A fondo: Opel Grandland GS 1.2T 130 Aut.

Miguel Tineo
Miguel Tineo
Probamos el Opel Grandland con el motor más asequible, que ya se maneja con suficiente soltura.

El Opel Grandland es un SUV de tamaño medio que cuenta con una carrocería de 4,47 metros y cinco puertas. Emplea la plataforma EMP2 del Grupo Stellantis y que originariamente fue desarrollado por el Grupo PSA para los modelos de tamaño medio de Peugeot y Citroën, como el Peugeot 308, 3008 o 508, pero también el Citroën C4 Picasso o el C5 y, posteriormente, el DS 7.

Además de la plataforma, el Opel Grandland también comparte algunas de las motorizaciones de Stellantis. En concreto, puede estar motorizado por el motor 1.2 Turbo de 130 CV, el 1.5 Diesel de idéntica potencia y dos versiones del conjunto híbrido enchufable en sus variantes de 225 y 300 CV, esta última con tracción total por el hecho de contar con un segundo motor eléctrico que actúa sobre las ruedas posteriores. Hay dos acabados: el Design&Tech y el GS, protagonista de esta prueba y que se caracteriza por ofrecer un aspecto más deportivo.

Cuánto cuesta el Opel Grandland GS 1.2T 130 Aut.

El Opel Grandland con motor 1.2 Turbo de 130 CV cuesta desde 32.703 euros con acabado Design&Tech, que sube a los 33.143 euros en el caso del 1.2 Turbo 130 GS y hasta los 35.343 euros de esta misma versión pero con cambio automático de ocho marchas, como el de esta prueba. Con el motor 1.5D, el Grandland cuesta desde 36.378 euros; con el PHEV de 115 CV, vale 46.290 euros; y con el GSe de 300 CV, 56.390 euros.

Si nos centramos en el motor 1.2 Turbo de 130 CV del Opel Grandland de esta prueba, este modelo de Opel tiene un precio muy cercano al de un Peugeot 3008 con el mismo motor (desde 33.050 euros), algo lógico si tenemos en cuenta que no dejan de ser el mismo coche desde el punto de vista técnico. Sin embargo, un Citroën C5 Aircross equivalente es considerablemente más barato (desde 28.530 euros). Un Seat Ateca 1.5 TSI 150 sale desde 32.740 euros, y un Skoda Karoq con el mismo motor está disponible desde 31.800 euros. Un Renault Austral TCe 140 cuesta desde 30.900 euros, y hay un Nissan Qashqai con ese mismo motor desde 32.450 euros. Un Ford Kuga 1-5 Ecoboost 150 ST-line cuesta 33.112 euros. Por último, un Kia Sportage 1.6 T-GDi 150 arranca en los 28.609 euros y su primo hermano, el Hyundai Tucson con esa misma mecánica, parte de los 29.725 euros.

Cómo es el Opel Grandland GS 1.2T 130 Aut. por dentro

El Opel Grandland tiene un salpicadero de diseño sencillo y relativamente tradicional. Su pertenencia a Stellantis se nota por la utilización de elementos como la pantalla central, si bien emplea mucho botones que siguen siendo los clásicos de Opel. En general, y pese a su parentesco con el Peugeot 3008, nos parece un puesto de conducción menos impresionante desde el aspecto visual pero mucho mejor resuelto desde el punto de vista ergonómico, pues la postura al volante es mucho más habitual y la mayor cantidad de botones facilita mucho la manipulación de todas las cosas. Se va sentado como suele ser habitual en cualquier SUV: más bien alto y con las piernas poco estiradas, pero hay un amplio reglaje de volante para encontrarse muy a gusto.

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Se agradece en especial que el climatizador tenga sus propios mandos. La instrumentación, por su parte, está poco aprovechada. Es digital, pero no hay mucha lógica en el tamaño de las informaciones, y podrían haberlo aprovechado mucho mejor. Por ejemplo, los relojes del cuentavueltas o del velocímetro son muy pequeños, como los de la temperatura o el nivel de carburante, pero luego puedes poner un ordenador de a bordo que ocupa casi el doble. Es más, hasta puedes poner un segundo indicador de temperatura del motor que es mucho más grande que el fijo, y vas con dos indicadores de idéntica información pero diferente tamaño ocupando casi el 35% de toda la pantalla.

En cuanto a calidad, el Opel Grandland emplea unos plásticos similares a los de sus principales rivales: más bien duros en zonas poco vistas, y más blanditos en los más accesible. El tacto de los mandos es correcto, y las pantallas, sin ser nada del otro mundo, también entran dentro de lo habitual en su clase, aunque ya empiezan a verse superadas por las que emplean modelos más modernos como el Renault Austral o el Kia Sportage.

Lo que menos nos ha gustado son los ajustes, aunque creemos que es algo de esta unidad en concreto, pues hemos tenido otros Grandland en otras ocasiones y no hemos apreciado nada especialmente criticable. En esta unidad, sí hemos notado algunos crujidos en zonas donde no deberían producirse, como en los reposabrazos de todas las puertas.  

En cuanto a espacio, el Opel Grandland está en la media de su segmento por espacio para las piernas, que no está mal, pero su fuerte es la anchura y la altura disponible, dos aspectos en los que destaca por encima de la media. Por anchura, es de los mejores para llevar a tres adultos o incluso tres sillitas, y la plaza central es relativamente cómoda y aprovechable. Además, el acceso es muy bueno porque la puerta abre mucho, debe rondar los 80 grados, y el hueco que queda para acceder es grande.

Cómo es el maletero del Opel Grandland GS 1.2T 130 Aut.

El maletero del Opel Grandland tiene una capacidad de 514 litros, lo que le sitúa ligeramente por encima de la media de su categoría. No hay banqueta trasera corrediza, por lo que la única forma de variar el espacio es quitando la bandeja flexible, como en muchos de sus rivales, o abatiendo los asientos, algo que permite llegar a un máximo de 1.652 litros, algo que se puede hacer directamente desde el maletero.

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Sí tiene un suelo movible que permite contar con un pequeño doble fondo de unos 12 cm de altura. También hay una toma de 12 voltios, un punto de luz (ambas cosas en el lateral izquierdo del maletero) y tiene apertura eléctrica del portón de serie. Lleva kit reparapinchazos.

Cómo va el motor del Opel Grandland GS 1.2T 130 Aut.

En marcha este Opel Grandland nos ha parecido que es un coche muy interesante siempre que no vayamos a recorrer muchos kilómetros por carretera, situación para la que será mucho más interesante la versión diésel. Pero, para hacer pequeños recorridos a diario y viajes esporádicos, con un máximo de unos 15.000 kilómetros anuales, es una opción francamente interesante.

Lo es porque el motor 1.2 Turbo de tres cilindros y 130 CV mueva al Opel Grandland con suficiente soltura, y para viajar con relativa agilidad tampoco hace falta mucho más porque es un propulsor muy voluntarioso. El hecho de ser tricilíndrico se traduce en cierta falta de finura comparado con un cuatro cilindros, peor no es algo preocupante, ni mucho menos, pues el coche está bien insonorizado y no se aprecian demasiadas vibraciones.

Esta unidad estaba equipada con el cambio automático de ocho marchas por convertidor de par EAT8 de Stellantis, una caja que nos convence plenamente por rapidez, suavidad y agrado de conducción. Va francamente bien. En automático y en modo normal, tiende a utilizar marchas más bien largas para favorecer el consumo, así que si queremos rodar por carretera con cierta agilidad, mejor optar por el modo Sport. No es que haya una diferencia exagerada, pero sí suele ir siempre con una marcha menos, y eso se agradece por respuesta. En manual, modo en el que este cambio sólo se puede manejar con las levas, funciona siempre muy bien.

Ya que citamos los modos de conducción, decir que hay tres: Eco, Normal y Sport. En el Eco, el motor se queda demasiado aletargado para un coche que pesa 1.461 kilos y que no deja de ir equipado con un motor tricilíndrico. En Normal notaremos la ganancia suficiente como para no echar en falta más, y en Sport también se nota un pequeño aumento en la respuesta del acelerador, pero no es nada del otro mundo.

Cómo se comporta el Opel Grandland GS 1.2T 130 Aut.

En cuanto a comportamiento, el Opel Grandland, al menos con esta configuración GS, con llantas de 18 pulgadas y neumáticos todo tiempo Goodyear Vector 4seasons Gen-3, nos ha gustado mucho. Tiene una suspensión tirando a firme, y eso le permite contener muy bien los movimientos de la carrocería a la hora de enlazar curvas, por ejemplo. No es tan cómodo como su primo el Citroën C5 Aircross, pero sí es más que suficiente para viajar con gran comodidad y, a cambio, la ganancia en aplomo y control es notable.

Tiene también la ventaja de que el motor es muy pequeño, y eso hace que haya un peso relativamente contenido recayendo sobre el eje delantero. Así, el Opel Grandland se muestra incisivo en los giros, e incluso cuando crees que te vas a acercando a su límite de adherencia, aún te sorprende ofreciéndote un poquito más de agarre que no te esperabas. Después, el eje trasero se muestra muy asentado siempre y con unas reacciones dulces y progresivas, y eso sin recurrir a una elaborada suspensión trasera de tipo multibrazo. Viendo el resultado, ni falta que le hace.

Por último, destacar que los neumáticos Goodyear Vector 4seasons Gen-3 también nos han sorprendido por su buen comportamiento en zonas de curvas con asfalto seco. Pese a ser un neumático todo tiempo M+S con el pictograma 3PMSF, válido para circular por nieve sin cadenas, es difícil notar pérdidas de precisión en la dirección o en fuertes apoyos, por lo que nos parece una monta muy adecuada para la conducción habitual de un coche de este tipo.

 

Opel Grandland