Ford Fiesta o Toyota Yaris: ¿qué urbano con etiqueta Eco comprar?

Miguel Tineo
Miguel Tineo
¿Vives en una gran ciudad con posibles restricciones al tráfico por contaminación o zonas de bajas emisiones y buscas un urbano con etiqueta Eco? Hoy enfrentamos dos de los más interesantes del momento: el Ford Fiesta 1.0 Ecoboost 125 MHEV y el Toyota Yaris 120H.

Eco, sí, pero muy diferentes

Por el momento, y hasta que se modifique el actual sistema de etiquetado de los vehículos, podemos encontrar tres tipos principales de vehículos con etiqueta Eco de la DGT. Uno es el de los híbridos clásicos y no enchufables, como es el caso del Toyota Yaris 120H de esta prueba. Son coches que combinan un motor térmico con otro eléctrico que, en determinadas circunstancias, es capaz de mover al vehículo por sí sólo. También son Eco los híbridos enchufables que no tengan autonomía eléctrica homologada superior a los 40 km, pero no hay ninguno a la venta en la actualidad.

El segundo es el de los microhíbridos, apartado en el que se encuadra el Ford Fiesta en el caso de su versión 1.0 Ecoboost 125 MHEV de esta comparativa. Son modelos con un motor térmico que cuentan con la ayuda de un pequeño motor eléctrico, mucho menos potente y con una batería mucho más pequeña que el de los híbridos convencionales. Por ese motivo, ese motor eléctrico es capaz de ayudar en momentos puntuales al motor térmico, pero nunca es capaz de mover al vehículo por sí sólo. 

El tercer de los supuestos es el de los vehículos de gasolina que también pueden funcionar con algún tipo de combustible alternativo, como el GNC (Gas Natural Comprimido) que utiliza, por ejemplo, el Seat Ibiza TGI, o el GLP (Gas Licuado de Petróleo) que emplea, por ejemplo, el Renault Clio 1.0 TCe GLP. 

Tamaño, acabados y carrocerías

Ambos cuentan con unas carrocerías de cinco puertas similares en lo que a proporciones se refiere, si bien el Ford tiene 10 cm más de longitud: mide 4,04 m por los 3,94 m del Yaris. Donde hay unas diferencias más claras es en diseño, que resulta bastante diferente. 

Independientemente de nuestros gustos por las formas de la propia carrocería, en el caso del Fiesta encontramos unas mayores diferencias entre acabados, sobre todo en el caso de los deportivos ST-Line (desde 1.340 euros más que un Trend) y Active (desde 220 euros más que el propio ST-Line). El primero es una terminación deportiva que añade una suspensión un poco más firme; el segundo, un acabado que le aporta al Fiesta cierto aspecto SUV y que eleva ligeramente la altura de la carrocería al suelo. Eso sí, pese a la apariencia, el Fiesta Active sigue siendo un coche de tracción delantera con pocas pretensiones en campo. 

Así son por dentro

El puesto de conducción es muy diferente. El del Toyota apuesta por un diseño más curvado y desenfadado, mientras que el del Fiesta es más tradicional. Nos ha gustado más el del Fiesta, pues la distribución de mandos nos parece más ordenada y es más sencillo navegar por el menú de la pantalla central. También nos ha gustado más el cuadro de mandos, con mucha información y bien concentrada. 

En cuanto a la postura al volante, pocas diferencias, y eso que el Fiesta tenía un acabado ST-Line con unos asientos algo más deportivos que sujetan un poco más el cuerpo. Es lo más destacable, pues en los dos es muy fácil dar con la postura ideal al volante. 

Por espacio, las cosas están tan igualadas que la mayor diferencia está en el maletero. Ahí el Ford se impone con sus 303 litros por los 286 litros de su rival, penalizado levemente por su condición de híbrido. Aun así, son 17 litros, por lo que no es una diferencia abismal. Ambos tienen prácticamente la misma profundidad, pero mientras el Toyota ofrece algún cm más de anchura, el Ford lo gana en altura. En las plazas traseras, el Yaris es algo más amplio, pero de nuevo las diferencias son mínimas: le saca 3 cm al Ford en anchura, dos en altura y empatan en espacio para las piernas. Y de poco le sirve, porque tres personas no irán muy cómodos en ninguno de los dos, como ocurre en la inmensa mayoría de urbanos. 

Cómo van por motor

Si empezamos por el consumo, el Yaris se impone con mucha claridad cuanto más circulemos por ciudad, con medias reales en esos casos que pueden bajar con facilidad de los 4 L/100 km, mientras que su rival ahí suele moverse cerca de los 6,5 L/100 km. En carretera, la cosa cambia y se iguala notablemente pero, aun así, el Yaris puede subir a unos 5-5,5 L/100 km, que es unos 0,5 /100 km menos que lo que consume el Ford en carretera a velocidad sostenida.

Pero, si nos centramos en las prestaciones, el Ford tiene las de ganar, y eso que, pese a ser más potente (125 CV en vez de 116 de su rival), también es más pesado (pesa 1.165 kilos, 52 kilos menos que el Ford). En aceleración pura y hasta unos 100 km/h, las cosas están un poco más parejas, pero a partir de ahí y, sobre todo, en las recuperaciones, el motor 1.0 turbo del Fiesta se muestra más contundente. Además, el hecho de contar con una caja de cambios manual de seis marchas, o automática pero también con relaciones reales, le permite aprovechar mejor las prestaciones del motor. El Yaris sigue recurriendo a un cambio automático que no tiene marchas como tal, una solución muy buena desde el punto de vista de la eficiencia pero no tanto desde el punto de vista de las prestaciones.

Para terminar, hablemos del refinamiento y el agrado de conducción. En ciudad, o mientras podemos aprovechar la electricidad de la batería del Yaris, que puede darnos para 2 ó 3 km siempre que no pasemos de unos 50 km/h y no aceleremos con fuerza, el Toyota es mucho más agradable y silencioso. Sin embargo, en cuanto entra en funcionamiento el motor de gasolina, y quizá precisamente porque se acaba con ese silencio absoluto, las tornas cambian. Además, a poco que aceleremos con fuerza, el peculiar funcionamiento del cambio del Toyota hará que el motor se revolucione notablemente, algo que, comparado con el Fiesta, se nota especialmente en carretera.

Así, y mientras estemos en ciudad o alrededores y conduzcamos con tranquilidad, el Yaris nos ha convencido más; en cambio, en carretera, y no digamos ya si nos gusta disfrutar disfrutar de la conducción por una carretera de curvas, preferimos el Fiesta.

Cómo van por comportamiento

De nuevo, encontramos notables diferencias. Empecemos por el Yaris. Es cierto que cuenta con una suspensión más bien blanda y de recorridos un tanto largos que favorecen claramente la comodidad pero es que, además, su comportamiento es sorprendentemente bueno. Gran parte de la culpa la tiene su buen reparto de pesos, con las baterías colocadas en el suelo de la zona central del chasis. Gracias a eso y a una dirección agradable y bastante precisa, el Yaris es un coche muy cómodo en toda circunstancia, muy agradable y preciso en autopista y capaz de enlazar curvas a un ritmo mucho más elevado de lo que uno podría pensar al principio. Además, es ligero. Pesa 1.165 kilos, mientras que el Ford se va a 1.217 kilos, y eso juega a favor del Toyota. Va tan bien que hay que ir muy deprisa para que se note cierta torpeza en los movimientos de la carrocería por esas características de la suspensión que citábamos un poco más arriba. Sin duda, el poco peso ayuda, y mucho, a que haya pocas inercias. Eso se une a que tiene un eje delantero con una capacidad de agarre fabulosa, a que es muy preciso y a que, por si fuera poco, el eje trasero es tremendamente noble. 

Por su parte, el Fiesta varía notablemente en función del acabado elegido. En este caso, nuestra versión ST-Line lleva una suspensión más firme y baja que la del Trend. Eso hace que sea un poco más seco que el Yaris y, por ende, no tan confortable (aunque no por ello insufrible). En cambio, en zonas de curvas su comportamiento es más ágil. Los movimientos de la carrocería son más rápidos y cortos, y eso asegura que la suspensión se ‘recomponga’ antes a la hora de cambiar de apoyo. El resultado es un coche más ágil y divertido, con unas reacciones más vivas que involucran más al conductor en su conducción. A cambio, eso también le hace un poco más exigente de conducir en estas circunstancias que el Toyota.  

Precios

El precio de partida del Ford es más bajo, pues la versión más básica, con acabado Trend, arranca en los 17.033 euros. Por su parte, el Yaris 120H más asequible es el Active Tech, que sale por 18.700 euros, que son 1.667 euros más. Sin embargo, 1.797 euros es lo que cuesta la opción del cambio automático en el Ford, que es la única posibilidad de transmisión en el Toyota y, si optásemos por ella en el Fiesta, eso igualaría el precio casi por completo. Lo mismo ocurre si nos vamos a las versiones intermedias o las más equipadas. Un Fiesta ST Line  X vale 19.465 euros, y el Yaris Style sale por 19.700 euros. Mientras, el Fiesta más equipado es el Vignale, que con este motor sale por 22.355 euros, sólo 4.555 euros más que el Yaris Style Premier Edition, la variante más equipada del Toyota. 

Veredicto

Dado que ambos tienen la misma etiqueta Eco, los dos cumplen exactamente igual desde el punto de vista de las posibles restricciones. A partir de ahí, debemos buscar las diferencias, y ahí hay aspectos en los que apenas hay diferencias, como la habitabilidad o el precio. Entonces, ¿por cuál decantarse? Pues bien, si buscamos un urbano eficiente, de muy bajo consumo con el que circular principalmente por ciudad y alrededores con un buen nivel de comodidad, el Yaris es nuestro coche. En cambio, si nuestros trayectos son más bien por carretera, y buscamos un coche que nos transmita algo en la conducción, uno de esos en los que ir del punto A al punto B es algo más que un simple desplazamiento, entonces debemos dirigir nuestros pasos al Ford.

Por cierto, por sólo 396 euros más, el Fiesta se ofrece con una versión de este motor con 155 CV, también con etiqueta Eco. Eso sí, sólo con los acabados ST Line y ST Line X y exclusivamente con cambio manual de seis marchas. Salen por 18.768 y 19.800 euros, respectivamente.

 

Toyota Yaris

Toyota Yaris