Además, el plano mecánico ha sido revisado, aumentando ahora su potencia desde los 507 CV del V8 hasta los 528 CV del V8 S y consiguiendo un par motor máximo de 680 Nm, disponible a partir de las 1.700 rpm, siempre extraído del mismo bloque motor gasolina biturbo de 4 litros. No obstante, el consumo mixto homologado se mantiene en los 10,9l/100km del V8 ‘normal’, y las emisiones se quedan en 254 g/km.
Todo ello es sorprendente teniendo en cuenta que la aceleración desde 0 hasta los 100 km/h se cifra en esta versión en 4,6 segundos -por los 4,9 del V8- y alcanza 306 km/h de velocidad punta. No obstante, una de sus grandes armas para mantener a raya el consumo es utilización de la tecnología de desconexión de cilindros, implementada también en otros modelos de menor caché del Grupo Volkswagen. Por su parte, la transmisión utilizada es una automática de ocho velocidades.
En el habitáculo, como no podía ser de otra forma, se respira lujo por los cuatro costados. De este modo, incluye tapicería bitono de piel para los asientos, molduras interiores de madera pintadas en negro piano y techo acabado en un tono de contraste. Además, como opciones tecnológicas más destacadas se podrá añadir un punto de acceso Wi-Fi y un sistema multimedia para los asientos traseros. Por último, en caso de que el cliente quiera una mayor personalización, siempre se puede optar por pedírselo a la división de ‘Mulliner’.