Prueba del bestial McLaren 765LT Spider

Eduardo Alonso
Eduardo Alonso
El McLaren 765LT es demasiado especial como para no dedicarle toda la atención cuando pasa por nuestras manos. Un coche que no es rápido, sino que simplemente redefine el concepto de rendimiento.

Sentarse a escribir algunas palabras sobre este coche no es sencillo, puesto que precisamente es un automóvil capaz de dejar sin palabras incluso a alguien por cuyas manos pasan vehículos rápidos y deportivos de forma habitual. En verdad, el McLaren 765LT no es un producto novedoso, es decir, no acaba de salir al mercado. Sin embargo, poder conducir una unidad en territorio español, probándolo por nuestras carreteras memorizadas y sin tener en la cabeza que a tal hora tienes que estar en el aeropuerto de vuelta a España, es una oportunidad de las que se te presentan muy pocas veces.

A fin de cuentas, un McLaren no es como un Ferrari. Ni siquiera como un Lamborghini. Está por encima de los italianos en términos de exclusividad y exotismo. El 765 LT ya nos dejó pasmados en el Coche del Año de 2020 y, ahora, no podemos estar más emocionados por reencontrarnos. La unidad que tenemos es además Spider que, quieras que no, con su techo retráctil añade todavía más impacto visual a un modelo que, ya en parado, mete miedo. Sus particulares formas, sus estudiadas curvas totalmente funcionales, sus ápices, apéndices y su alerón trasero activo insuflan al McLaren un aspecto alucinante.

Si te soy sincero, he tenido que repasar la gama de McLaren antes de que me entregaran el 765LT, porque como sacan modelos y versiones nuevas cada dos por tres con enormes parecidos, quería estar 100% seguro de lo que probaba. Si te sucede lo mismo, así a grandes rasgos podría decirte que el 765LT es una versión más bestia del 720S que, a su vez, sucedió a los 675LT y 650S. La ‘L’ y la ‘T’ son las siglas de LongTail, por cierto. Además, es un modelo que apura los últimos coletazos de los deportivos de pura combustión.

McLaren 765LT Spider

Porque no hay electrificación alguna aquí. Son nada menos que 765 CV procedentes de un bloque 4.0 V8 biturbo. Una auténtica animalada que necesita 2,8 segundos para pasar de 0 a 100 km/h y que no conoce pudor alguno por controlar las emisiones más allá de los catalizadores de obligado uso.

Pero no todo es potencia en este coche. También pone el foco en el chasis. Un monocasco de fibra de carbono y ahorro de peso en cada elemento sitúan a esta bestia por debajo de los 1.400 kg, una cifra pasmosa.

Pulso el botón de arranque de color rojo, ubicado en la estrecha consola central, y el V8 cobra vida con la impudicia de un motor de carreras. Se escucha detrás de ti. Áspero, tenso, alborotado. Me encanta el habitáculo. Los zócalos son muy anchos y las butacas van muy centradas. La visibilidad es genial e, incluso, se ve aceptablemente bien hacia atrás, donde por cierto hay una miniluneta eléctrica que puedes bajar para disfrutar con menos filtros de la sintonía V8.

Hay mucha fibra de carbono, cuero de buena calidad y una ergonomía un tanto extraña. El panel de mandos para los modos de conducción funciona sólo si antes has pulsado la ya clásica tecla Active, y para llegar a los botones que mueven los asientos tienes que meter la mano entre la butaca y la consola central casi como si estuvieses buscando una moneda perdida. No es un interior tan impecablemente rematado como el de un Porsche 911, pero es mucho más especial y, de algún modo, es el adecuado para el tipo de coche en el que sus virtudes son tan grandes que sus pequeños defectos adquieren menor relevancia de la habitual.

McLaren 765LT Spider

El coche está tan cargado de propósito que los primeros kilómetros me abruman. Aún no voy rápido, pero mi pie derecho me suplica que aplaste el pedal buscando unas sensaciones aún más demenciales que cuando probé el 720S hace un par de años. Una vez encuentro el espacio-tiempo que me permite hacerlo sin subirme a la chepa de un turismo, piso a fondo y… a ver cómo te lo explico sin recurrir a jerga malsonante.

A medida que el tacómetro va ganando revoluciones, tus pulsaciones se disparan, a 4.000 rpm tu espalda se estremece, tu estómago parece querer tragarse tu esófago y, cuando la transmisión mete otra marcha a casi 8.000 rpm, te queda la sensación de que te has perdido la mitad. Y es que las primeras veces que experimentas la aceleración de este coche, es verdaderamente así. A tu cerebro no le da tiempo a asimilar tantas emociones, así que no te queda otra que repetir.

Procuro poner más atención en las siguientes probaturas intentando recoger algún matiz extra. Es realmente difícil. Igual te lo puedo transmitir bien con una cifra: Pulsa la tecla Active, coloca la ruleta Powertrain en modo Track, activa el launch control y en 7,0 segundos te harás un 0-200 km/h. El V8 de cigüeñal plano y pistones forjados se siente aún más poderoso que en el McLaren 720S y los acortados desarrollos de la caja de cambio dan como resultado una aceleración tiránica.

Hago un inciso para explicar lo de las ruletas de los McLaren, por si no estás familiarizado con ellas. La de arriba, con la inscripción H de Handling, propone los modos Normal, Sport y Track para el chasis. La de abajo, con la P de Powertrain, establece los mismos programas para el motor y la transmisión. Ah, y no hace falta que pases de Normal para flipar en colores, te lo aseguro.

McLaren 765LT Spider pantalla

Cuando tienes un coche rápido, te acostumbras a sus prestaciones a medida que lo conduces y poco a poco te va impresionando menos. Con el 765LT creo que nunca llegaría ese día. Corre tantísimo, es tan violento, que parece que se te van a dar la vuelta los órganos. Cuando lo asimilas un poco, entonces puedes poner la caja de cambio en modo manual y que la experiencia sea más participativa a través de las exquisitas levas. Por suerte he conducido muchos coches rápidos. Pero nunca, jamás, uno tan bestial como este 765LT.

Desde fuera, Jaime, que inmortaliza la escena con su cámara, me asegura que más que un coche parece un caza de combate azul pitufo escupiendo llamaradas por las cuatro cañerías que tiene por escapes. Qué brutalidad, qué maravilla, qué locura…

Los neumáticos Trofeo R necesitan algo de temperatura para comenzar a exhibirse, así que cuando se calientan (yo ya venía caliente de casa), es momento de profundizar en la verdadera majestuosidad de este coche, que aunque no lo creas, no es el brutal motor, sino lo que lo sustenta.

Lo mejor se halla en el chasis y la magia de McLaren se refleja en que, a pesar del tremendo rendimiento balístico, el 765LT es un coche al que es relativamente asequible sacar bastante partido. Si hasta dispone de un programa Variable Drift Control por si te animas a derrapar, algo que en carretera tiene su punto de esquizofrenia dado que las ruedas traseras gestionan 765 CV y 800 Nm.

McLaren 765LT Spider interior

Además tiene la que para mí, a pies juntillas, es de largo la mejor dirección del mundo. Telegrafía al milímetro tus órdenes a las ruedas delanteras y estas te devuelven un mensaje clarividente sobre el agarre disponible. Sólo esa facultad ya convertiría a esta en una dirección maravillosa, pero es que además es monstruosamente directa y muestra una perfecta ponderación. Es más, cuanto más ritmo adquieras, más y mejor feedback obtendrás.

Otro aspecto destacable es la frenada, ya no sólo por su gran potencia y resistencia, sino sobre todo por el nítido tacto en su pedal. Resulta muy intuitivo dosificar la frenada hasta el punto preciso, y eso también trabaja en pro de tu confianza.

Poco a poco voy acumulando la mencionada confianza, algo elemental si quieres maximizar el disfrute. Cada vez siento más control sobre el McLaren y me atrevo a explorar sus límites. Eso no quita que me siga deslumbrando su capacidad para correr en una carretera de montaña como en la que me hallo, cerca de La Pinilla, sobre cuyos tramos gira totalmente plano y en los que en ningún momento se siente fuera de lugar. Ni siquiera aún puedo digerir con certidumbre las capacidades de este coche. Es demencialmente rápido. Demasiado, diría yo. Y es tan sensible y comunicativo que no dudas en acelerar a fondo, lanzarte al vértice de la curva, frenar con energía y volver a abrir gas para salir catapultado sin que apenas se desperdicie tracción.

McLaren 765LT Spider asientos

No todo es bueno, obviamente. El coche es… obsceno, una escalofriante maravilla que proporciona sensaciones únicas y espectaculares y en el que además siempre encontrarás un nivel nuevo que descubrir. Nunca te aburrirás de él, siempre te impresionará, te enseñará cosas nuevas y te recompensará según tú vayas mejorando en su control.

Sin embargo, el 765LT cruza la línea que separa a un coche de calle con uno de circuito, y eso acarrea ciertas deficiencias en el uso cotidiano, como tener que ir con pies de plomo para no destrozar el fondo plano. Tiene dos maleteros y conduciéndolo tranquilo no es una tabla, pero está lejos de ser un McLaren de múltiples usos.

Aparte de eso, hablamos de 425.000 euros. Aguantar ser el objetivo de diez o quince fotos y vídeos por minuto en un coche tan valioso llega a angustiar un poco, créeme. Se trata de un montante que incluso cuesta asociar a la compra de un coche. No me atrevo a decir que sea caro porque es una máquina excepcional, pero resulta inevitable pensar hasta qué punto merece la pena respecto a, sin ir más lejos, otros McLaren más modestos.

Pero bueno, realmente, el McLaren 765LT como herramienta de disfrute no tiene defectos. Atiborra tus sentidos y como arma recreativa es sensacional. Su ciclópea potencia, su ligereza, su puesta a punto y, en consecuencia, su precisión general, alcanzan un nivel que, al menos bajo mi experiencia, no me parece superable. Ojalá pudiese haberlo conducido en circuito, porque en la carretera sólo puede desplegar una fracción de sus encantos. Y el hecho de que no sea híbrido le hace adquirir un aura ya casi romántica. Bravo, McLaren, esto es una jod*** pasada de superdeportivo.

McLaren 765LT Spider escapes

Tecno

“Qué pasada ver el alerón trasero desplegarse a modo de aerofreno cuando frenas fuerte”, me comenta Jaime tras inmortalizarlo con su cámara fotográfica.

Y es que el 765LT es un prodigio de la aerodinámica. Su paquete de aletines frontales, apéndices traseros, canalizaciones de las puertas y el enorme difusor posterior se complementan con el suelo plano y el alerón trasero activo para que el McLaren se pegue al asfalto como un cobrador de deudas a su moroso. Todo está ahí por algo y cumple un papel decisivo en la gestión del flujo de aire desde que choca con el frontal del coche hasta que se pierde por detrás evitando que cualquier turbulencia interfiera en el mismo.

En cuanto al alerón activo, se sostiene sobre dos bastones eléctricos que colocan el ala en el ángulo adecuado según la velocidad, pero que también actúa como aerofreno en las frenadas intensas. A ritmo ligero es más postureo que otra cosa, pero en circuito sí que es realmente funcional, cargando peso en la parte trasera para que el eje trasero no se descuelgue.

Ficha técnica

Motor: 8 cil. en V, 3.994 cm3, twin-turbo
Transmisión: Aut. de doble embrague y 7 vel.
Propulsión: Trasera
Potencia: 765 CV a 7.500 rpm
Par: 800 Nm a 5.500 rpm
Peso: 1.388 kg (1,81 kg/CV)
0-100 km/h: 2,8 segundos
Velocidad máx.: 330 km/h
Precio: 425.000 euros