Lleida Mototurisme: por el eje pirenáico de Lleida

Esta no es una ruta para amantes de las prisas. Aquí se viene a disfrutar, con ganas de hacer bailar la moto. Las carreteras del eje pirenaico de Lleida son una verdadera gozada para cualquier motero.

El Slow Drive hace mucho tiempo que se ha practicado en el Pirineo leridado. Curvas, curvas y más curvas entre montañas, lagos, dinosaurios y románico… el mejor. Una nueva propuesta de Mototurismo para conocer este secreto del norte catalán. Eso sí, sin prisas.

Siempre es un buen momento para acercarse al Valle del Boi. En invierno, por la nieve. En primavera por las caminatas. En verano, por las fiestas y en otoño, por la cocina… Y siempre para ver a los amigos. Los quesos y los embutidos de Casa Cunilla, los canelones de El Fai o el agua de las Caldas son las excusa de ir a uno de los valles más bonitos de Europa.

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Para ir haciendo ganas y rodar un poco la moto empezamos en Vall de Boi, la cuna del románico y puerta al Parque Nacional de Aigüestortes, y empezamos a dar buena cuenta de las curvas del camino. La colección de motos del hotel balnerario de las Caldas de Boi son un reclamo añadido.

Del románico de Vall de Boí no hay que perderse nada. Nueve iglesias a cual más bella. Sant Climent de Taüll, la más conocida y con un campanario impresionante, es la postal perfecta del lugar, pero no hay que perderse el resto, de verdad, no cansa: Santa María de Taüll, Sant Joan de Boí, Santa Eulàlia de Erill la Vall, la Nativitad de Durro, la ermita de Sant Quirze de Durro, Sant Feliu de Barruera, Santa María de Cardet y la Assumpció de Coll. Después de este repaso por el románico imaginamos lo bien que les habría venido a los monjes de la época una motocicleta para ir de una a otra, disfrutando del camino por este magnífico valle.

En Barruera encontramos una oficina de información turística del Patronat donde se pueden comprar las entradas a todas las iglesias, tienen rutas de senderismo por Aigüestortes, información sobre las carreteras.

En Erill la Vall también se puede visitar el Centro del Románico, un centro de interpretación con visitas guiadas que hacen mucho más interesante la ruta por las iglesias del valle.

Otro de los atractivos que más sorprenden de esta zona son sus fallas. Como en toda sociedad rural, las fiestas siempre están ligadas a los ciclos solares y agrarios. A partir de mediados de junio, en diversos pueblos del valle, se enciende fuego en lo alto de las montañas, cada persona lleva su tea encendida, y se baja al pueblo como tributo para purificar los campos y ahuyentar los malos espíritus.

La primera Falla es la de Durro, a mediados de junio, la sigue la de Boí en la noche de San Juan, y ya en julio se celebran en Erill la Vall y Taüll. El espectáculo es precioso, ver bajar corriendo a los lugareños montaña abajo hasta el pueblo nos despierta nuestro instinto más ancestral.

Cuando acaba la L 500, tomamos la mítica la N-260, pasamos por Pont de Suert, Pobla de Segur, disfrutamos de la carretera y del verde del valle y llegamos a Sort. Lo primero, compramos un décimo de lotería… por si acaso… y disfrutamos de la cocina de Fogony, que no todos los días se puede disfrutar de comer en una estrella Michelin con precio muy asequible. Atención… menú de 38 euros! Lo segundo es dejar la moto por un momento y disponernos a disfrutar de las bravas aguas del Noguera Pallaresa.

Sort es famoso por los deportes de aventura relacionados con el agua. Hacer rafting aquí es genial. La emoción y la adrenalina se disparan. Hay un montón de empresas que lo organizan y el precio ronda los 50 euros si es media jornada o 90 para el día entero. También se puede practicar el kayak, barranquismo, piragüismo.

Desde Sort hacia el siguiente punto de la ruta iniciamos el tramo quizá más querido por los moteros nacionales y extranjeros que se puede encontrar. Unos 50 kilómetros de curvas, para disfrutarlas con tranquilidad, excelentes vistas y con varios puntos de parada y miradores para tomarse este camino con mucho deleite. El punto más alto de esta ruta está en el Collado del Cantó, a 1720 metros de altura y la entrada al Parque Natural del Alt Pirineu.

Parque Nacional de Aigüestortes i Estany Sant Maurici: en el reino del agua

La Seu d’Urgell está en la comarca de L’Alt Urgell, en pleno Pirineo. Aquí en la Seu está la única catedral románica de Cataluña, Santa María de Urgell. La talla de la Virgen que hay dentro es una maravilla y la paz que se respira en su claustro parece trasladarnos a la Edad Media y a la contemplativa vida de los monjes de antaño.

Sin dejar la N-260 hacemos un pequeño tramo de 5 kilómetros hasta seguir por la C-14. Aquí las curvas no son muy marcadas, pero ir siguiendo la orilla del Segre es una auténtica maravilla. Al final, llegamos al pantano de Oliana.

A partir de aquí se nos abre otra puerta al pasado, la de hace más de 70 millones de años. Por esta zona no es difícil encontrar vestigios de dinosaurios. En Coll de Nargó, en el Alt Urgell está Dinosfera, un centro paleoambiental. La visita es de lo más interesante, ver cómo se reproducían los dinosaurios, las especies que aquí habitaron e incluso encontramos un yacimiento de puesta de huevos de tiranosaurios al aire libre… fascinante. De hecho está considerado como uno de los tres yacimientos más importantes del mundo.

Y después de caminar entre dinosaurios, de nuevo a cabalgar con nuestra burra por las carreteras leridanas. Desde aquí hasta Isona se suben y se bajan collados como el de Bòixols y el de la Faidella. Las carreteras tienen mucha pendiente, así que tenemos que ir concentrados en el camino.

Y por último Isona. Aquí hacemos parada y fonda, y terminamos nuestra ruta más bailarina. En Isona lo más interesante está en el Museo de la Conca Dellà. Aquí volvemos a viajar en el tiempo. Desde los tiempos de los dinosaurios a la época de los romanos. Un broche final lleno de anécdotas e historias de amigos para un final de ruta feliz.