Hace ya más de seis décadas, la industria automotriz dio un giro de 180º con la incorporación, para vehículos de producción, del motor central (aunque este ya se había utilizado en algunos modelos de competición desde 1.900). Desde entonces prestigiosas y reconocidas marcas han optado por utilizar un motor en esta posición en algunos de sus vehículos más importantes, aunque el pionero de la utilización de un motor en esta posición fue, en 1962, el deportivo francés Bonnet Djet.
A lo largo de la historia, los vehículos de alto rendimiento, como los super deportivos, han adoptado la disposición de motor central para maximizar su potencial en la pista y en la carretera. Sin embargo, esta configuración se fue expandiendo hacia una variedad de segmentos de mercado, incluidos vehículos deportivos asequibles, SUV de alto rendimiento e, incluso, vehículos eléctricos.
En los diseños de motor central, el propulsor se coloca entre los ejes delantero y trasero, por detrás del habitáculo; creando así una distribución más equilibrada del peso del vehículo. Esta característica clave tiene un impacto significativo en la maniobrabilidad y la estabilidad del automóvil. Al centralizar una parte importante del peso del automóvil, se logra una mejor tracción en todas las ruedas, lo que se traduce en una capacidad de respuesta mejorada en las curvas y una conducción, en general, más ágil.
Ford GT40

Tras su fracaso en el intento de compra de Ferrari en 1963, Ford quiso imponerse a la marca italiana en competición. Y, para ello, desarrolló un automóvil específicamente pensado para ganar en pruebas de resistencia y, por supuesto, en las 24 Horas de Le Mans. El éxito del Ford GT fue absoluto y este coche logró la victoria en la prueba francesa hasta en cuatro ocasiones con el GT40 (de 1966 a 1969 de forma ininterrumpida). Esta gesta inspiró la película «Ford v Ferrari«, que narra estos eventos y se estrenó a finales de 2019. Debido a esta historia, el Ford GT40 se ha convertido en un ícono en la historia del automóvil, destacando por su diseño y motor central que le proporcionaron una ventaja competitiva en la pista.
Lamborghini Miura

En el Salón del Automóvil de Ginebra de 1966, Lamborghini presentó el prototipo de su modelo Miura, anticipando la posible venta de cerca de 20 unidades. Sin embargo, a lo largo de siete años, la producción de este deportivo llegó a alcanzar un total de 763 ejemplares. Cada uno de estos vehículos albergaba un motor V12 de 350 CV (de hasta 385 CV en su versión más deportiva, la SV), que para la época, otorgaba un rendimiento y unas prestaciones sobresalientes. Debido a ello, el Miura ayudó a cimentar la leyenda de los V12 de Lamborghini.
Lancia Stratos

Después de que Cesare Fiorio, director de competición de Lancia, quedara impresionado por el concepto en forma de cuña del prototipo Stratos Zero, diseñado por Bertone y presentado en el Salón de Turín de 1970; no hubo marcha atrás. El fruto de esta inspiración fue el Lancia Stratos, un vehículo con un motor V6 de 2.4 L y 190 CV en su versión de producción, que resultó ser un gran éxito en el ámbito de los rallyes. Con un total de 492 unidades fabricadas para cumplir con los requisitos de homologación, el Lancia Stratos se convirtió en una leyenda de los rallyes y y dejó una marca indeleble en la historia automotriz.
Lamborghini Countach

El Lamborghini Countach destacó, cuando se puso a la venta en 1974, por tener una de las estéticas más impactantes de entre cualquier automóvil. Su nombre, derivado de una exclamación piamontesa dedicada a la belleza de las mujeres, no fue su única característica llamativa. Equipado con un imponente motor V12 que llegó a alcanzar los 455 CV de potencia en sus últimas versiones, este vehículo se mantuvo en producción durante 16 años, con un total de 1.983 unidades fabricadas.
BMW M1

La llegada del BMW M1 en 1979 marcó el debut de la División M de BMW, siendo además el primer automóvil de la marca con motor central. Este modelo de propulsión trasera contaba con un motor de seis cilindros en línea y 3.5 L que generaba una potencia de 277 CV. Entre 1979 y 1981, se produjeron 453 unidades del BMW M1, y en la actualidad, estos vehículos ya son buscados con ahínco por los coleccionistas.
Renault 5 Turbo

En 1980, Renault introdujo el Renault 5 Turbo. Concebido primordialmente para competir en rallyes, este modelo también encontró su camino en las carreteras. Hasta el cese de su producción en 1986, se fabricaron 4.987 unidades de este vehículo (1.820 unidades correspondientes a su primera fase y 3.167 de la segunda), cada una de ellas propulsada por un motor turboalimentado de cuatro cilindros, 1.4 L de cilindrada… y 160 CV de potencia.
Ferrari F40

El Ferrari F40, sin duda uno de los iconos de Ferrari y del automovilismo en general, fue el último vehículo de la marca desarrollado bajo la supervisión de Enzo Ferrari antes de su fallecimiento. Construido desde 1987 a 1992 para celebrar los 40 años de la compañía, su motor central, un V8 biturbo de 2.9 L y 478 CV, lo convirtió en el primer Ferrari capaz de superar los 321 km/h; asegurándole un lugar en la historia de los super deportivos.
Honda NSX

El Honda NSX fue uno de los primeros super deportivos japoneses que optaron por montar un motor central, con el que lograron equilibrar fiabilidad, facilidad de uso y rendimiento. A la venta desde 1991 a 2005, su diseño estaba orientado a ofrecer una distribución de peso óptima y una experiencia de conducción precisa. Pese a ello, y a contar con propulsores de 3.0 y 3.2 L de hasta 290 CV, las ventas no fueron tal y como se esperaban, debido en parte a que los posibles compradores no valoraron a Honda como una marca que pudiera fabricar super deportivos.
Porsche Carrera GT

El Porsche Carrera GT, un icono de la ingeniería automotriz, fue concebido inicialmente con la idea de alojar un motor bóxer de seis cilindros. Sin embargo, Porsche decidió ir mucho más allá y equiparlo con un poderoso motor V10 de 5.7 L y 612 CV, el cual había sido originalmente desarrollado para el equipo de Fórmula 1 Footwork en 1992. Esta decisión mecánica única agregó una dimensión excepcional al rendimiento del automóvil. Aunque la producción del Carrera GT estaba planificada para alcanzar las 1.500 unidades, finalmente se fabricaron sólo 1.270 unidades de 2004 a 2006, lo que añadió a este vehículo un toque de exclusividad aún mayor.
Bugatti Veyron

Con una velocidad máxima de 405 km/h, el Bugatti Veyron se posicionó en 2005, cuando fue lanzado, como el líder indiscutible en el ámbito de los automóviles de producción en términos de velocidad. Sin embargo, la ambición de Bugatti no tuvo límites y dieron un paso más allá con el Veyron Super Sport, un modelo aún más veloz capaz de alcanzar una asombrosa velocidad de 431 km/h. Estos logros fueron impulsados por el motor central de 8.0 litros y 16 cilindros en W que, gracias a sus cuatro turbos y a una potencia máxima de 1.200 CV, se convirtió en la pieza clave para que este vehículo cosechara todos los récords.
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