La séptima generación del Volkswagen Golf GTI llega a su fin, y lo hace con esta versión TCR que conmemora sus éxitos en los circuitos. Es hora de evaluar si se trata de una despedida a la altura.
Estamos viviendo una era dorada dentro del mundo de los pequeños deportivos. Ford ha dado en el clavo con las dos últimas generaciones del Fiesta ST; el Honda Civic Type R es una referencia tanto en carretera como en circuito; Hyundai ha llegado de la nada con el i30 N, uno de los compactos de tracción delantera más divertidos de conducir; y Peugeot ha realizado grandes esfuerzos para que sus actuales GTi rememoren la gloria que representaron sus pequeños deportivos de los años 80 y 90.
Y luego está Volkswagen. El Up! GTI es un gran punto de acceso al mundo de las sensaciones deportivas, pero no se vende en España. Una pena teniendo en cuenta que se comporta de cine y que tiene un precio de apenas 17.000 euros en mercados como el francés.
Del Polo GTI tampoco hemos destacado gran cosa, excepto que se muestra como un modelo equilibrado y cuenta con un motor potente. Y de la séptima generación del Golf GTI siempre hemos pensado que es uno de esos coches que todos querríamos tener en nuestro garaje; y si fuera un Clubsport, mejor que mejor. De hecho, el Clubsport S en particular mantenía el tipo frente a vehículos tan eficaces como el Renault Sport Mégane R26.R y el Trophy-R, con un chasis muy bien puesto a punto y un interior con sólo dos asientos… buscando el ahorro de peso. Era rápido en circuito, además de interactivo y entretenido de conducir, cualidades que le permitieron quedar en segunda posición en nuestro Coche del Año de 2016, tan sólo por detrás del Porsche 911 R.
La octava generación del Golf GTI está en camino, por lo que el actual GTI tiene los días contados. No obstante, antes de que llegue al final de su comercialización, la marca alemana ha decidido lanzar una última versión. Conocida como TCR, toma su denominación del campeonato de turismos basado en coches de producción –Touring Car Racing–, un evento que lleva unos años triunfando en los mejores circuitos. Modelos de fabricantes como Hyundai, Peugeot y VW se pueden ver en eventos por todo el mundo y, al menos en parte, han ayudado a revitalizar el interés por este tipo de carreras.
El VW Golf del campeonato TCR es uno de los preferidos por los equipos que participan en este certamen, ya que la marca ha comercializado más de 100 unidades desde 2016, con un precio desde 95.000 euros. A pesar de los pasos de rueda ensanchados, el enorme alerón trasero y el espartano interior, el coche de carreras es básicamente un Golf… con 345 CV y una caja de cambios secuencial.
El GTI TCR de calle no llega tan lejos, puesto que está basado en el Clubsport Edition 40 –una edición que celebraba los 40 años del GTI–. La potencia y el par son los mismos que en aquel –290 CV y 380 Nm–, así como la suspensión y las llantas de 18» –19» en opción– aunque con diferente diseño. De hecho, si se escogen las llantas Reifnitz de 19» –2.350 euros– se suprime el limitador de velocidad a 250 km/h –la ganancia tampoco es mucha; sube hasta los 260 km/h– y se incluye la suspensión adaptativa DCC con los amortiguadores traseros mejorados. Si, por otro lado, te decantas por las llantas Pretoria de 19» –3.200 euros–, a todo lo anterior hay que sumar unos neumáticos Michelin Pilot Sport Cup 2, muy adecuados si pretendes rodar en circuito con este coche.
En lo que respecta a los frenos, el TCR cuenta con discos perforados y pastillas deportivas; además, viene de serie el diferencial autoblocante controlado electrónicamente… que es el mismo que llevan los GTi con el paquete Performance o el propio Clubsport. El TCR también incorpora dos radiadores extra procedentes del Golf R para mejorar la refrigeración y, como el Clubsport S, está disponible con una única transmisión… en este caso, la DSG de siete marchas en lugar de la manual de seis.
Primero toca rodar con circuito en un GTI TCR de 3 puertas y con los Michelin Cup 2. Las pegatinas con motivos hexagonales en la carrocería, el splitter delantero, el difusor trasero y el spoiler posterior están pensados para crear un vínculo claro con la variante de carreras aunque, aparcados uno junto al otro en el pit lane del trazado portugués de Portimao, la variante de calle parece algo raquítica comparada a nivel visual con el de competición. Mismos colores pero un planteamiento diferente.
En el interior del coche de calle, dispones de asientos deportivos recubiertos de un tejido microperforado, un volante de cuero con una marca central roja y la característica instrumentación con pantalla TFT, además de un completo sistema de infoentretenimiento. Detalles que establecían una clara conexión con la competición en el Clubsport, como la eliminación de los asientos traseros, el volante de piel vuelta o los tiradores de tela de la puerta aquí no los vemos.
El GTI TCR se siente poca cosa en las anchas rectas de Portimao y la proliferación de secciones con desnivel. Los 60 CV extra del coche de carreras serían más que bienvenidos en este escenario. La caja DSG me permite concentrarme en mayor medida en realizar la mejor trayectoria posible en cada una de las curvas.
El coche se muestra muy preciso, y el TCR es capaz de girar y trasladar la potencia al suelo incluso en los giros más cerrados, con el diferencial trabajando de manera eficaz incluso cuando piensas que has pisado el acelerador más pronto de lo debido. El pedal de freno se percibe algo suave en un principio, aunque lo cierto es que el nivel de potencia es bueno. No nos permiten dar demasiadas vueltas seguidas, con lo que no percibimos en ningún momento síntomas de fatiga, y las frenadas más fuertes las soporta con mucha suficiencia.
Por encima de todo, el TCR es un coche fácil de llevar rápido, con reacciones nobles. Siempre transmite sensaciones seguras al conductor, al menos con las ruedas calientes y el asfalto con buena temperatura. Y si lo quieres para meterte de vez en cuando en alguna tanda de circuito, puedes comprarlo sin problema.
Sin embargo, está claro que es un coche enfocado a un uso deportivo en carretera, por mucho que el departamento de marketing de la firma nos intente transmitir otro mensaje. Y es en este entorno donde salen a la palestra todas las cualidades conocidas del Golf GTI: ergonomía lógica de los mandos, puesto de conducción perfecto y buena visibilidad. Es una pena que la marca no haya puesto el volante de Alcántara del Clubsport, ya que el cuero perforado se percibe un poco sintético; no obstante, el tamaño y el grosor del volante son adecuados.
Los asientos resultan más confortables de lo que su forma sugiere, aunque es cierto que no terminan de sujetar todo lo que quisiera mi cuerpo en curvas enlazadas –igual están pensados para personas más altas y anchas que yo–.
Algunos de los atributos del Clubsport vuelven a mi pensamiento al conducir este TCR por carretera. Por ejemplo, se percibe firme pero no incómodo; ofrece la resistencia perfecta para contener con eficacia los movimientos de la carrocería y, al mismo tiempo, la suficiente flexibilidad como para que los baches de la carretera no provoquen reacciones inesperadas.
En lo que respecta al motor, queda poco que decir del bloque EA888. En sus versiones más potentes, como esta, llama la atención el empuje que es capaz de generar a unas 3.000 rpm, lo cual le dota de una gran personalidad teniendo en cuenta que se trata de un propulsor de dos litros turbo. Es ese genial medio régimen lo que hace que resulte especialmente agradable en una carretera de curvas y pequeños tramos rectos.
En modo Sport, el TCR ofrece una respuesta del acelerador más afilada, aunque el sonido artificial del motor puede resultar irritante y la transmisión DSG, si la dejas en auto, decide que el motor tiene que rugir a 2.500 rpm en tercera cuando simplemente estás cruzando un pueblo. Puedes configurar cada parámetro del coche en el modo Individual, lo que suele acabar en seleccionar normal para la dirección –en Sport ofrece un peso y resistencia poco natural–, el motor en Sport y los amortiguadores en el tarado más blando, perfecto para estas carreteras del Algarve portugués.
En general, el TCR es un modelo equilibrado, y no sólo en la manera en la que se agarran al asfalto ambos ejes, sino en todo lo que tiene que ver con la mayoría de los elementos que intervienen en la conducción. La dirección no termina de transmitir toda la información que nos gustaría aunque para nada la podemos tildar de distante, ya que te aporta los suficientes matices como para saber que está ocurriendo a nivel del suelo; además, se carga de peso de una manera convincente cuando forzamos la situación y le pedimos lo máximo al eje delantero.
El agarre no es infinito, pero si conduces el TCR de forma suave, es capaz de enlazar giros con una fluidez y ritmo envidiables. Los baches a mitad de giro, los cambios de asfalto y los resaltos o rasantes no interfieren en el buen hacer del chasis o en el traslado de potencia a través de los neumáticos delanteros al suelo.
No es un deportivo radical, por lo que te permite cometer pequeños errores sin percibirse en ningún momento como un compacto inerte. Si apagas tanto el ESP como el control de tracción, no notarás excesivas diferencias, a no ser que pises el acelerador a fondo a la salida de una horquilla cerrada. Es un coche que se tiene que conducir con equilibrio, con un ritmo alto y marcando una línea continua entre aceleración, frenada y cambios de trayectoria.
Tenemos claro que el GTI TCR es un Golf rápido, lo cual ya es algo positivo. Sin embargo, para ser el último paso en la deportividad de la séptima generación de este compacto, nos hubiera gustado algo más de picante… ya que el Clubsport S demostró que el potencial en este coche existía.
¿Cómo es su tecnología?
Diferencial autoblocante en el eje delantero, neumáticos de altas prestaciones –Continental SportContact 5P con las llantas de 18» y Michelin Pilot Sport Cup 2 con las de 19»–, un motor potenciado hasta los 290 CV, unos frenos más eficaces y una serie de elementos decorativos tanto por dentro como por fuera. Esto es, básicamente, el equipamiento más detacable del GTI TCR.
Sin embargo, tanto el autoblocante como los neumáticos de alto rendimiento lo podemos tener en el GTI normal con el pack Performance. Y el motor se queda en unos más que aceptables 245 CV. Todo, por 38.295 euros si lo elegimos con el cambio automático DGS de siete marchas.
Teniendo en cuenta que estimamos que el GTI TCR costará en nuestro país alrededor de 43.000 euros, hablamos de que VW cobra unos 5.000 euros por 45 CV más, los frenos específicos y una serie de elementos de equipamiento con una mera función estética.
Sin olvidar que un Golf R, con 300 CV y tracción total, te lo llevas por 43.740 euros. No obstante, teniendo en cuenta que será el último GTI de la séptima generación, estamos seguros de que esta versión tendrá valor a lo hora de venderlo en unos años.
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