Namibia ha sido el lugar elegido por Toyota para dar a conocer a la prensa europea su nuevo Toyota Hilux. A lo largo de dos intensas jornadas, hemos conducido el pick up de Toyota por las dunas del costero desierto del Namib, por las interminables y solitarias pistas de tierra y grava que se adentran en el interior del país, por los rotos caminos de las montañas de Namibgrens e incluso por el tráfico de la populosa y extensa ciudad de Windhoek, la capital de este extenso y despoblado territorio que es, de hecho, el segundo país del planeta con menor densidad de población.
El nuevo Toyota Hilux es la octava generación de este pick up japonés, y estrena no solo carrocería e interiores, sino también chasis, motor y caja de cambios. No hay nada realmente revolucionario en su planteamiento, pero sí una mejora global que hace de este modelo un duro rival de los recientemente estrenados Mitsubishi L200 y Nissan NP300 Navara, así como de los renovados Ford Ranger y Volkswagen Amarok.
Lo primero que llama la atención cuando estamos parados junto a él es un planteamiento estético rompedor, que integra un frontal similar al estrenado por el nuevo Toyota RAV4. Pero, además, se trata de un vehículo aún más grande que el modelo al que reemplaza, ya que crece siete centímetros en longitud, hasta alcanzar los 5,33 metros, mientras la altura aumenta 4,5 centímetros y la anchura, por el contrario, pierde dos centímetros. Curiosamente, la batalla no varía, pero sí se incrementa notablemente el peso en orden de marcha. En la nueva gama y centrándonos solo en las versiones de doble cabina, este oscila entre los 2.175 kilos de las variantes con cambio manual y menor equipamiento y los 2.230 de las versiones automáticas más equipadas, lo que supone entre 155 y 185 kilos de sobrepeso.
Buena parte de este aumento de masa se debe al incremento de rigidez del chasis, la cual mejora un 20 %, un aumento necesario, entre otras cosas, para conseguir homologar los 3.500 kilos de masa máxima remolcable con freno de los que ya presumen los Ford Ranger y Nissan NP300 Navara, una característica que viene a solucionar uno de los tradicionales puntos flacos del modelo, que hasta hora era capaz de remolcar únicamente 2,5 toneladas.
El motor turbodiésel es nuevo
El nuevo motor 2.4 de la familia GD (cuya versión de mayor cilindrada fue estrenada el año pasado por el Toyota Land Cruiser 150) es otra de las bazas de este pick up. Sustituye al anterior 2.5 de la familia KD, aunque también reemplaza (al menos, de momento), al 3.0 de aquella misma familia, ya que por el momento solo va a haber una oferta diésel, con 150 CV y 400 Nm desde solo 1.600 r.p.m., lo que supone un aumento de 6 CV y 57 Nm respecto al 2.5. A diferencia de todos sus rivales (salvo el Volkswagen Amarok V6, de inminente comercialización), el Toyota Hilux es el único que cumple con la normativa Euro 6. También es uno de los pocos modelos nuevos o renovados que mantiene la asistencia hidráulica de la dirección, lo que le da un tacto fabuloso en las zonas más rotas pero no contribuye a mejorar el consumo.
Precisamente el consumo es uno de los aspectos menos brillantes, ya que hay muchas cosas que juegan en contra del nuevo Toyota Hilux si lo comparamos con sus competidores: el aumento de peso, la dirección hidráulica, el motor Euro 6… Aun así, las cifras oficiales son buenas, con un abanico de entre 7,0 y 7,8 litros cada 100 km, siempre refiriéndonos a las versiones 4×4 de doble cabina. El mayor aliado a la hora de bajar el consumo es quizás el cambio de marchas manual de seis velocidades, heredado del Toyota Land Cruiser. Nos ha gustado mucho no ya solo por el desahogo adicional que permite una sexta marcha que desarrolla 61,7 km/h cada 1.000 r.p.m. en lugar de los 48,4 km/h que desarrollaba la quinta relación de la caja manual de la anterior generación, un 25 % de aumento que redunda en el consumo, en las emisiones, en la vida útil del motor y en el confort. También supone una clara mejora su manejo, con un selector más preciso que el del Land Cruiser a la hora de «dar con la primera» en lugar de la marcha atrás.
Precisamente el confort es uno de los aspectos en los que la mejora ha sido más evidente. Hemos rodado a 100 km/h (y de forma plenamente legal, todo sea dicho) por pistas de tierra y grava mientras podíamos mantener una conversación a bordo sin el menor problema. El climatizador trabajaba bien en modo automático en las exigentes condiciones medioambientales de la ruta, con polvo, arena, intensa radiación solar y temperaturas nocturnas bajas y diurnas elevadas.
Los asientos delanteros son muy cómodos, pero destacan especialmente las plazas traseras, con una buena accesibilidad, un respaldo no demasiado vertical, un práctico asidero en el guarnecido del pilar B y otro a la altura de las cabezas de los ocupantes de las plazas laterales, que, todo sea dicho, no es retráctil y se encuentra en la trayectoria de la cabeza si hay un fuerte movimiento lateral que nos pilla desprevenidos.
A falta de conocer los precios del vehículo, Toyota ha hecho un buen trabajo y creemos que el Hilux tiene motivos para revalidar su cetro de pick up más vendido en España. Y recuerda que si quieres saber más, encontrarás una prueba más exhaustiva en el próximo número (193) de Fórmula TodoTerreno, correspondiente a julio.