El trato que dispensamos a nuestro vehículo influye de forma directa en su deterioro y desgaste. Pero incluso con el cuidado más esmerado, el tiempo y el uso son dos enemigos que avanzan sin piedad. Un día nos damos cuenta de que la palanca no se acciona con la suavidad y precisión de antaño. Poco a poco, la cosa va empeorando hasta que un buen día no hay forma de manejar nuestra caja tránsfer. Normalmente, las averías en la palanca en cuestión avisan al manifestar un tacto más duro en su manejo, cierta imprecisión a la hora de cambiar o un aumento de las vibraciones mientras el vehículo está parado y el motor al ralentí. Lo primero que hay que tener en cuenta es que para revisar el estado de la palanca de la tránsfer no es necesario desmontarla del vehículo. En nuestro caso, aprovechamos un cambio de rodamientos y, antes de quedarnos tirados, procedimos a su revisión. A continuación, puedes ver la operación paso a paso.
Si necesitamos cambiar el aceite, debemos sustituir siempre las juntas que garantizan la estanqueidad del tapón. No descartes reemplazar también el tapón si presenta algún daño en su cabeza.
El respiradero de la tránsfer
Metidos en faena es conveniente que revisemos toda la caja tránsfer en busca de otras posibles averías. En nuestro caso, estaba a punto de caerse el tapón perforado que permite respirar a la caja tránsfer cuando se calienta el aceite, lo que evita que se dañen los retenes de los ejes de entrada y salida. Bien limpio y con la ayuda de soldadura química, lo colocamos en su sitio. Para ello, utilizamos un pegamento de dos componentes de gran poder de adherencia y resistencia. Este tipo de adhesivo no debe faltar nunca en nuestro equipo de herramientas. También podemos aprovechar la ocasión para sustituirlo por otro que presente un cuello lo suficientemente grande como para poder colocar en él un tubo de plástico y prolongar el respiradero de la tránsfer a la parte alta del vehículo, en previsión de posibles entradas de agua, situación muy frecuente si realizamos vadeos.
Cómo corregir las holguras
1.- Para desmontar la palanca, en primer lugar retiramos el fuelle de goma que impedía que se saliera el aceite. Hay que tener en cuenta que en ocasiones el fuelle va a presión y otras veces se sujeta con una brida de plástico o una abrazadera metálica.
2.- A continuación, presionamos y giramos un cuarto de vuelta la pieza que impedía que se saliera la palanca. Esta operación requiere un poco de habilidad, por lo que en este caso es válido el dicho «más vale maña que fuerza».
3.- Antes de retirar la palanca, nos fijamos en qué posición de su recorrido se encontraba. Esta simple precaución nos evitará muchos problemas en el momento del montaje. A continuación, retiramos con especial cuidado el muelle que restringe el movimiento de la palanca, ya que tiene una posición fija que debemos respetar al volver a montarlo.
4.- Ya estamos en disposición de retirar el origen de nuestro problema: el casquillo de teflón que sirve de apoyo a la parte esférica de la palanca y articula todos sus movimientos. El desgaste y la rotura de este casquillo suponen la mayor parte de las averías de la tránsfer, junto con la fuga de aceite a través del fuelle de goma.
5.- A la hora de proceder a la reparación, conviene que cambiemos todos los elementos susceptibles de averiarse, si no queremos tener que volver a reparar este elemento en breve.
6.- El montaje es muy sencillo. Basta con seguir el proceso en orden inverso y verificar que todo queda instalado como en origen. Una vez terminado el trabajo, hay que verificar el nivel del aceite y comprobar su estado: en caso de que detectemos suciedad o restos de lodo en la suspensión, debemos sustituirlo.