El pasado mes de abril Daihatsu admitió que había falsificado las pruebas de colisión lateral de hasta 88.000 de sus coches más pequeños fabricados en Tailandia y Malasia. Y, a raíz de aquello, una comisión independiente ha estado investigando a la marca nipona, propiedad del gigante Toyota, especialista en la fabricación de kei cars y de vehículos industriales y que, en hasta octubre 2023, supuso cerca del 7% de las ventas totales del primer fabricante mundial este año.
Los resultados, hechos públicos recientemente, son demoledores. Toyota ha admitido que se han identificado cerca de 174 irregularidades en 64 modelos, algunos de ellos vendidos bajo la marca Toyota. Pero no serían las únicas marcas afectadas, ya que Daihatsu también fabrica vehículos vendidos bajo el logotipo de Mazda y Subaru.
Así, si antes se pensaba que Daihatsu sólo habría manipulado las pruebas de colisión de alrededor de media docena de modelos, el resultado la investigación señala que, tal y como publica Automotive News “casi todos los automóviles de la gama de Daihatsu podrían verse afectados”.
Con este panorama, Daihatsu ha paralizado la entrega de todos sus vehículos a nivel mundial y Toyota, que controla la marca desde 2016 ha prometido una “reforma fundamental” dentro de la firma japonesa para evitar que esto vuelva a suceder.
Aún así, Toyota ya ha señalado que todavía no puede determinar “el impacto financiero” que supondrá este escándalo. El director de tecnología de Toyota, Hiroki Nakajima, señaló durante una conferencia de prensa conjunta con el presidente de Daihatsu, Soichiro Okudaira, que “seguro que tendrá un impacto significativo” y que “es probable que los seguros también se conviertan en un problema».
Eso sí, tanto Daihatsu como Toyota han señalado que no tienen conocimiento de ningún accidente o incidente relacionado con este tema, pero que han iniciado «controles técnicos en profundidad».
Las irregularidades en Daihatsu habrían comenzado ¡nada menos que en 1989!
La investigación independiente, llevada a cabo por la filial japonesa de la consultora TÜV Rheiland se centró de inicio en las unidades de control de los airbags de los automóviles y encontró que las que se usaron durante las pruebas de choque eran diferentes de las que se usaban en los automóviles que finalmente se vendieron al público. Esto sucedió, por ejemplo en los modelos (fabricados por Daihatsu) Toyota Town Ace y Pixis Joy, así como en el Mazda Bongo.
Más tarde, se descubrió que esos vehículos sí cumplían con los estándares de seguridad… pero que los resultados de las pruebas de colisión de los modelos Daihatsu Cast y Toyota Pixis podrían “no cumplir con la ley», declararon desde Toyota.
Daihatsu, ¿un problema de presión por los resultados?
Los responsables de TÜV Rheinland Japan, señalaron que habían descubierto que las irregularidades en Daihatsu se remontan a 1989, pero que, realmente, comenzaron a aumentar en 2014.
«Las condiciones laborales se asemejaban a una caja negra en la que los responsables de las fábricas estaban bajo tanta presión para ofrecer buenos resultados que no podían informar de los problemas que se encontraban más arriba en la cadena de mando», declaró a la prensa Makoto Kaiami, presidente del comité de investigación.
«El hecho de que la alta gerencia no se involucrara con los trabajadores es en sí mismo un problema», llegó a declarar Kaiami; algo a lo que respondió el director de tecnología de Toyota, Hiroki Nakajima: “los esfuerzos para maximizar la producción nacional y global crearon una carga que pasó desapercibida, y por eso nos disculpamos».
Daihatsu no es el primer problema de datos falsos que sufre Toyota…
Y es que, en 2022, tal y como recuerda Automotive News, Hino Motors, la marca de camiones propiedad en un 50,5% de Toyota; admitió haber falsificado los datos de emisiones de los motores de los vehículos fabricados desde 2003.
Al igual que ha ocurrido con Daihatsu, la ‘confesión’ de Hino Motors llegó tras la presentación por parte de una consultoría externa de un informe que detallaba este hecho. La compañía se comprometió en ese momento a trabajar en la imposición de medidas que impidieran que algo volviera a suceder y manifestó que mejoraría “la gestión” y “el cumplimiento” de sus pruebas.
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