Un gran número de personas en España, a la hora de comprarse un coche, escoge el diésel por inercia, sin ni siquiera evaluar si es la opción que más le conviene o si el bajo consumo que promete realmente le va a salir rentable. Uno de los mayores problemas que tienen los vehículos de gasóleo son los filtros de partículas, un elemento que retiene y elimina las partículas cancerígenas generadas durante la combustión.
Pero éste necesita regenerarse, algo que no hace si no se le somete a las condiciones adecuadas de temperatura –y que suele ocurrir cuando se circula excesivamente por ciudad-, derivando en elevados costes de sustitución –entre 800 y 1.000 euros, aproximadamente-. ¿Cuál es, dado el caso, la solución más sencilla? Pagar clandestinamente entre 100 y 200 euros a un taller para que lo anulase de forma indetectable para las ITV o talleres oficiales mediante la reprogramación de la centralita, con el consecuente aumento en contaminación.
Después del revuelo formado por el fraude de Volkswagen y sus emisiones de NOx, la justicia se ha puesto seria e, investigando, ha descubierto 8 talleres que eliminaban la función del FAP, siendo denunciados. Sin embargo, esta demanda puede extenderse a otros 80, situados por toda España. Según declaraciones de las autoridades, estos vehículos están provocando un «grave perjuicio al medio ambiente”.