Según estimaciones de la UE, en Europa mueren cada año, y de forma prematura, unas 400.000 personas a causa de la contaminación, algo que, además, genera unas pérdidas -por gastos sanitarios, entre otros- de unos 20.000 millones de euros. Además, más de 130 urbes europeas sufren problemas por la calidad del aire.
Por esos motivos, la preocupación por la contaminación atmosférica ha ido aumentando en la UE en la última década. Más aún en los últimos años, cuando Bruselas ha dado varios toques de atención a todos sus estados miembros para que adopten medidas para mejorar la calidad del aire. La última vez fue el pasado 29 de enero, cuando la UE amenazó a la República Checa, Alemania, Francia, Italia, Hungría, Rumanía, Eslovaquia, Reino Unido y España con denunciarles al Tribunal Europeo si no tomaban medidas más severas para cumplir con los criterios de contaminación atmosférica. Este es el contexto en el que debemos entender, por un lado, las sucesivas normativas de emisiones contaminantes, cada vez más restrictivas -sobre todo con los coches diésel-, y, por otro, las restricciones de circulación, cada vez más frecuentes en las grandes ciudades, sobre todo, en Europa y que se están implantando ya en España.
La contaminación atmosférica y el automóvil
El tráfico rodado y las calefacciones de los hogares son los dos focos principales de contaminación en nuestras ciudades. Los cinco contaminantes más perjudiciales que hay en el aire que respiramos son las partículas, el óxido de nitrógeno, el dióxido de azufre, el ozono y los compuestos orgánicos volátiles.
Para intentar controlar las emisiones de elementos contaminantes por parte de los vehículos que se comercializan en el territorio de la Unión Europea, este organismo supranacional viene estableciendo desde 1988 –Euro 0, Euro 1, Euro 2…– diferentes normas legislativas.
Todos los automóviles no son iguales y no contaminan lo mismo. En el mercado actual podemos encontrar motores diésel, gasolina, de gas (GNC y GLP) y eléctricos; y cada uno presenta un valor de emisiones en lo que respecta a CO2, óxidos de nitrógeno y partículas.
Así que conviene huir de falsas o incompletas afirmaciones que tienden a generalizar que, por jemplo, los diésel contaminan más que los coches de gasolina. De hecho las normativas antipolución que han ido endureciendo sus límites de emisiones, han puesto en jaque, sobre todo, a los vehículos diésel. Las marcas, por su parte, han contraatacado con tecnologías que hacen que los diésel sean mucho menos contaminantes de lo que nos hacen creer.
Los impuestos a los coches diésel: carburantes y automóviles
En los últimos meses el precio medio de los diferentes combustibles, entre ellos el gasóleo de automoción, ha comenzado a crecer de manera paralela al incremento del precio del crudo. Al mismo tiempo, tras la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado se ha confirmado que los carburantes serán más caros en nueve comunidades autónomas.
A esta subida propuesta por el Gobierno, hay que añadir la fuerte presión ejercida desde la Unión Europea que, en busca de su pretendida armonización fiscal sobre los carburantes, lleva tiempo instando a los sucesivos gobiernos de España a elevar la carga impositiva de los combustibles, ya que en la actualidad, cuenta con uno de los gravámenes más bajos de la UE.
Pero la presión fiscal no solo se endurece para los carburantes. La entrada en vigor del nuevo protocolo de homologación de emisiones, denominado WLTP –un formato que contempla condiciones de conducción más ajustadas a la realidad–, traerá consigo un más que previsible aumento de los valores homologados de emisiones para la mayoría de modelos equipados con mecánicas diésel. Esta circunstancia hará que un elevado porcentaje de modelos cambien de tramo y aumenten su tipo impositivo en el impuesto de matriculación: de estar exentos pueden pasar al 4,5 %; del 4,5 % al 9,75 o del 9,75 podrían pasar al 14, 75 %, lo cual incrementará, como es lógico, el precio de venta de estos coches.
Restricciones de acceso para los coches diésel en determinadas ciudades
La sensibilización, cada vez mayor, de las administraciones en materia medioambiental ha traído consigo una serie de políticas locales destinadas mejorar la calidad del aire que se respira en las ciudades; lo cual lleva implícito en casi todos los casos una restricción a la movilidad del tráfico rodado que afecta, prioncipalmente a los vehículos diésel.
La inmensa mayoría de las grandes ciudades europeas están optando por instaurar zonas de bajas emisiones (LEZ, por sus siglas en inglés: Low Emission Zone) en las que restringen el acceso a los vehículos más contaminantes. Según datos de la Unión Europea, más de 220 ciudades europeas ya cuentan con estas zonas.
En 2016, Madrid y Barcelona fueron las primeras ciudades en aplicar medidas concretas de restricciones al tráfico en España, en episodios de alta contaminación –recientemente, Valladolid, también lo ha hecho–. En el caso de Madrid, se ha decidido ir más allá y el consistorio ha anunciado la entrada en vigor el próximo noviembre de su zona de acceso restringido «Madrid Central». Una medida que, en el futuro, se podrá ver secundada por iniciativas similares en otras grandes ciudades del nuestro país.
¿Tienen futuro los coches diésel?
Si ya existe suficiente incertidumbre sobre el futuro de los coches diésel entre la opinión pública, las recientes declaraciones de la Ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, en las que afirmaba que «el diésel tiene los días contados», no contribuyen a aclarar el panorama. En sentido contrario, se manifestó el comisario de Acción por el Clima y Energía de la Unión Europea, Miguel Arias Cañete, quien pidió más prudencia a la hora de hablar del impacto ambiental de los vehículos diésel.
Ante esta realidad de mensajes contradictorios por parte de las administraciones, los fabricantes tampoco parecen tener un mensaje unitario al respecto y, así, encontramos marcas que han hecho una apuesta tecnológica fuerte para conseguir que sus vehículos diésel se adpaten a las normativas anticontaminación y otras que han decidido eliminar los motores diésel de su catálogo, como ya han anunciado Porsche o Volvo.
En medio de este juego de mensajes cruzados, estrategias políticas y decisiones empresariales en diferentes direcciones, es lógico que los usuarios se encuentren confundidos y alberguen serias dudas sobre qué tipo de coche comprar si se encuentran en esa tesitura, o qué hacer si acaban de adquirir un coche equipado con motor alimentado por gasóleo. Incluso, en el caso más extremo, se les ha podido pasar por la cabeza quitarse lo que, para ellos, puede constituir un problema y vender su automóvil diésel en las mejores condiciones posibles, ante la hipotética amenaza de que el diésel –tanto el combustible como los automóviles– pudiera llegar a desaparecer.
Conclusiones sobre el futuro de los coches diésel
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Las restricciones de circulación en las ciudades cada vez serán más frecuentes… y estrictas. Estas restricciones son una parte esencial para mejorar la calidad del aire, especialmente en las grandes urbes, y cuentan con el beneplácito de la UE. Y si bien habitualmente son más severas con los vehículos diésel -valga como ejemplo el distintivo azul ya presente en algunas ciudades de Alemania, que sólo se otorga a los diésel que cumplan la norma anticontaminación Euro 5-; no se libran de ella los vehículos gasolina. ¿Un buen ejemplo? Barcelona y otros 39 municipios prohibirán, a partir de 2019, la circulación por su territorio de los vehículos gasolina y diésel que no cumplan la Euro 1.
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El coste del gasóleo subirá próximamente en España: la cuestión es saber cuánto y cuándo. A la propuesta de Hacienda para elevar, en 2019, el tipo general del Impuesto de Hidrocarburos -lo cual incrementaría, según CC.AA. hasta en 4,8 cént./l el coste de los carburantes-, hay que sumar las presiones de la UE para que nuestro país eleve la carga impositiva al gasóleo; una de las más bajas de Europa.
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Un diésel Euro 6 es casi tan limpio como un gasolina moderno; y dentro de muy poco contaminará tan poco como estos últimos. Es un hecho que la combustión que se produce en el interior de un motor diésel genera más contaminantes que aquella que se realiza en uno de gasolina. Sin embargo, al hablar de emisiones contaminantes, y siempre que hablamos de vehículos actuales, las emisiones de ambos tipos de automóviles casi se equiparan.
La concentración de los óxidos de nitrógeno o NOx es un problema de salud en las grandes ciudades. Pero los ´temidos´ NOx no son el único contaminante que existe; también sufrimos la presencia de partículas PM en el aire, procedentes fundamentalmente de las calefacciones; de dióxido de azufre o SO2, que generan, sobre todo, la combustión de carbón en centrales térmicas o en las calefacciones más antiguas.
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¿Interesa adquirir un diésel? Sí, pero siempre y cuando evites los trayectos cortos y urbanos, realices un número elevado de kilómetros -por el probable aumento del precio del gasóleo y el de los propios vehículos diésel- o cuando, recorriendo un kilometraje medio -léase a partir de 15.000 km al año-, vayas a adquirir un vehículo grande y relativamente pesado, como un SUV o un monovolumen.
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