Hace poco, Alfa Romeo renovó los Giulia y Stelvio con una serie de cambios cosméticos que te contamos aquí en su momento. También tuvimos la oportunidad de conducirlo, aunque en verdad en lo relativo a chasis y motor no cambiaba nada.
Y ahora ha llegado a nuestras manos una unidad que equipa el motor de gasolina 2.0 Turbo de 280 CV, que se sitúa en la gama por debajo del Stelvio Quadrifoglio de 520 CV. Una gama en la que, por cierto sólo, hay cuatro mecánicas, las dos mencionadas y dos diésel basadas en un bloque 2.2 de cuatro cilindros, que son las que quizá tengan más sentido en un automóvil de este tipo.

Este Stelvio, sobre el papel, es muy veloz, pues anuncia una aceleración de 0 a 100 km/h en 5,7 segundos. Y corre, aunque, ciertamente, no ofrece una respuesta memorable porque ni es especialmente impetuoso (o no lo transmite) ni suena fuerte.
Quizá los largos desarrollos de la transmisión ZF de ocho velocidades tampoco ayuden. En el último tramo de revoluciones despierta, aunque tampoco te esperes una cosa loca. No quiero darle una bofetada gratuita a este coche porque verdaderamente me gusta mucho cómo va, pero si me dicen que tiene 230 CV, pienso que me lo creería.

Es un coche más efectivo que emocional. En lo que respecta a sus prestaciones puras, porque en lo relativo a chasis sí que estamos ante uno de los SUV de su tamaño más reactivos y gratificantes de conducir. Su dirección es rápida, sus frenos son potentes y ofrecen muy buen tacto y, en general, no sientes que conduces un coche aburrido o insípido, cualidades muy esperables en un SUV de casi 4,7 metros de largo.
Además, el acabado Veloce que luce esta unidad incluye un diferencial trasero de deslizamiento limitado que aporta gracia a la conducción. El coche es de tracción total, pero es el eje trasero el que manda. Puedes jugar con las inercias en conducción ágil, acelerar un poco antes de tiempo a la salida de una curva y notar con nitidez cómo las ruedas traseras escarban buscando tracción.

Eso se traduce en que puedes provocar deslizamientos controlados en el eje trasero, maniobra para la cual te vendrá bien que la carrocería cabecee tan poco, producto de la firme amortiguación.
Son fáciles de encontrar esos pequeños derrapajes, especialmente si conectas el modo de conducción Dynamic. Y no debemos pasar por alto las sensacionales levas del cambio, que son enormes, metálicas y de muy grato tacto.
Tan sólo el Porsche Macan diría que es mejor en cuanto a dinamismo. El Maserati Grecale también se sitúa al mismo nivel que el Stelvio, en parte porque comparte la plataforma Giorgio con el Alfa Romeo. El Stelvio no es un ejemplo de confort de rodadura, aunque tampoco es incómodo, sólo que esa no es su principal cualidad derivada de que su enfoque es, entre comillas, deportivo.

Gasta bastante, eso sí. Anuncia 8,5 L/100 km pero los 10,5-11,0 L/100 km los tienes garantizados en uso real. Al menos, ‘tiene la tripa grande’, pues cuenta con un depósito de combustible de 64 litros de capacidad, de modo que su autonomía es muy digna.
Por otra parte, estamos hablando de un modelo que ya tiene unos cuantos años, y eso se nota por todas partes. No en vano, es un automóvil que nació en 2016 y que ha variado más bien poco. La buena noticia es que eso tiene su parte positiva. Por ejemplo, no verás en el interior nada táctil, excepto la pantalla central, claro, que por cierto no es que sea muy grande: 8,8″.

Eso es una de las consecuencias negativas de la veteranía del modelo, aunque para mí no tiene nada de malo, es más, permite que te hagas al coche mucho más rápido y que te sientas cómodo en menos tiempo.
El software también puede manejarse con un mando giratorio que hay en la consola central inspirado en los que hace poco hubo en BMW. De hecho, el origen del Stelvio se halla en el Giulia de 2015, berlina que está claramente inspirada en el BMW Serie 3.
¿Y el precio? Barato no es, aunque dos alternativas que hemos citado antes, como son el Porsche Macan y el Maserati Grecale, cuestan significativamente más. Sin embargo, que cueste más o menos lo mismo que un Audi Q5 45 TFSI, aunque el alemán venga de serie peor equipado, no es quizá algo que le interese a Alfa Romeo que se sepa.

Esta unidad, como hemos comentado, incluye el acabado Veloce y vale 66.818 euros, si bien hay algunos equipamientos opcionales que porta y que hacen que la factura sobrepase los 71.000 euros. El color Gris Vesuvio se paga aparte (1.438 euros), el techo practicable también (1.961 euros), así como el equipo de sonido Harman Kardon (2.680 euros) o el paquete completo de sistemas ADAS (1.634 euros).
Probablemente este Stelvio es uno de los SUV familiares que yo tendría si buscase uno en su rango de precio. No me importa que se vea algo desfasado a pesar de que Alfa Romeo lo haya maquillado con el último facelift, como tampoco que en términos prácticos, sin ser malo, no destaque.
Aun así tiene unos buenos 525 litros de maletero, por ejemplo. Sí me molesta más que el consumo de gasolina sea tan alto, pero bueno, el hecho de poder disfrutar de la conducción en una clase de automóvil no diseñada para ello es un atractivo que a mí me seduce tanto como para considerarlo determinante.
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