BMW i7: el acorazado eléctrico

La actual generación de la Serie 7 de BMW representa la séptima en una serie histórica que comenzó en el año 1977. Es la primera vez que el buque insignia de BMW cuenta con una variante 100% eléctrica entre su oferta, y BMW ha decidido que se integre completamente dentro del resto de oferta de modelos (que, de momento, se compone de otras dos versiones con motorización de gasolina).

De esta manera, este BMW i7 XDrive60 tiene algunos rasgos distintivos… pero esencialmente luce el mismo aspecto que sus «hermanos de gama». Se trata, no obstante, de un aspecto imponente… tanto por las dimensiones (sólo existe una longitud de carrocería, y es de nada menos que de 5,39 metros de largo) como por el aspecto, ya que luce el que probablemente sea el morro más rotundo y personal de la historia de BMW.

El BMW i7 por fuera

La principal característica exterior del i7 es que se trata de un coche realmente grande. En cuanto a anchura (mide 1,95 metros), pero sobre todo en cuanto a longitud. Los 5,39 metros de largo pueden no suponer un problema en autopista, pero resultan muy evidentes en carretera y en ciudad, y sin duda saltan a la vista a la hora de maniobrar.

El hecho de compartir carrocería con los Serie 7 «convencionales» significa que BMW no ha podido optimizar las dimensiones del coche, adaptándolas a su tecnología eléctrica (y logrando un coche más corto con similar habitabilidad)… ni tampoco ha podido ampliar el espacio disponible aprovechando el hecho de que los motores eléctricos son menos voluminosos (aunque a ningún cliente se le pasará por la cabeza que le gustaría disfrutar de un habitáculo más espacioso).

Al margen de la longitud total, la dimensión clave es la distancia entre ejes, que es de nada menos que 3,22 metros. Se trata de una cifra similar a la que ofrece el que podríamos considerar como su principal rival, el Mercedes EQS… aunque Mercedes lo consigue con casi 20 cm menos de longitud. Mercedes también ofrece más espacio de maletero (610 litros frente a 500 del BMW i7), aunque lo hace ofreciendo un portón trasero en lugar de un maletero convencional.

Otro aspecto en el que el Mercedes EQS saca ventaja al BMW i7 es en el coeficiente de resistencia aerodinámico o Cx (0,21 frente al 0,24 del BMW i7) y en materia de superficie frontal (2,5 m² frente a 2,6 m²). Todos estos detalles también se traducen en un mayor consumo por parte del BMW i7… aunque las cifras homologadas son muy parecidas (en ambos casos, en el entorno de los 18,5 kWh/100 km).

El BMW i7 por dentro

A bordo, el BMW i7 ofrece un entorno lujoso a la para que minimalista. Los materiales son de la máxima calidad, así como los acabados y la mayor parte de los ajustes. Todos los interfaces están muy cuidados, aunque consideramos que los de fabricantes como Mercedes o Tesla resultan más sencillos de comprender y memorizar.

Las plazas traseras son realmente amplias y confortables. De cara a controlar todas las opciones disponibles, BMW se ha decantado por unas pantallas táctiles en los paneles de las puertas que consideramos que son una opción fantástica, y mucho más recomendable que el habitual panel central compartido situado en el reposabrazos.

El BMW i7 en marcha

Una vez en marcha, el BMW i7 ofrece un resultado bastante más convincente que el mencionado Mercedes EQS. Creemos que el nivel de aislamiento del exterior es superior, y el silencio a bordo roza lo sepulcral. Sin embargo, la sensación al volante no es de desconexión, sino más bien de un grado de control, estabilidad y aplomo fabulosos.

En autopista, resulta un coche increíblemente fácil de conducir, y que invita a circular manteniendo cruceros elevados con total naturalidad y absoluto confort. Y en carretera, la combinación de dirección trasera y barras estabilizadoras activas (opcionales) consigue disimular bastante el enorme peso (más de 2.700 kilos, conductor incluido), consiguiendo que el coche parezca ágil y poco intimidante, controlando muy bien el balanceo y resaltando la precisión de la dirección y la efectividad del tren delantero.