Cada año, el mundo financiero y empresarial se ve sacudido por la controversia en torno al salario del jefe de Stellantis, Carlos Tavares. En esta ocasión, los números son aún más llamativos, con su remuneración potencial para el año 2023 alcanzando la impresionante cifra de 36,5 millones de euros.
Esta suma, que supera con creces los ingresos de otros líderes de la industria automotriz, ha generado debate y cuestionamientos sobre la justificación de dichas cifras.

Durante la reciente asamblea general de accionistas celebrada en Ámsterdam, el respaldo del 70% de los votos a favor del aumento salarial de Tavares agregó más leña al fuego de esta discusión.
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Aunque la decisión no es vinculante, el hecho de que la mayoría de los accionistas hayan apoyado este incremento salarial refleja una postura a favor de la dirección de la empresa.
Entonces, ¿cómo se justifica un salario tan elevado? Según el informe financiero anual de Stellantis, esta remuneración incluye una prima significativa destinada a la «transformación» del grupo, resultado de la fusión entre PSA y Fiat-Chrysler en 2021.
Además de esta bonificación, el paquete salarial de Tavares comprende pensiones de jubilación a largo plazo y bonificaciones condicionales relacionadas con los objetivos establecidos para 2025.
Carlos Tavares, de 65 años, ha defendido su salario argumentando una «dimensión contractual» entre él y la empresa, comparándola con los contratos de futbolistas o pilotos de Fórmula 1.

Según sus declaraciones, el 90% de su salario está vinculado a los resultados de la empresa, lo que, en su opinión, demuestra la validez y pertinencia de esta compensación.
Sin embargo, estas cifras estratosféricas no han pasado desapercibidas para la esfera política. Figuras como Boris Vallaud, presidente del grupo socialista francés en la Asamblea Nacional, han expresado su intención de presentar propuestas de ley para limitar las brechas salariales dentro de las empresas, respondiendo al llamado de Tavares a «hacer una ley».
Esta reacción política pone de relieve la creciente preocupación por las disparidades salariales y la percepción pública de las remuneraciones de los altos ejecutivos en un contexto económico y social complejo.
Además de la controversia sobre la remuneración del CEO, Stellantis se enfrenta a desafíos significativos en su estrategia empresarial. La fusión entre PSA y Fiat-Chrysler en 2021 generó expectativas de sinergias y eficiencias, pero también ha implicado la necesidad de adaptarse a un mercado en constante evolución, especialmente en lo que respecta a la electrificación y la innovación tecnológica.

A pesar de los beneficios récord anunciados por Stellantis para el año 2023, la empresa se encuentra en medio de disputas y críticas, particularmente en países como Italia y Estados Unidos, donde los recortes de plantilla y la reubicación de la producción han generado tensiones con los gobiernos y los sindicatos.
Otra de las principales controversias generadas por el Grupo Stellantis, o al menos aquí en España, han sido los motores PureTech. Un problema provocado por la correa de distribución húmeda (bañada en aceite) que ha presentado problemas en forma de excesivo consumo de aceite o de falta de presión de aceite.
No obstante, Stellantis puso solución al citado problema al asumir el coste de la reparación en los coches que monten este motor y presenten alguno de esos dos problemas. En función de los años y kilómetros que tenga esos coches, ha asumido la reparación integra o el coste de las piezas.
La reciente aprobación del paquete de remuneración de Carlos Tavares por parte de los accionistas de Stellantis puede interpretarse como un respaldo a la gestión y dirección de la empresa, pero también plantea preguntas sobre la equidad y la transparencia en las prácticas de remuneración de los líderes empresariales en un contexto de desafíos y transformaciones sin precedentes en la industria automotriz.