En los tiempos que corren, la distinción es sinónimo de éxito y por ello, Peugeot, consciente de que la competencia en el segmento C es cada día más feroz, decidió dar un giro de 180º al poner a la venta su 308.
Un giro en su filosofía que sustentó llevando a su máxima expresión el concepto i-Cockpit. Algo tan sencillo a priori como reducir el tamaño del volante, elevar la consola central, colocar el cuadro de instrumentos en una posición más alta e incluir una pantalla central táctil de 9,7″ todo con el objetivo de tener una conducción más intuitiva, directa, natural, ergonómica y, por consiguiente, aumentando la seguridad activa.
Pero mejor, ir por partes; en primer lugar, el volante que, con unas dimensiones de 351 x 299 mm, facilita el manejo e incrementa las sensaciones. Al ser más compacto, mejora el tacto de la dirección, aumentando la precisión y el dinamismo.
Tras él, el cuadro de instrumentos tipo Head-Up, permite consultar la información sin necesidad de apartar la vista de la carretera. Las agujas del velocímetro y del tacómetro rotan de forma simétrica, por lo que facilitan su lectura. Una sensación que aumenta con la función black panel, que oculta los testigos cuando se detiene el vehículo.
Girando la vista hacia la derecha, encontramos una pantalla táctil de 9,7″ en la que se concentran la mayoría de los comandos. A través de los siete botones de acceso directo inspirados en los actuales Smartphone, el conductor puede controlar la climatización, los sistemas de ayuda a la conducción, el navegador, el ordenador de a bordo o el Peugeot Connect Apps. Por su parte, contar con un salpicadero más elevado sitúa al 308 más cerca del segmento Premium ya que, además, está acabado en materiales de tacto blando y agradable.
La postura de conducción del i-Cockpit aumenta la seguridad del piloto ya que no tiene que desviar la vista de la carretera para consultar la información y al crecer en confort, disminuyen el cansancio y las posibles distracciones.
