Todo ello redunda en coches más eficientes energéticamente y más divertidos de conducir. De esta forma, los ajustes a realizar en el chasis se pueden comprobar rápidamente al experimentar una conducción real y analizar los datos objetivamente mediante la ayuda de un ordenador que monitoriza el proceso en todo momento.
Además, el nuevo simulador significa más libertad para innovar en el desarrollo de conceptos que Volvo entiende indispensables en la conducción, en lo que es una fuerte apuesta por el departamento de I+D de la marca sueca. El objetivo final, según ellos, es la construcción de coches más emocionales.