Tesla y Volvo, entre otros fabricantes, se enfrenta a desafíos que van más allá de su control habitual. Según informan medios internacionales, de manera temporal ambos fabricantes han tenido que detener su producción en varias fábricas europeas. La razón principal detrás de esta decisión se encuentra en los recientes ataques ocurridos en el Mar Rojo.
La empresa liderada por Elon Musk ha anunciado la interrupción de sus operaciones una de sus plantas en Alemania por un período de al menos dos semanas, desde el 29 de enero hasta el 11 de febrero de 2024. Mientras que Volvo ha paralizado la producción durante tres días de los modelos XC40 y C40, en su planta de Gante, Bélgica.
En un comunicado de prensa, un portavoz de Tesla expresó que «los conflictos armados en el Mar Rojo y los cambios asociados en las rutas de transporte entre Europa y Asia, a través del Cabo de Buena Esperanza, están afectando la producción en Gruenheide«.
¿Cómo afectan las nuevas rutas a Tesla y Volvo, entre otros?
El Mar Rojo, que actúa como un punto estratégico de conexión entre Asia y Europa por barco, ha experimentado un crecimiento significativo en conflictos y tensiones en los últimos meses. Desde los ataques del 7 de octubre contra Israel, los rebeldes hutíes han intensificado sus acciones en la región, centrándose particularmente en los buques mercantes que transitan por esta vía marítima crucial.

Para evitar verse afectados por estos problemas, muchos buques se ven obligados a modificar sus rutas, optando en su mayoría por circunnavegar África a través del Cabo de Buena Esperanza en lugar de arriesgarse en el Mar Rojo. Sin embargo, esta decisión conlleva la extensión de los tiempos de entrega entre los dos continentes, con un aumento promedio de 10 a 20 días.
En medio de esta compleja situación, que tiene repercusiones no solo en el sector automotriz, surge la incertidumbre sobre un posible aumento en los precios de los vehículos eléctricos. Esto se debería a que evitar el Mar Rojo implica costos adicionales de combustible para las empresas de transporte marítimo, estimándose en alrededor de uno o dos millones de euros más por barco. Por ello, empresas como Stellantis ha optado por el transporte en avión, cuyos costes son muy superiores, pero con una entrega más rápida.

Sam Fiorani, vicepresidente de AutoForecast Solutions, ha identificado de manera precisa la raíz de esta problemática al señalar que «depender de tantos componentes clave de Asia, y específicamente de China, es un punto débil potencial en la cadena de suministro de cualquier fabricante de automóviles».
La resolución de este conflicto, que parece prolongarse indefinidamente, queda pendiente, y solo con el tiempo podremos evaluar si continúa afectando a los fabricantes de automóviles y de qué manera repercute en los consumidores. Solo queda esperar a que las autoridades intervengan para poner fin a esta situación que afecta significativamente a Europa.
