El usuario introduce tanto la ruta que quiere realizar como el tiempo que quiere tardar, y el algoritmo considera la orografía del terreno por el que se va a circular, la carga que se va a transportar, el tipo de combustible que utiliza el vehículo y los límites de velocidad que nos vamos a encontrar. Con estos datos, la gran diferencia respecto a otros sistemas similares presentados con anterioridad radica en tomar en consideración las pendientes, llegando a recomendar no sólo en qué marcha circular, sino cuando acelerar, frenar o levantar el pie; a partir de las variaciones en las pendientes calcula las distintas velocidades óptimas; recurriendo al método de la Programación Dinámica, el algoritmo indica cuando corresponde acelerar, frenar, cambiar de marcha, a qué velocidad exacta ir para aprovechar al máximo la energía del combustible…
Según la Universidad Politécnica, la Programación Dinámica consiste en «considerar todas las posibles transiciones entre estados inmediatos de un sistema para hallar la secuencia ideal cuando se requiere que cambie entre dos estados no consecutivos». El Insitituto de Investigación del Automóvil de la Universidad Politécnica de Madrid cuenta en estos momentos con un prototipo con un ordenador portátil y conexión al puerto de diagnósticos OBD del vehículo -que todos los vehículos fabricados a partir del año 2000 montan obligatoriamente-. El objetivo es que baste con instalarlo en un GPS, para que sea compatible con una gran variedad de vehículos. Pero, de momento, el profesor de la Escuela de Industriales de la UPM, Felipe Jiménez, reconoce que su algoritmo está demasiado por delante de la tecnología actual: «Sigue necesitando una potencia de cálculo superior a la de estos dispositivos».
