detenerse a disfrutar del vino antes, o después, de pisar su museo de Carlos V, por aquello de añadir un poco de historia al caldo. Mojados, por su parte, puede presumir de dos excelentes iglesias mudéjares como son las de San Juan y Santa María, esta última más grande con sus tres bóvedas de cañón y una torre que sobresale del conjunto. Su área recreativa de El Pisón en la carretera hacia Matapozuelos permite hacer barbacoas y descansar entre altos pinares típicos de la zona.

No obstante y por si el área de El Pisón no fuera suficiente para nosotros, muy cerca de Mojados, en la localidad de Portillo, hay un aparcamiento 24 horas a los pies del castillo que, además de arrojar unas vistas excelentes (sobre todo nocturnas) nos permite disfrutar de otra localidad muy interesante y poco conocida por estar un poco fuera del circuito turístico. Los aficionados a los dulces conocen bien sus mantecados que sin duda ponen la guinda de buen mantel y mejor vino que nos deja Valladolid.