Mazda CX-30 Skyactiv-X: primera prueba

Andrés Martínez
Andrés Martínez

El Mazda CX-30 es un SUV de 4,40 metros de longitud que pretende competir contra los mejores todocaminos premium de su tamaño. Y para ello, su gran arma es el nuevo motor Skyactiv-X de 180. ¿Está a la altura?


El nuevo CX-30 es un modelo clave para Mazda por dos motivos. El primero es que este todocamino, que dentro de la gama del fabricante japonés se sitúa a mitad de camino entre el CX-3 y el CX-5, pretende convertirse en el Mazda más vendido, con 9.000 unidades al año, algo que no parece excesivamente complejo teniendo en cuenta que llega a uno de los segmentos de moda. El segundo es que se trata de un modelo que pretende competir de tú a tú contra modelos como el Audi Q3, el BMW X2, Volvo XC40

Para ello, el primer argumento del CX30 es una imagen con la que parece evidente que ha ganado la batalla del diseño a modelos ya establecidos, como el Volkswagen Tiguan, el Seat Ateca, el Nissan Qashqai o incluso el propio Audi Q3, situándose como uno los SUV medios más atractivos del momento.

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Prueba Mazda CX-30

En este sentido, en el apartado estético destacan elementos como una parte baja de la carrocería con una gran proporción de plástico negro, que aporta el toque de robustez habitual en un todocamino, unas puertas que pese a contar una superficie prácticamente lisa generan unos interesantes reflejos sobre la carrocería o un frontal en el que encontramos una generosa parrilla tridimensional, junto a unos faros muy rasgados que, en función del acabado, pueden incorporar tecnología LED.

Pero para competir con los mejores SUV medios del mercado hace falta algo más que una cara bonita. Y para ello, el CX-30 promete un interior de calidad, un elevado nivel tecnológico y una interesante oferta de motores.

Así las cosas, el Mazda CX-30 llega a España con tres motores: el diésel Skyactiv-D de 116 CV y dos mecánicas microhíbridas de gasolina, con Etiqueta ECO de la DGT: el equilibrado Skyactiv-G de 122 CV y el novedoso Skyactiv-X de 180 CV de esta prueba, del que Mazda asegura que aglutinará la mayor parte de las ventas… y que es un motor con el agrado de utilización de un gasolina y el consumo de un diésel… La cuestión es, ¿realmente es así?

Mazda CX-30: así es por dentro

Mazda CX-30

Una vez en el interior, puede decirse que el CX-30 es que es uno de esos coches se lo ponen fácil al conductor: el salpicadero, muy similar al del Mazda3, tiene un acabado de calidad y un diseño limpio en el que los principales mandos bien situados.

Por otra parte, la postura de conducción es bastante cómoda gracias a los amplios reglajes en altura y profundidad del volante y la visibilidad es razonablemente buena en todas direcciones, en especial, en la zona de los espejos retrovisores.

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El salpicadero está presidido por la pantalla de 8,8 pulgadas del sistema multimedia Mazda Connect, ligeramente orientada hacia conductor. Es cierto que en un primer momento la interfaz puede parecer algo simple, comparada con la modelos de la competencia, pero para los que valoramos unos menús sencillos y fáciles de memorizar, es idónea. Además, en todas las versiones resulta compatible con los protocolos Android Auto y Apple CarPlay y se maneja desde un mando giratorio ubicado entre los asientos, bastante sencillo de accionar.

De hecho diría que el punto menos destacado del Mazda CX-30, en el día a día, se encuentra detrás del conductor y son unas plazas traseras que, si bien consiguen transportar a dos ocupantes de cerca de 1,90 metros con una comodidad razonable, frente a la competencia están un poquito por detrás en lo que a espacio para las piernas y anchura respecta. Además, la forma del pilar trasero hace que haya que agacharse para acceder al interior.

En cuanto al maletero, ofrece 430 litros de capacidad y es regular y tiene formas aprovechables y, a partir del próximo año, estará disponible con un us sistema de carga que permitirá diferentes configuraciones de maletero. En cualquier caso, se trata de un registro correcto, pero algo por detrás de los mejores SUV compactos.

¿Cómo va en carretera?

Prueba Mazda CX-30

El Mazda CX-30 está basado en la plataforma del Mazda3 y lo cierto bastan unos kilómetros al volante para percibir que es un todocamino muy enfocado a la utilización en asfalto… y superior a la media en el apartado dinámico.

La dirección es directa y cuenta la dureza exacta, el cambio cuenta un manejo rápido y preciso, el pedal de freno tiene un tacto firme que permite dosificar a la perfección las frenadas y la suspensión contiene con eficacia el balanceo de la carrocería en carreteras con curvas lentas. Además, a diferencia de la mayoría de sus rivales, los motores mictohíbridos de gasolina se pueden asociar con un cambio automático de seis velocidades y la tracción total.

En resumidas cuentas, puede decirse que este Mazda CX-30 es uno de esos todocaminos que te conectan con la carretera y que, desde el punto del comportamiento, está un puntito por encima de modelos como el Seat Ateca, el Nissan Qashqai o el Peugeot 3008. En cualquier caso, se trata de un modelo con una suspensión firme, que no filtra las irregularidades con la misma finura que, por ejemplo, un BMW X1. Sin embargo, viendo lo bien que va no creo que eso sea un problema.

¿Cómo va el motor Skyactiv-X?

Mazda CX-.30

En cualquier caso, la verdadera novedad del Mazda CX-30 de esta prueba se encuentra bajo el capó y es el propulsor de gasolina Skyactiv-X; una mecánica que pese a contar con una generosa cilindrada de 2,0 litros, 180 CV de potencia e incorporar un compresor que sopla a bajo y medio régimen, se permite el lujo de homologar un consumo medio de tan solo 5,9 L/100 km (en el ciclo WLTP), algo que le permite codearse contra los SUV híbridos y diésel de su potencia en materia de consumo.

Para conseguir tal registro, se ha convertido en el primer motor del mundo en incorporar lo que Mazda denomina «ignición por compresión controlada por chispa». Dicho así, puede sonar a tecnología tremendamente compleja, pero lo cierto es que su principio de funcionamiento es muy similar al de los motores diésel.

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Básicamente consiste en incrementar la relación de compresión del motor, aplicando una presión y una temperatura determinadas en cada cilindro, hasta el momento en que la mezcla de aire y combustible se encuentra al borde de la ignición por sí misma. Llegados a este punto, en el momento en el que el pistón está a punto de comprimir la mezcla del resto del cilindro, la chispa de la bujía da el empujón definitivo para que toda la mezcla entre en ignición. Esta tecnología únicamente funciona a bajo y medio régimen.

Antes de arrancarlo, lo primero en lo que piensas es que este motor pueda sonar a diésel, pero por suerte no hay rastro del traqueteo y el sonido habitual en este tipo de mecánicas. De hecho, diría que por suavidad de funcionamiento está muy cerca del motor Skyactiv-G, de 122 CV, con el que comparte bloque.

Por otro lado, al acelerar su respuesta recuerda a la de un motor gasolina dotado de compresor: con una respuesta muy lineal y progresiva desde poco más del ralentí hasta la parte alta del cuentavueltas. A cambio, cabe decir que no gana velocidad con la contundencia que cabría esperar en un motor de gasolina de 180 CV

Mazda CX-30 Skyactiv-X

En todo caso, teniendo en cuenta que acelera de a 100 km/h en 8,5 segundos, puede catalogarse como un coche razonablemente rápido y la mejor opción dentro de la gama del CX-30 para quien busque una conducción dinámica o circule con frecuencia por carreteras en las que hay que adelantar.

En lo que al consumo real respecta, es muy bajo, siempre que seas moderado con el acelerador. De hecho, practicando una conducción normal es posible ver en el ordenador de a bordo medias inferiores a los 7,0 litros cada 100 kilómetros, un dato muy bueno teniendo en cuenta su potencia. Eso sí, debes tener en cuenta que si conduces de una forma agresiva podría incrementarse rápidamente.

En todo caso, además del sistema de encendido por compresión este Mazda cuenta con otros gadgets que contribuyen a reducir el consumo, como un Stop/Start con un funcionamiento excelente (y dotado de su propio motor de arranque), o un sistema de hibridación ligera compuesto por una batería de 24V y un pequeño motor eléctrico que sirve de apoyo al motor de gasolina en las fases de aceleración y que, por tanto, le permite obtener la etiqueta ECO de la DGT.

Prueba Mazda CX-30 Skyactiv X

En lo que al precio respecta, con una tarifa de partida de 29.975 euros el Mazda CX-30 Skyactiv X no es un modelo especialmente barato, pero sí es cierto que frente a todocaminos de la competencia aporta un mayor dinamismo, un motor de gasolina con un funcionamiento único y un elevado nivel de equipamiento.

¿Significa eso que está a la altura de todocaminos compactos Premium como el X2 o el Audi Q3? En algunos apartados desde luego que sí, pero me temo que esta primera prueba no es suficiente para emitir un juicio de valor definitivo. Lo que sí parece claro es que el motor Skyactiv-x cumple lo que promete en materia de consumo y lo hace con el agrado de utilización habitual en los motores de Mazda.


 

Mazda CX-30