Anduve mendigando tips por los boxes sobre la conducción del Mini Cooper de la Copa Racer Confortauto. No en vano, la primera y única vez que había pilotado este coche fue en 2019.
Y, aunque en aquella ocasión me fue muy bien, no dejan de haber pasado seis años de aquello y, a pesar de que entre medias he hecho decenas de carreras con otros coches, quieras que no mi experiencia con este era casi nula. Eso sin contar que ahora el vehículo cuenta con un diferencial autoblocante Quaife que antes no tenía.

Miro la lista de inscritos. Tenemos nueve unidades de BMW M2, que compiten en su propia categoría, y ocho unidades de Mini Cooper, entre los que estamos con nuestro Mini #25 de color gris y amarillo. Comparto coche con Guillem Serna, habitualmente piloto de rallyes pero que es tan ‘quemado’ que se sube en todo lo que puede, como yo.
Bien, me tomo los entrenamientos libres para aclimatarme al coche. Para aprender cómo llevarlo. A fin de cuentas es un coche de carreras que encierra muchas particularidades porque en muchos aspectos es como si fuera de calle.

Por ejemplo, tiene una buenísima suspensión Öhlins de competición, pero la electrónica del coche es la de origen. Los frenos no son los de serie, pero son los del Cooper S de calle, eso sí, con pastillas Endless.
La transmisión es la de serie, y eso significa que los desarrollos son largos, de hecho, las dos últimas marchas no se utilizan. No hay repartidor de frenada, de modo que casi todo el trabajo de frenada recae en el eje delantero.
Y luego está el motor, turboalimentado y que tienes que llevar en un margen de revoluciones óptimo para sacarle todo el partido. Tiene bastante par, así que puedes llevarlo anormalmente bajo de vueltas y empuja, al mismo tiempo que estirarlo más allá de las 6.000 rpm no merece la pena.

Entonces, si haces un mix de todo, necesitas unas cuantas vueltas para entender cómo llevar rápido este coche, pero una vez que lo logras, acabas yendo rápido y con confianza.
Tanto Guillem como yo logramos clasificar en quinta posición en nuestras respectivas sesiones de clasificación, parando los cronos en 1:58,3 y 1:57,9. Algo lejos de las dos poles, que estuvieron en 1:56,7 y 1:56,3 en manos de Carlos Medina y Francisco Braco. Pero bueno, esto nos daba para luchar en el pelotón y, para ser casi la primera vez, no está mal.

Los M2, por cierto, van como aviones y eso que para este circuito la organización estableció que se correría con el mapa de motor más modesto, con la potencia limitada a aproximadamente 370 CV. César Romero paró el crono en 1:47,0 en la Q1, mientras que Antonio Sainero lo hizo en 1:46,8 en la Q2.
Para este meeting, la Escuela Española de Pilotos estableció tres carreras, dos al sprint (20 minutos + 1 vuelta) y una de resistencia (45 minutos + 1 vuelta). Guillem competiría en la primera, logrando un quinto puesto en una carrera que ganó Luis Maurice en la categoría de los Minis y Diego Carrascal en la de los M2.

A mí me tocaría salir en la segunda, replicando ese quinto puesto en una carrera que ganó Hugo Latorre entre los Minis y de nuevo Diego Carrascal entre los M2.
Rozando el podio
Mejor nos iría en la carrera de resistencia, en la que se para entre medias para efectuar un cambio de piloto. O, si corres solo, no se cambia, pero se para igual.
Casi podio. Guillem completó una primera parte de la carrera dificultosa porque en ella hubo algunos accidentes, paró entre medias y efectuamos un cambio de piloto impecable que previamente habíamos ensayado.

Tienes 80 segundos para entrar en el pit lane, parar, cambiar de piloto (con el ajuste de arneses y tal) y salir a pista. 80 segundos como mínimo, pero claro, la idea es no excederse de eso.
Lo hicimos tan bien que nos sobraron 9 segundos, de modo que tuve que esperarlos para salir a pista. Entre esto y el buen ritmo que impusimos ambos, de repente me vi en la pista en cuarta posición dando caza al tercero.
También es cierto que el quinto me iba recortando distancia, pero bueno. El caso es que en la curva 12, una de las más técnicas del circuito, el tercer clasificado se salió, quedándose cruzando en el piano exterior, cuando yo iba a pocos metros de él.

Para no colisionar, me vi obligado a tirarme a la tierra, cosa que aprovechó el quinto clasificado para ponerse tercero. En ese momento sacaron bandera roja y se generó un poco de confusión porque no sabíamos si seríamos terceros o cuartos.
El caso es que cuando se saca bandera roja, a veces, se toma como última vuelta la anterior, en la cual, si se eliminaba al coche que se salió, éramos nosotros. Pero bueno, finalmente la dirección de carrera dictaminó que no, que seríamos cuartos, lo cual fue una decepción porque me apetecía muchísimo subir a ese podio tan bien montado por la Escuela Española de Pilotos.

En esta tercera carrera el ganador en la categoría Racer Turismo, la de los Minis, fue Hugo Latorre, mientras que en la clase Racer GT, la de los M2, fue de nuevo Diego Carrascal.
Muy gratificante fin de semana en cualquier caso. Lo pasamos bien, hicimos un buen papel, comprobamos cómo mola la Copa Racer Confortauto y disfrutamos de un Mini Cooper de carreras al que dedicaremos una noticia específica contándote cómo va.
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